lunes, 11 de abril de 2016

"El Principito" y el mundo real


La semana pasada se cumplió un aniversario de la publicación de El Principito, la famosa novela de Antuan de Sant Exupéry. Aunque suene un cliché, como sabemos, es un libro escrito para niños con problemas de adultos. Por eso podría suceder que lo consideráramos como una novela llena de sentencias simples y un poco cursis. Ahí encontramos problemas humanos como lo importante es el tiempo que pasaste con otro, sólo vale la pena emitir órdenes que sabemos que se van a cumplir, la fundamental tarea que todos tenemos de ser “domesticados”, etc.

En la Universidad suelo escuchar a profesores y alumnos que nuestra tarea consiste en prepararlos para “el mundo real”. Da la impresión de que por mundo real se refieren al mundo del trabajo, de la producción, de la utilidad, del costo beneficio. La Universidad sería como un gimnasio que prepara para la vida real que viene después. 

Tal vez El Principito sea en efecto una colección de frases algo dulzonas y edulcoradas. Aún así lanza las preguntas sobre cuál sería el auténtico mundo real en el que vale la pena vivir. ¿Qué pasa con una persona, si se deja envolver y absorber por la lógica de la utilidad, del “vales mientras produzcas”, “importas mientras trabajes”, "te convierto en unidad de producción o de administración y a cambio de doy dinero"? ¿Es posible romper a la persona y pedirle que se meta en esa lógica de la utilidad y la producción del  mundo del trabajo y pensar que vivirá en su familia, los amigos o en su comunidad en la lógica del encuentro, la apertura, el don y la alegría de la dignidad? 

No podría decir ahora cómo relacionar adecuadamente estos dos mundos. Pero en El Principito, se ponen ante nuestros ojos los temas y preguntas que nos señalarán en qué mundo real vale la pena en que vivamos. Es un texto muy corto. Así que tal vez no haya excusa para dejar de leerlo.

PD. Le dedico esta entrada al profesor Doval. Su ironía abre horizontes.

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