jueves, 28 de enero de 2016

Negocios, beisbol y familia: el Chino Ley


En otras ocasiones he agradecido la oportunidad que me da Zona 3 Noticias para prestarme sus micrófonos y acercarme a su audiencia. Procuro corresponder a esa amabilidad y ofrecer mis reflexiones en voz alta a quien sintoniza la estación. Digo esto, para justificar que en esta ocasión voy a llevar agua para mi molino, por que no puedo negar la cruz de mi parroquia. Como saben, soy sinaloense. Entre el Chapo Guzmán y los Dorados, de mi estado se suele oír, -por una parte- de la Reina del Sur, la narcocultura y la violencia generada por ellos; y -por la otra parte- del estos días se oye que ahí hay un salvavidas deportivo para que las Chivas oxigenen sus malas temporadas.

Pues bien, quería rendir homenaje a un importante sinaloense que falleció la semana pasada. Me refiero a Juan Manuel Ley, empresario, impulsor del deporte. Quizá saben que Don Juan Manuel fue el dueño de unas cadenas de autoservicio muy extendidas en el Noroeste del país, 230 tiendas en 10 estados del país, las que recibió de su padre a lo mucho como un changarrito.

Don Juan Manuel convirtió la modesta tienda de abarrotes en supermercados que ofrecieran precios accesibles para las familias de las regiones en que se instalaban, a través de la comercialización de productos locales. Pero no sólo eso, impulsó la formación de sus empleados promoviendo la formación humana de sus empleados. Desde el más modesto, hasta la fundación escuelas de mandos intermedios en Culiacán o los programas para directivos de empresa en esa región.  En Don Juan Manuel destacan tres cualidades del modo en que buscaba hacer negocio: trabajo, perseverancia y cuidado del entorno familiar. 

Otro ejemplo es el deporte. Don Juan Manuel era el dueño de los Tomateros. Para él, a través del beisbol se podrían  fomentar tanto las virtudes propias un deporte, como construir un ambiente en el que se fomentara la vida familiar. Fue pionero en convertir los parques de beisbol de la Liga del Pacífico en auténticos lugares de diversión para la familia. No digo que a él se le hayan ocurrido algunas de las opciones de entretenimiento, sino que fue él quien buscó, incorporó, tropicalizó, adecuó a la cultura sinaloense y ofreció un modelo en que las familias de la ciudad, podría divertirse en un parque de pelota. Muy probablemente si le preguntan a un aficionado de Tomateros cuál es su experiencia en otros estadios de beisbol, quizá les digan: "buen juego de beisbol, pero algo falta en el ambiente". Y lo dicen, no por que se hubieran aburrido, sino porque ir al estadio en Culiacán, es para ellos, la oportunidad de experimentar y hacer familia. Esa sensación es la que se echa de menos (Aquí un artículo de Juan Pablo Esquer al respecto). Don Juan Manuel se preocupó por diseñar un ambiente que, además de ser negocio, fuera ese lugar de encuentro intergeneracional, donde podría experimentarse la alegría y el orgullo de pertenecer a la familia en que nacimos.

Sí, en Sinaloa hubo las condiciones para que surgiera alguien como el Chapo. Sí, en Sinaloa hay un equipo de futbol más malo que mandar a la abuela a comprar droga, que quizá sea la salvación este año para las Chivas. Y sí... también en Sinaloa existe una ambiente en el que fue posible alguien como Don Juan Manuel Ley, y una cultura que también fue construida por el Chino Ley.

Gracias por todo lo que aportó a Sinaloa y gracias por lo que ha significado para mi familia. Descanse en Paz, Don Juan Manuel.

jueves, 21 de enero de 2016

La foto, el caso «Lautsi» y los símbolos religiosos en espacio público


Un equipo de fútbol, las Chivas, se tomaron su fotografía oficial de este torneo en la Basílica de Guadalupe. Aunque se distingue más al dueño del equipo que la Guadalupana, la fotografía ha generado cierta polémica sobre el reglamento de la FIFA y de la Federación sobre neutralidad religiosa de sus asociados. En efecto el Artículo 7 del Código de Ética de la Federación Mexicana de Futbol, enfatiza que por respeto a todo mundo, se "deberá mantener una posición neutral ante asuntos de carácter religioso y político".

A mi me parece bien eso de la neutralidad. Pero en los detalles está el diablo, dicen las abuelas. ¿Qué vamos a hacer cuando venga a jugar a nuestro país la selección de Inglaterra? Según el protocolo, debemos escuchar su himno nacional, que como se sabe, es una oración: "¡Dios salve a la Reina!. Además, en su bandera se dibuja una cruz de San Jorge. Estamos ante un símbolo cristiano al que se le se refiere un personaje religioso. Algo similar nos pasaría con Italia, cuyo himno se refiere a Dios como origen y providencia de ese país. Si la neutralidad de la Femexfut se refiere a ausencia de referencias religiosas, entonces habría que olvidarse de invitar a la selección inglesa, italiana o a cualquier otra que se refiera a Dios o contenga símbolos religiosos en sus escudos y banderas.



No vayamos tan lejos, nuestra bandera tiene en su escudo un símbolo religioso: el águila devorando una serpiente es el mensaje y el signo de una intervención de los dioses en favor de nuestros antepasados, los aztecas. Nuestro himno también habla de ángeles, de Dios y de su providencia en nuestro favor. Neutralidad religiosa entendida como ausencia de todo símbolo religioso implicaría quedarnos sin bandera y no cantar el himno mexicano en ningún evento organizado por la FIFA o la Femexfut.

Un problema análogo ya se ha debatido en la Corte Europea de Derechos Humanos. Sólo por elegir uno entre muchos, en el asunto  Lautsi vs Italia, se decidió que la presencia de crucifijos en las aulas de las escuelas públicas italianas no violaba la libertad de creencias de los niños que no cristianos. ¿Por qué? Por una parte, aunque el símbolo tenía su origen religioso, la historia italiana y los valores incorporados al crucifijo eran también símbolo de la cultura e historia de ese país. Por otro lado, junto a ese símbolo pasivo, los padres de familia no se veían impedidos para formar a sus hijos en las creencias de sus preferencias, ni tampoco se veían obligados a profesar una fe determinada. El crucifijo en el aula, aunque de origen religioso, significaba más bien un símbolo de la comunidad a la que pertenecían. 

El tribunal europeo reconocía que la laicidad de un estado no implica necesariamente la ausencia de todo símbolo o referencia religiosa. Porque si así fuera, no decir nada sobre Dios, comportarse como si no existiera o como si no importara en la vida cotidiana, es ya una afirmación ético-religiosa, –el ateísmo o el agnosticismo-,ya se toma postura respecto una creencia particular. Por eso, en Europa, nos encontramos con dos modelos de comprender el estado laico respecto a sus símbolos culturales. Por una parte, el modelo francés en el que laicidad significa la ausencia absoluta de símbolos de origen religioso en la esfera pública. Y al mismo tiempo, del otro lado del canal de la mancha, en Inglaterra, la laicidad se manifiesta en el reconocimiento de símbolos nacionales cuyo origen es una expresión de fe. Ambos respetan tanto la laicidad de los Estados, como su origen cultural.

¿Cómo van a entender la Femexfut el significado de neutralidad religiosa? No los sé. Si deciden por la carencia absoluta de símbolos religiosos, tendrían entonces que vetar la fotografía de Chivas, de olvidarse de la bandera y el himno inglés, y prohibir la bandera y del himno mexicano. Otra opción es seguir el modelo señalado en el caso Lautsi: como la neutralidad absoluta en materia religiosa es imposible, las manifestaciones culturales han de salvaguardar la dignidad de la persona y no imponer sobre ellas el peso desproporcionado del proselitismo activo. Necesariamente, ante el uso de cualquier símbolo habrá quien se sienta molesto, pues la neutralidad absoluta es imposible. O por último, la Femexfut podría colocar el fútbol donde merece estar y esperar a ver si realmente la Virgen de Guadalupe les hace su milagrito, dejarse de tonterías e invitar a los ingleses a jugar en nuestro país. 

Aquí se puede ver el argumento original explicado por el Profesor Joseph Weiler, en su deposición ante la Gran Sala en el caso Lautsi:







jueves, 14 de enero de 2016

La cárcel del Altiplano, la cárcel de Atenas


Pescaron al Chapo.  Y el papel que jugó Sean Penn y Kate del Castillo hicieron el suceso mucho más surrealista de lo que ya era. He leído mucho del valor periodístico -o no- del trabajo del actor norteamericano, pero eso se lo dejo a los que saben de ese tema.

Aunque no esperaba que fuera de otra manera, me ha llamado la atención que la cárcel del Altiplano no le ha servido al Chapo -así lo parece-, para revisar su vida, las consecuencias de sus acciones y el significado de su acción. Las respuestas a la entrevista publicada en Rollingstone son para pasmarse: ¿Por qué se dedica a esto? Respuesta: Por que nací pobre y donde vivo no hay de otra. ¿No le parece malo lo que hace? Respuesta: De cualquier modo la gente se droga o la gente se muere. ¿Y la violencia? Respuesta: Yo sólo me defiendo. 

Contestaciones así, evidencian una falta seria de autocrítica. Parece como si el mundo del narco y la droga fuera como el agua: incolora, inodora e insípida. «Hago esto por que no tuve de otra. De todos modos la gente se muere. De cualquier modo la gente se droga. Al final del día, soy inocente. El mundo es injusto, los demás lo son; si soy violento es porque soy resultado de la corriente de la vida». Algo similar encontramos en Adolf Eichmann -un criminal nazi- en su juicio en Jerusalén: del que ya hemos hablado. En su opinión, él solo seguía ordenes, él imitaba al resto, de cualquier modo alguien haría su trabajo. Quizá por eso, sus crímenes debían ser absueltos. Se parecen, en un contexto no tan dramático, a los pretextos del Canelo contra Mayweather: "no me pegó fuerte, nada más me punteó".

Hace cerca de 2400 años, en otra cárcel, un famosísimo prisionero era sometido a juicio. «¿Por qué corrompes a la juventud? ¿Por qué atentas contra nuestras tradiciones?» Su respuesta, en parte, es esta: Una vida que no se examina, una persona que no revisa, piensa, sopesa y con sinceridad reta sus propias acciones, no es una vida que merezca la pena vivirse. Sólo aquellos comprometidos en el esfuerzo por pensar su vida con claridad, serán capaces de reconocer y remover aquellos obstáculos y la fuente de contradicciones e incoherencias en la propia vida. Sólo por eso vale la pena vivir una existencia que se revisa. Sí, diría Sócrates el prisionero, soy culpable de enseñar a los jóvenes a examinar su vida para aportar personas equilibradas y justas a la polis griega.

Sócrates, será siempre para la cultura occidental un recordatorio del peligro que existe para una sociedad, cuando cada alguien falla gravemente en su misión de vivir una vida autoexaminada o autoreflexionada. La polis griega, pensaba Sócrates, está en peligro cuando no promueve una continua reflexión sobre lo que es justo en general y si cada ciudadano en lo particular no se compromete a un tipo de vida así. 

La democracia mexicana, desafortunadamente, tiene en las respuestas del Chapo, un patético ejemplo, entre otras cosas, de una vida no examinada. 

jueves, 7 de enero de 2016

¿Por qué "Emma" es un reto para millennials (mirreyes y ladies)?

"Emma": Gwyneth Patrol (1996) a la izquierda; a la derecha Alicia Silverstone en Clueless (1995)

El 23 de diciembre del año pasado -2015- se cumplieron doscientos años de la publicación de Emma, la cuarta novela de la famosa escritora inglesa Jane Austen. Orgullo y Prejuicio comienza con estas famosísimas palabras: «Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa». En esta primera sentencia se resume la trama de la novela. Con Emma, se abre el telón de este modo:
«Emma Woodhouse, bella, inteligente y rica, con una familia acomodada y un buen carácter, parecía reunir en su persona los mejores dones de la existencia; y había vivido cerca de veintiún años sin que casi nada la molestara o la irritase». 
En esta primera afirmación, Austen anuda la tensión de su narración: por un lado nos describe al personaje con aquellas características con las usualmente nos gustaría identificarnos: bella, inteligente y rica. Pero después desliza un matiz: parecía. Sería como un daba la impresión pero no es así, o lo lógico sería que fuera persona imitable pero algo falla. Sólo parecía sintetizar esa cualidades. Era más bien rica, agraciada y sagaz, pero no tanto próspera, bella e inteligente. No da igual. Emma sería el típico mirrey-millennial o la clásica lady-millennial con estudios, dinero, poder y presencia, cuyo  lema de vida sería ¡lo hago así por que quiero y qué!

Como la novela está narrada bajo la perspectiva de la protagonista, y su carácter atrofiado le impide reconocer en un primer momento cuál es su error, con facilidad el lector también es engañado -si se puede decir así- por la autora. En principio nos introduce en Emma y sus motivos, nos anima a simpatizar con sus razones, nos alienta a justificar sus acciones y nos empuja a reírnos con sus ocurrencias. Pero mientras celebramos sus bromas, percibimos que hay algo que no va.  Emma manipula a su amiga Harriet Smith, lastima a Jane Fairfax, insulta a la Señora Bates –todas ellas que carecen de dinero, inteligencia o posición en la vida-; y peor aún, en el camino se incapacita para conocerse realmente a ella misma y darse cuenta de su error. ¿No se suponía que debíamos imitar a la heroína? «Los verdaderos peligros de la situación de Emma eran, –escribe Austen- de una parte, que en todo podía hacer su voluntad, y de otra, que era propensa a tener una idea demasiado buena de sí misma; éstas eran las desventajas que amenazaban mezclarse con sus muchas cualidades».

A lo largo de la novela, Emma -la rica, guapa e inteligente-, no sólo es caradura impertinente. Se da el lujo de cambiar de opinión y reconocer que se equivoca. Poco a poco somos testigos del despertar de Emma y de su maduración. La sagaz golfa con dinero [la ladymillennial y su resting bitch face o el mirrey-perdonavidas-dueñodelmundo], encaja los reclamos de sus amigos y descubre la poca valía de sus acciones, la imprecisión de sus juicios, su carácter desquiciado. Pero no solo ello, también cae en la cuenta del potencial de su posición económica, de la riqueza de una amistad firme, de la gallardía de su amor y del tesoro de una personalidad lograda.

Los millennials suelen despreciar a las heroínas enamoradas y sumisas, y a los caballeros chapeados a la antigua. Muy bien. Tal vez  las otras novelas de Austen, –Sensatez y Sentimiento y Orgullo y Prejuicio- sean muy cursis para su refinamiento y su vida sibarita...

Ahí tienen a Emma. Léanla. Les hará bien.

(Algunas ideas las saqué de aquí: Actually, Emma is the best Jane Austen Novel. La pista me la pasó  Arcy Ireta)