sábado, 30 de abril de 2016

Decálogo de los derechos de los niños

"Nunca he entendido a la gente que recuerda la infancia como una época idílica" (Bill Watterson sobre esta tira)

Artículo 1. Todo niño tiene derecho a recibir un manazo cuando vaya a meter su mano en el contacto eléctrico.

Artículo 2. Todo niño tiene derecho a comer carne, pollo o pescado, junto a sus verduras. Todas. 

Artículo 3. Todo niño tiene derecho a ser removido tanto de las faldas de su padre, como de las angustias de su madre, de modo que pueda enfrentar las consecuencias naturales de sus actos.

Artículo 4. Todo niño tiene derecho a poseer un aifon, especialmente si sus amigos ya manejan uno, cuando pueda por su trabajo, obtener los recursos que se requieren para pagar el contrato o el crédito.

Artículo 5. Los niños o las niñas, tienen derecho a ser Carmen. Porque #TodosSomosCarmen.

Artículo 6. Todo niño tiene derecho a ser reflejo y medalla de los logros de sus padres. 

Artículo 7. Todo niño tiene derecho preferente a que su mamá abandone los grupos de guasáp de madres del colegio; este derecho no admite excepciones, ni puede derogarse, ni suprimirse.

Artículo 8. Todo niño tiene derecho a no rayar los libros ajenos y, en general, ni los propios (es como lamer una paleta y compartirla). 

Artículo 9. Todo niño tiene derecho a llorar de berrinche hasta cansarse... hasta el silencio. La única excepción es la que determinen los abuelos, disposición que debe ejecutarse inmediatamente.

Artículo 10. Todo niño tiene derecho a:
          a) Tropezar en las piedras que le corresponde y asumir las culpas de las que es responsable. 

          b) Ser acompañados para que su desliz se convierta en resorte que los empuje, y no una piedra que los sepulte.

(En general, durante la niñez, la persona comprende por vez primera que es amado incondicionalmente, y que ella misma está llamada a amar sin medida. Esta experiencia es irreductible al lenguaje de derechos. Describir los bienes de la niñez en lenguaje jurídico,  necesariamente marca cierta distancia entre el beneficiario y el obligado. Es un discurso que distingue y aleja; propio de otro tipo de experiencia, no del amor. No parece que sea razonable introducir al niño en el mundo del amor, lo que le permite reconocer la propia identidad, a través de un discurso de derechos. Muéstrele amor incondicional, hágalo conciente de esa radicalidad y edúquelo para el don y la entrega. El amor absoluto espera reciprocidad pero no la impone)

domingo, 24 de abril de 2016

El ojo para lo bello, también es el ojo del amor


¿Por qué la belleza importa? Porque nos capacita para amar; nos hace concientes -y gozar- de la importancia de las cosas inútiles, de lo que no puede producirse, comprarse o consumirse. Como el amor es así, el ojo para la belleza, también es el ojo para el amor. La idea no es mía, la encontré en la Amoris Laetitia de Francisco:
127. El amor de amistad se llama «caridad» cuando se capta y aprecia el «alto valor» que tiene el otro. La belleza —el «alto valor» del otro, que no coincide con sus atractivos físicos o psicológicos— nos permite gustar lo sagrado de su persona, sin la imperiosa necesidad de poseerlo. En la “sociedad de consumo el sentido estético se empobrece, y así se apaga la alegría. Todo está para ser comprado, poseído o consumido; también las personas. La ternura, en cambio, es una manifestación de este amor que se libera del deseo de la posesión egoísta. Nos lleva a vibrar ante una persona con un inmenso respeto y con un cierto temor de hacerle daño o de quitarle su libertad. El amor al otro implica ese gusto de contemplar y valorar lo bello y sagrado de su ser personal, que existe más allá de mis necesidades. Esto me permite buscar su bien también cuando sé que no puede ser mío o cuando se ha vuelto físicamente desagradable, agresivo o molesto. Por eso, «del amor por el cual a uno le es grata otra persona depende que le dé algo gratis»” 
128. La experiencia estética del amor se expresa en esa mirada que contempla al otro como un fin en sí mismo, aunque esté enfermo, viejo o privado de atractivos sensibles. La mirada que valora tiene una enorme importancia, y retacearla suele hacer daño. ¡Cuántas cosas hacen a veces los cónyuges y los hijos para ser mirados y tenidos en cuenta! Muchas heridas y crisis se originan cuando dejamos de contemplarnos. Eso es lo que expresan algunas quejas y reclamos que se escuchan en las familias: «Mi esposo no me mira, para él parece que soy invisible». «Por favor, mírame cuando te hablo». «Mi esposa ya no me mira, ahora sólo tiene ojos para sus hijos». «En mi casa yo no le importo a nadie, y ni siquiera me ven, como si no existiera». El amor abre los ojos y permite ver, más allá de todo, cuánto vale un ser humano. 
129. La alegría de ese amor contemplativo tiene que ser cultivada. Puesto que estamos hechos para amar, sabemos que no hay mayor alegría que un bien compartido. [...] Es dulce y reconfortante la alegría de provocar deleite en los demás, de verlos disfrutar. Ese gozo, efecto del amor fraterno, no es el de la vanidad de quien se mira a sí mismo, sino el del amante que se complace en el bien del ser amado, que se derrama en el otro y se vuelve fecundo en él. 
Algo así no se logra sin haber sido introducidos, ni estar acostumbrados a la percepción de la belleza  y sus manifestaciones.



miércoles, 20 de abril de 2016

«¿Para qué sirve la poesía [y la belleza]?» La respuesta de Borges


Encontré este texto en la güeb, aunque no doy con la referencia original. Preguntaron a Borges, ¿para qué sirve la poesía? Contestó así:
“¿Para qué sirve un amanecer? ¿Para qué sirven las caricias? ¿Para qué sirve el olor del café? [...] La poesía sirve para el placer, para la emoción, para vivir”.
De este modo, ¿de qué le sirve al atardecer, explotar de grandeza y armonía? ¿Para qué sirve que la madre contemple a su bebé que duerme? ¿De qué le sirve al muerto que me plante frente a su ataúd? ¿Para qué sirven las arrugas de los abuelos? ¿Para qué sirve el dolor de ver a un hijo enfermo? ¿Para qué sirve amarle sin que lo note? ¿Para qué sirve un esfuerzo no valorado? ¿Para qué sirve regustar el sabor de un platillo?  ¿Para qué sirve detenerme a contemplar todo esto?

No sirve de nada... Pero lo llena todo.

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Ándale, que hoy es tu cumpleaños y quizá te guste.

martes, 19 de abril de 2016

Mientras no tenga un bar universitario, sigue siendo un kínder


Ranking 2016 de grupo Reforma, GDL y CDMX respectivamente. (El diseño es suyo)

Dice el Mural que somos la mejor escuela de Derecho, al menos así lo dicen algunos empleadores. Bien, da gusto y es señal -en parte- de que estamos rodeados de unos profesionistas y profesores excepcionales.

Pero, ¿qué diferencia hay entre ese modelo de institución que profesionaliza o credencializa y un jardín de niños? El Kinder, prepara para el mundo real al alcance del chiquillo: la primaria. Y de ahí, la secundaria, luego la prepa. Parece que la etapa terminal -la universidad- es el último nivel que da acceso al mundo productivo. De ser así, el kínder y la universidad se dedicarían al mismo tipo de proyecto: la maduración para el mundo productivo del siguiente escalón, la certificación de que se es hábil para el mundo real.

¿Para eso sirve la universidad? ¿Es una institución que vende credenciales para ejercer una profesión? Sí, aunque para hacerlo con eficacia, basta un Instituto Tecnológico y un taller que imite la vida profesional. ¿A la universidad le interesa la maduración ética y personal? Sí, aunque para eso, es mejor fundar un convento o un centro de superación personal. ¿Y la investigación? Sin duda, aunque podríamos lograr esos objetivos con un centro de laboratorios y bibliotecas. ¿Transmitir el conocimiento? También, aunque lo más barato sería transformar en aulas, un galerón industrial. ¿Le interesa ampliar horizontes, detonar la imaginación y llenar el corazón para lograr personas íntegras? Definitivamente, aunque para eso, mejor financiamos un museo con guías que expliquen los tesoros ahí guardados y nos permitan contemplar la belleza.

La Universidad en la que creo, en la que quiero trabajar y por la que me esfuerzo, es la única institución donde se unen, a partir de y para la comprensión racional y global, todos estos proyectos parciales. Es la que los hace universales por el alcance de sus horizontes, universales por la profundidad con la que se conocen, universales por las conexiones entre saberes que descubre, y universales porque requiere e implica a la persona en su totalidad, en especial, su ser-amigo.

Por eso es Universidad, no Multiversidad, señalaba Newman. Es ahí donde se madura intelectualmente, sólo si se edifica una comunidad muy peculiar de amigos: unos, –los alumnos-, descubren nuevos saberes, sus motivos racionales y las conexiones vitales de lo que conocen; y otros, –los maestros-, no avanzarían en su comprensión si no introducen a sus aprendices en esa forma de vida. [1] La Universidad no es una etapa en el proceso formativo para la vida profesional, aunque lo incluye. Se trata de aprender un modo de vivir: la del que se preocupa por pensar los por qué de todo lo que ve, a relacionarlo entre sí, y a compartir con amigos la búsqueda de esas respuestas.

Entonces, ¿en qué sitio pretendemos platicar con el profesor que ha logrado integrar intelectualmente todos esos ámbitos? ¿En qué lugar conversaremos anárquicamente con el maestro sobre las razones y acerca de las fuentes de inspiración que ese agudo explorador descubre en el mundo? ¿Dónde se comparte el saber con un amigo? No se me ocurre otro mejor lugar que en un bar universitario.

Un pub así, sería como la cereza. Es muy tonto preparar un pastel sólo para comerse la fruta que lo remata y adorna. Al contrario, cuando la tarta es mucho más que su mera utilidad alimenticia, entonces se vuelven relevantes sus señales de grandeza: como la cereza.

Por eso, mientras una universidad no tenga un bar universitario, sigue siendo un kínder. (La frase es del profesor Doval)

[1] John Henry Newman explicaba que la universidad era una comunidad de pensadores, comprometidos en comprender y vincular entre sí, de forma racional, toda la vida real de las personas reales, -no sólo el homo faber, ni el homo oeconomicus-, por el valor que esta actividad tiene en sí misma, y no tanto por la utilidad que de ella se obtiene. (Por cierto: The Guardian: para Newman el alma de la universidad descansa en la huella que deja en sus alumnos)

domingo, 17 de abril de 2016

«Shakespeare y Cervantes, esa es la cuestión»


El País publicó una serie de artículos sobre Cervantes y Shakespeare, a 400 años de su muerte. Aquí van los links de los textos que son públicos:

Shakespeare o Cervantes, esa es la cuestión, de Alberto Manguel

Cervantes furtivo, de Antonio Muñoz

Shakespeare, el inagotable, de Marcos Ordóñez

Don Quijote, es decir, la historia de la novela, de Francisco Rico


lunes, 11 de abril de 2016

"El Principito" y el mundo real


La semana pasada se cumplió un aniversario de la publicación de El Principito, la famosa novela de Antuan de Sant Exupéry. Aunque suene un cliché, como sabemos, es un libro escrito para niños con problemas de adultos. Por eso podría suceder que lo consideráramos como una novela llena de sentencias simples y un poco cursis. Ahí encontramos problemas humanos como lo importante es el tiempo que pasaste con otro, sólo vale la pena emitir órdenes que sabemos que se van a cumplir, la fundamental tarea que todos tenemos de ser “domesticados”, etc.

En la Universidad suelo escuchar a profesores y alumnos que nuestra tarea consiste en prepararlos para “el mundo real”. Da la impresión de que por mundo real se refieren al mundo del trabajo, de la producción, de la utilidad, del costo beneficio. La Universidad sería como un gimnasio que prepara para la vida real que viene después. 

Tal vez El Principito sea en efecto una colección de frases algo dulzonas y edulcoradas. Aún así lanza las preguntas sobre cuál sería el auténtico mundo real en el que vale la pena vivir. ¿Qué pasa con una persona, si se deja envolver y absorber por la lógica de la utilidad, del “vales mientras produzcas”, “importas mientras trabajes”, "te convierto en unidad de producción o de administración y a cambio de doy dinero"? ¿Es posible romper a la persona y pedirle que se meta en esa lógica de la utilidad y la producción del  mundo del trabajo y pensar que vivirá en su familia, los amigos o en su comunidad en la lógica del encuentro, la apertura, el don y la alegría de la dignidad? 

No podría decir ahora cómo relacionar adecuadamente estos dos mundos. Pero en El Principito, se ponen ante nuestros ojos los temas y preguntas que nos señalarán en qué mundo real vale la pena en que vivamos. Es un texto muy corto. Así que tal vez no haya excusa para dejar de leerlo.

PD. Le dedico esta entrada al profesor Doval. Su ironía abre horizontes.

martes, 5 de abril de 2016

Derecho Humano al matrimonio y a la familia: el acceso y la permanencia


1. Preguntas que están detrás del debate cultural -cada generación enfrenta su propio desafío-. ¿Tenemos hambre de que haya respuesta? ¿Hay respuesta?

a) ¿Hay quien me ame de forma radical? ¿Cómo he de comportarme para honrar ese amor? ¿Cómo integro un amor así a mi biología, a mi cuerpo, a mis afectos, a mi historia, a mi vocación?
b) ¿Cómo relacionarme con otros para no reducirlos a un objeto de consumo?
c) ¿Todavía vale la pena jugársela por amor a otro... para toda la vida?
d) ¿Vale la pena dejar una huella de ese amor en los hijos?
e) ¿Existe un "tu" que sea suficiente para llenar de sentido la vida?
f) ¿Existe «eros» sin «ágape»? ¿Vale la pena el «ágape» sin «eros»? Stein: El amor hace fecundo al dolor; pero es el dolor el que hace profundo al amor
g) ¿Cuál es el "mundo real": máquinas útiles para un despacho que me entregan su vida a cambio de que les pague dinero y les dé fama... (entre los colegas) ¿Dónde se hace más real la vida real de una persona?

2. La familia como respuesta a esas preguntas
-¿Qué aporta la familia a la persona? Origen, sentido, significado, identidad, historia... mundo real
-¿Qué le aporta la familia a la sociedad? Miembros, equidad generacional, un lugar donde puede vivir ajeno a la lógica de la producción y la utilidad, educación

3. El debate cultural en la arena del derecho
A. ¿Quién tiene derecho al acceso?
-Modelo «adultocéntrico»: 
---Al Estado le interesa que se protejan las libertades, por que tendrá miembros "autoestima-dos".
---Proteger el compromiso de dos adultos que dicen quererse. Da estabilidad
---La heterosexualidad no es relevante por que: ni todo hijo nace de, ni todo matrimonio tiene hijos.
----- Las sociedades se fundan para cumplir unos fines, aunque a veces no los cumplan: un equipo de futbol, o una empresa. Lo importante es organizar toda su actividad en vistas a ese fin.
-----¿Se discrimina a unos por que no se les permite participar de unos fines que buscan las instituciones jurídicas, aunque no tengan los prerequisitos para aquello?

-Modelo paidocéntrico
-El Estado no protege el amor. No tiene por qué.
-Como todo hijo nace de unos padres, y cuando permanecen unidos [Papá-Mamá] + [Padres-Hijos] es más viable y probable que el hijo sea buen ciudadano.
-El problema de un elemento esencial-categórico: si no hijos, no heterosexual. Pues tampoco el amor: no todos los casados lo hacen por amor; nadie otorga un certificado de amor.

-¿Se va a terminar el matrimonio y la sociedad por haber ampliado su significado? No lo sé.
-¿Es una resolución histórica decir que el en el matrimonio  da igual la conyugalidad o no? Para la SCJN -y muchos más- sí, es histórico. Curiosamente para la historia, no da lo mismo: para que haya historia necesito una "siguiente generación" y explicarle por qué es un logro. Para eso necesito conyugalidad para que haya hijos, y unos padres que los eduquen.


-Votos Disidentes:
--Sacan del debate democrático.
--Que lo decidan los estados, no cinco personas
--La dignidad no se afecta con la ley, la libertad sí. El juez debe juzgar si se limita adecuadamente la libertad; en el caso de un tribunal Constitucional, si cuando se firmó, en su sentido originario se entendía que definir conyugalmente el matrimonio era lo adecuado. Y si no dice nada, debatirlo democráticamente

B. ¿Por qué permanecer en ella?
-Caso Serrano Cruz: la formación de la identidad

sábado, 2 de abril de 2016

Los otros son un regalo... porque son una gran improbabilidad


Generalmente, el encuentro entre dos personas se da de forma natural. Dos amigos presentan a un tercero; el compañero de clase lleva a un amigo, etc. En otras ocasiones, es más sorprendente. Tanto que haya sucedido, como el momento en que ocurrió.

Un caso de la vida real. Persona1. Amiga de toda la vida de mi familia. Viene a vivir a GDL y después de estudiar en la Universidad, y de trabajar un tiempo por aquí, se muda a otra ciudad. Persona2. La conozco en la Universidad, nos hacemos amigos. Termina sus estudios y por trabajo se muda a aquella otra ciudad. Persona1 y Persona2 coinciden en la misma Universidad por más de cuatro años, sin noticia una de otra. Ahora, las dos se conocen por que son vecinas y compañeras de cotorreo.

Aquí la cita de Chesterton:
“[Robinson] Crusoe es un hombre, recién evadido del mar que se ha instalado sobre un peñasco con unas pocas comodidades. Lo más lindo del libro es la ennumeración de las cosas salvadas del naufragio. El más grande de los poemas es un inventario. Cada utensilio de cocina se convierte en el utensilio ideal, porque Crusoe pudo haberlo dejado caer al mar. Es un buen ejercicio para las horas ingratas o vacías del día, mirarlo todo y pensar cuán feliz uno puede sentirse de haberlo salvado del barco zozobrante y llevado luego a la isla solitaria. Y es mejor aún el ejercicio de recordar cómo todo se salvó por un pelo: cada cosa que tenemos se salvó de un naufragio. Cada hombre ha tenido una horrible aventura: como un oculto nacimiento fuera del tiempo; él, no era; igual que los niños que nunca llegan a la luz. En mi infancia se hablaba mucho de hombres de genio disminuidos o arruinados; y era común decir de muchas de ellos que eran: «Grandes Pudieron Ser». Para mí es un hecho más cierto y sorprendente que cualquier hombre que cruzó por la calle es un: «Grande Pudo No Haber Sido»”.
Lo más sorprendente de todo, es que nos encontramos, todos los días, con personas que son una improbabilidad. Son un regalo inseguro, remoto y absurdo. Tanto su existencia, como nuestro encuentro. Pero están aquí. 

Es buena experiencia rumiar ese asombro. Es fácil: pregunten a un amigo -si son esposos mejor aún-, cómo fue que llegaron al mismo sitio en el que el otro estaba... ¡Había más posibilidades de que no se encontraran, y sin embargo ahí se toparon! ¡Cómo regalo! Como las piezas de un naufragio que se nos arroja a la playa en la que hemos sobrevivido. Para acompañarnos y rescatarnos.

Si quisieran, podrían ver Already tomorrow in Hong Kong. No cambiará la historia del cine, pero cuenta algo de esta gran improbabilidad. Además, tiene el final más inteligente que he visto para las películas de Serendipitynismo.







viernes, 1 de abril de 2016

Quevedo: «Si dios eres, Amor, ¿cuál es tu cielo?»

Un cupido, ciego y con alas. En «La Primavera» de Botichelli.

Si dios eres, Amor, ¿cuál es tu cielo?
Si señor, ¿de qué renta y de qué estados?
¿Adónde están tus siervos y criados?
¿Dónde tienes tu asiento en este suelo?

Si te disfraza nuestro mortal velo,
¿cuáles son tus desiertos y apartados?
Si rico, ¿do tus bienes vinculados?
¿Cómo te veo desnudo al sol y al yelo?

¿Sabes qué me parece, Amor, de aquesto?
Que el pintarte con alas y vendado,
es que de ti el pintor y el mundo juega.

Y yo también, pues sólo el rostro honesto
de mi Lisis así te ha acobardado,
que pareces, Amor, gallina ciega.

Me encontré este poema de Quevedo. Según parece, el español utiliza los dos cuartetos para definir el amor; mientras que los tercetos le sirven para burlarse de él. Eros dibujado como cupido es sólo un chiste ante ante su Lisi. Hasta donde he podido ver, con ese nombre Quevedo se refería al arquetipo quintaesenciado de mujer (wikipedia dixit).