martes, 3 de septiembre de 2013

Mi abuelo dejó familia en Siria. Ésta no es sólo "una" guerra.

La guerra no es broma. Lo de Siria es una tragedia. Desde el rebelde que come el pulmón de su víctima y lo presume (aquí), hasta los ataques de armas químicas (aquí) según parece por orden de Assad (aquí). Aunque a decir verdad, es fácil recordar el fiasco de inteligencia sobre el que se justificó la guerra de Iraq (aquí). Un video de lo que significa ser periodista en esta guerra puede verse (aquí)

Mis abuelos
La guerra no es broma. Y menos cuando tu familia vive ahí. Mi abuelo materno -Miguel- vino de Siria. En México conoció a su esposa (una hija de libaneses ya nacida en el país). Vivían en Villahermosa. Mi abuela murió antes de que yo naciera; y de mi abuelo tengo sólo unos vagos recuerdos de su visita a Culiacán (1,980 kms en ruta, 1,682 kms en línea recta).

Pero sí recuerdo algo con nitidez. Ellos y mis tíos siempre han estado dispuestos a ayudarnos cuando hemos estado en dificultades (y lo estuvimos muchas veces): aprietos económicos, quebrantos de salud, etc. Siempre nos echaron una mano. Lo hicieron una y otra vez. Siempre que pudieron "sacaron a este buey de la barranca". Y ese espíritu lo aprendieron en su familia. Con frecuencia le dan a mi mamá «ataques compulsivo-irrefrenables de servicio a los demás». Sin duda lo aprendió de mis abuelos. Ha sido como si la «sangre» no fuera suficiente motivo para «ser familia» y al mismo tiempo, como si la «solidaridad» no fuera el único motivo para «ser familia». 

Por feisbuc he conocido a los familiares que viven en Siria. Fotos de vida cotidiana: aficiones, bodas, vacaciones, etc. Imágenes de una vida normal. Una de mis primas me cuenta que los cristianos -por religión y por raza- corren un serio peligro si en lugar de Assad se instala un gobierno con un tipo de musulmán que vive en Siria: o convertirse o morir. También me dice que la situación actual es triste e insostenible.

Por eso, esta guerra no es para mí, sólo «una» guerra. Yo no detendré una ofensiva militar contra Assad. Tampoco puedo evitar el peligro de mis familiares. Por lo pronto sí que puedo cambiar en mi interior y poner en práctica lo que he heredado de la familia de mi «'má»: no sumar una obscuridad más a este mundo, aliviar la opacidad de los demás con solidaridad e iluminarla con alegría. Eso es algo que siempre está en mis manos.

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