viernes, 30 de noviembre de 2012

Llamó mi atención (Noviembre '12)

-«I longed to have hairy toes like a hobbit», Amanda Craig (aquí), la autora explica por qué le gustó el Hobbit: Bilbo arrancado de sus seguridades y de la nada muestra su grandeza sin dejar de ser hobbit. Para ir "preparando" el estreno.

-«The rise of Mexico», The Economist (aquí), México está de moda. Sólo queda trabajar, trabajar y trabajar.

-«Análisis de las elecciones catalanas», La Vanguardia (aquí) Sólo informativo de las elecciones en Cataluña.

-«¿Por qué fallaron las encuestas en las elecciones catalanas?», Lorena Ferro (aquí). También fallaron los cálculos de los encuestadores. En la elección presidencial en México, también. Más para el análisis.

-«Un país tan vivo como desgarrado», Antoni Puigverd (aquí). Un análisis del resultado de las elecciones en Cataluña. "La sociedad catalana es demasiado compleja para un discurso unívoco". 
Paco Calderón, Reforma, 29/Nov/2012

-«¿Por qué ha perdido CiU?», Josep Miro (aquí). Algo sobre las elecciones catalanas. Desde otra perspectiva, explica el resultado de las elecciones catalanas.

Obama System, 'The optimizer'», Jim Ruterberg (aquí). Se puso de moda, en las elecciones gringas, los análisis cuantitativos y sociológicos. Es malo que crean que la conducta humana se puede prever, cuantificar y por tanto predecir. Es peor, que a veces así suceda.

El nuevo paradigma mexicano», Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda (aquí). No creo que la vuelta del PRI sea volver al viejo México. Ya cambiamos. 

The Learning Nation: You do not have my full attention», Cale Birk (aquí). Unos consejos para no azotarse por la tendencia de los alumnos a distraerse con la tecnología que llevan a clase. Ser creativos ante esta realidad.

¿Quo Vadis, Artur Mas?», Ana Mar Fernández Pasarín (aquí). Más allá de mi postura sobre la independencia catalana (en España es un tema sensible), la autora -que tiene su postura clara en contra- lanza unas preguntas que objetivamente los partidarios de la independencia no han resuelto. Por que no hay respuesta en la legislación europea actual: sólo se aplican normas diseñadas para otros casos.

El Alegre pesimista», Jesús Silva-Herzog (aquí). Un comentario sobre la importancia de los clásicos.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Ve a la FIL y le[e]lo... Sugerencias 2012

¿Cómo unir los 9 puntos, con líneas rectas, sólo cuatro, y sin levantar el lápiz? Tic, tac, tic, tac... ¡Correcto! Con perspectiva. 

Unir con 4 líneas, sin despegar el lápiz...
Y eso se aprende pensando. Y para pensar hay que aprender a leer y a guardar silencio. Las ideas se nos ocurren cuando unimos los "paquetes de información" de forma nueva o los colocamos en un contexto no probado antes... El «a-ha moment». Luego volvemos a la realidad a comprobar que no inventamos la rueda o alguna tontería. No es bueno creerse lo primero que se nos ocurre, decía mi messtro Carpintero. (Aquí, un link sobre el proceso creativo de ideas). 

Sin duda alguna, una empresa o un despacho son grandes lugares de aprendizaje. Pero no se va a la Universidad a aprender «¿cómo se trabaja en una empresa?» o «¿cómo se opera el derecho en el foro?». Eso es mucho, pero es poco. No vamos a un training room, ni a sesiones de autoayuda o de team management.

La Universidad ha sobrevivido más de 900 años porque ahí se aprende a dialogar: con la ciencia, con otros y con la cultura. Se aprende cómo hacen en otros lugares o épocas para operar una empresa o el derecho. Y más importante... ¿por qué se hizo así? ¿Por qué ha sido eficaz? ¿Por qué dejó de serlo? ¿Por qué el derecho puede ofrecer motivos para la acción? ¿Por qué no puede "producir" la justicia? ¿Qué tipo de personas es necesario formar para que el derecho sea un actividad viable? ¿O qué tipo de cualidades éticas necesita una empresa para ser posible y cómo un ingeniero desarrolla el ingenio?

Silva-Herzog, refiriéndose a Jacques Barzún, escribió en su blog (aquí): 
La universidad era para él el espacio para conversar con esas obras, con esos autores. Los clásicos eran la única esperanza de comunidad: necesitamos esas ideas, esas imágenes, esas fábulas y mitos para tener un vocabulario que permita entendernos. Ese lenguaje común era para él el cimiento de la buena voluntad y de la confianza. La universidad era por ello un bien público imprescindible. La universidad habría de educarnos en los clásicos para cultivar nuestra imaginación pero ha sido secuestrada por entrenadores empeñados en usar los salones de clase para instruir oficios y técnicas. La “gangrena de la especialización” que padece la universidad contemporánea busca solamente el vulgar adiestramiento de los profesionales.
Sé que dejo para otra ocasión algún comentario para la parte de "guardar silencio". Pero por lo pronto pongo aquí tres listas.  Una, la tradicional en imagen al final de la entrada. Otra de libros que se consiguen en Kindle o iTunes Store, y otra de caprichitos:
Perspectiva: ¡Hay que Salir del cuadro!

A. Libros en inglés, "conseguibles" para Kindle o en la iTunes Store:

a. Vanished Kindgdoms, Norman Davies. Está en iTunes Store, pero vale la pena tenerlo en físico.
b. On Politics: A History of Political Thought: From Herodutus to the Present, Alan Ryan. Está en Amazon, pero vale la pena tenerlo en físico.
c. The Inheritance of Rome, Chris Wickham: Está en iTunes Store, pero vale la pena tenerlo en físico.
d. Beauty. Roger Scruton. 
e. The Hobbit. Enchanced Edition. Tolkien. Lo interesante aquí es la colección de dibujos.

 B. Libros que si se los regalan al Profesor Pallares, estará muy feliz. (Y si no se lo quieren regalar, está dispuesto a pagarlos). Lo difícil es encontrarlos.

a. El orden jurídico medieval. Paolo Grossi. Ed. Marcial Pons.
b. Apología de Sócrates. Critón. Platón. Ed Gredos. Está en "Diálogos I".
c. Gorgias. Platón. Ed. Gredos, Está en "Diálogos II".
d. La República. Platón. Ed. Gredos. Es "Diálogos IV".
e. Ley Natural y Derechos Naturales, John Finnis.
f. Aquinas, John Finnis.

Y ahora sí... la lista de 45 libros de este año (en pdf aquí):


PD. Esta entrada está dedicada al fundador y autor del «Blog No Oficial» (aquí), del «martes de #ahhperro» y del #poweranking más subjetivo en el que vale la pena aparecer... ¡Un abrazo por tu cumpleaños!

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ser fiel a la propia historia: el caso de Frodo y de Stein

Edith Stein, profesora
La angustia de Edith

Algo preocupaba a Edith Stein. En la historia de cada persona, la libertad se descubre «asaltada» por las circunstancias: se ve forzada a tomar decisiones en un contexto no decidido. ¡Qué ironía! Una libertad empujada a decidir. Como Frodo Bolsón. Él no eligió ser sobrino de Bilbo, ni el anillo; tampoco que la paz dependiera de su destrucción... Su biografía le «fuerza» a decidir. 

Al mismo tiempo, sigue argumentando Stein, la libertad tampoco controla o prevé todas las consecuencias de sus decisiones. Uno elige con la esperanza puesta en que nuestras acciones exteriores coincidirán con nuestras intenciones personales. Como Frodo. Espera que Gollum lo guíe, que Sauron se vea traicionado por sus deseos y que Sam lo acompañe. Pero la propia libertad no le alcanza por sí misma para garantizar el fin deseado. Pero aún así, ha de decidir y lanzarse. 

Edith se preguntaba, ¿qué papel juego realmente en el acontecer del mundo y en la historia de mi vida? ¿Como es que los seres humanos, nos vemos forzados continuamente a actuar sin conocer todas las razones, sin poder prever todos los resultados? ¿Por qué entonces cargamos con la responsabilidad de algo que no hemos podido diseñar en su totalidad? Le compartía su inquietud a su amigo Roman Ingarden 
«[N]o sabemos lo que hacemos ni podemos parar el curso de la historia, aunque lo rechacemos. Ciertamente no es fácil de entender [...] Emotivamente me encuentro en un conflicto interior insoluble. Me esfuerzo una y otra vez por comprender, pero inútilmente, el papel de los seres humanos en la historia» 
Este es el nudo ante el que se encuentra Edith: para que la historia de «mi vida» tenga sentido debía de (i) tomar en cuenta lo ya dado del pasado; (ii) el no-control del futuro y de la libertad; debía vincularse a (iii) una escena final que articule hacia ella las escenas individuales y decisiones parciales de la propia vida; y, (iv) un "tipo de historia" con el que se interpreten las escenas (no es lo mismo abrir una puerta en una historia de terror, que en una comedia). 

La angustia de Frodo

Frodo subía las escaleras de Cirith Ungol para entrar a Mordor, una tierra de sombras, "viento, piedra, huesos y muerte". Eran los dominios de Sauron, de los orcos y de «Ella-La-Araña». Mientras descansa junto a Sam, se da cuenta que están «atrapados» en un camino "que nos fue trazado" y en parte también fue decidido... 

Platican sobre la escena en que se encuentran y se comparan con las historias que conocen de héroes. De ahí sacan fuerza. En esas narraciones, los héroes salen a buscar aventuras y sus conquistas merecen contarse, repetirse y celebrarse. No eran aventuras ordinarias -como las suyas-, ni mucho menos impuestas -como lo que viven-. Sam reflexiona: 
«Se diría que los protagonistas se encontraban de pronto en medio de una aventura, y que casi siempre ya tenían los caminos trazados, como dice usted. Supongo que también ellos, como nosotros, tuvieron muchas veces la posibilidad de volverse atrás, sólo que no la aprovecharon. Quizá, pues, si la aprovecharan tampoco lo sabríamos, porque nadie se acordaría de ellos. Porque sólo se habla de los que continuaron hasta el fin... Me gustaría saber en qué clase de historia habremos caído.»
Los Hobbits imaginan el final de la historia en la que ellos están metidos, y si el final que todavía no conocen determinará el tipo narración con la que interpretarán ese momento de crisis. En las historias reales, dice Frodo, "los protagonistas no saben absolutamente nada. Y tu no querrías que lo supieran". Sam continúa:
« -[...] ¿Las grandes historias no terminan nunca? 
-No, nunca terminan como historias -dijo Frodo-. Pero los protagonistas llegan a ellas y se van cuando han cumplido su parte. También la nuestra terminará, tarde... o quizá temprano.
-Y entonces podremos descansar y dormir un poco -dijo Sam. Soltó una risa áspera-. [...] Los planes grandes e importantes no son para los de mi especie. Me pregunto sin embargo si algún día apareceremos en las canciones y en las leyendas. Estamos envueltos en una, por supuesto; pero quiero decir: si la pondrán en palabras para contarla junto al fuego, o para leerla en un libraco con letras rojas y negras, muchos, muchos años después. Y la gente dirá: «-¡Oigamos la historia de Frodo y el Anillo!» Y dirán: «Sí, es una de mis historias favoritas. Frodo era muy valiente ¿no es cierto, papá?» -«Sí, hijo mío, el más famoso de los hobbits, y no es poco decir.»
-Es decir demasiado -respondió Frodo, y se echó a reír, una risa larga y clara que le nacía del corazón. Nunca desde que Sauron ocupara la Tierra Media se había escuchado en aquellos parajes un sonido tan puro. Sam tuvo de pronto la impresión de que todas las piedras escuchaban y que las rocas altas se inclinaban hacia ellos. Pero Frodo no hizo caso; volvió a reírse.
–Ah, Sam si supieras... -dijo-, de algún modo oírte me hace sentir tan contento como si la historia ya estuviese escrita. Pero te has olvidado de uno de los personajes principales: Samsagaz el intrépido. «¡Quiero oír más cosas de Sam, papá! ¿Por qué no ponen más de las cosas que decía en el cuento? Eso es lo que me gusta, me hace reír. Y sin Sam, Frodo no habría llegado ni a la mitad del camino ¿verdad, papá?»
-Vamos, señor Frodo -dijo Sam- no se burle usted. Yo hablaba en serio.
-Yo también -dijo Frodo-, y sigo hablando en serio. Estamos yendo demasiado de prisa. Tú y yo, Sam, nos encontramos todavía atascados en los peores pasajes de la historia, y es demasiado probable que algunos digan, al llegar a este punto: «Cierra el libro, papá, no tenernos ganas de seguir leyendo.»
-Quizá -dijo Sam-, pero no es eso lo que yo diría. Las cosas hechas y terminadas y transformadas en grandes historias son diferentes.[...]» 
En mis "entrevistas conmigo mismo", suelo platicar de lo que puedo aprender cuando se vincula este pasaje de "El Señor de los Anillos", con el problema del sentido de la historia que preocupaba a Edith. Y siempre encuentro «ideas-que-ilusionan» o «entusiasmógenos». 

La salida es... caminar.

Una tratamiento de cuatro pastillas para seguir en movimiento cuando el propio camino se pone difícil:

(i) Una gran historia se escribe con una libertad ávida de lectura: leer qué es lo que ya no controlo de mi pasado pero me trajo aquí; conocer lo que condiciona mi presente y esperar la respuesta con la que el futuro responde a mi reto. Si no «leo» esas páginas, mi libertad caminará con piernas muy cortas. 

(ii) Sam no sabía si viviría o no, un final feliz. Pero está convencido de que forma parte de un gran relato: la historia del Sinmarilion y de Bilbo. Al igual que en nuestra historia personal, nunca estamos solos. El hilo de nuestra historia ya está anudándose junto con otros en una gran historia común. 

(iii) La risa de Frodo, que sorprende hasta las piedras de Mordor, vence la lógica-ilógica del mal que impera en esos parajes. El poder de Sauron no puede impedir la carcajada franca de Frodo, ni su amistad con Sam. ¡El silencio y la esclavitud de Mordor no tienen la última palabra! Hay un principio de redención en los hobbits que llena de sentido a una escena que todavía no tiene garantizado el final. En definitiva, la amistad y la alegría dan sentido temporal a la historia. 

(iv) Ni Frodo ni Sam saben en qué tipo de historia se encuentran por que desconocen su final. Aún así, deciden ser fieles a sus compromisos vitales. Eligieron cumplir la misión y destruir el anillo. Permanecen en esa historia hasta el límite de sus fuerzas, a costa de su vida si hiciera falta. 

Con el paso de las escenas, esa fidelidad «crea» el final y por lo tanto logran construir la última escena que dará sentido al resto de escenas hasta entonces inconexas. Primero son fieles, son "de verdad", "fidedignos" –en inglés se usan expresiones así para referirse a la fidelidad: to be true, faithful- y gracias a ello... ¡hay final feliz! 

Lo vuelvo a escribir: la fidelidad es la que «crea» el final feliz.

Edith, todavía agnóstica, percibió que el cristianismo colocaba todas las historias personales entre una primera escena (la creación por amor) y un final feliz absoluto (la venida definitiva del Redentor). Lo que sucede entre esos dos puntos, son microhistorias de libertad amor, encuentro y redención. El Dios personal de los cristianos acompaña al viajero y lo invita a que confíe tanto en un final lleno de sentido, como en una capacidad de redimir las escenas y decisiones que en apariencia no "encajan".

Esta visión -de final feliz garantizado- es sobre la que Peter Jackson construye este pasaje de su versión de "El Señor de los Anillos". Frodo y Sam sacan fuerza para ser fieles, por que se garantiza el final feliz. Si en Tolkien, la fidelidad es la que genera el final feliz, en Jackson la garantía de un final feliz es la que «crea» fidelidad.



sábado, 17 de noviembre de 2012

Bilbo y «La República» de Platón


La profesora Mary M. Keys de la UND presentó en septiembre una «lecture» titulada «Tolkien's Literary Politics» 

Su ponencia busca mostrar dos ideas: (i) la prioridad de la amistad para lograr la justicia en una comunidad; y (ii) el papel fundamental de la humildad. Sugiere que la interpretación común del libro -el proceso de madurez de Bilbo- es equivocada. Para Keys, el tema principal del libro es la tensión entre la justicia, la amistad y la humildad. 

Como recordarán, Bilbo se dedicaba a «la buena vida». Trabajaba, cuidaba su jardín, él se cocinaba, y gozaba de una buena casa, ingresos, etc. Vivía en un «mundo» inocente (Hobbiton), donde le iba bien al que trabajaba y era honesto. Un lugar donde se respetan las cosas ajenas, donde se vivía conforme a una tradición, donde no se introducen disonancias a esa armonía ya dada. El mundo donde a los «buenos» les va bien, por que lo merecen. Su trabajo les cuesta, pero la recompensa es merecida y segura. El ritual de la comida es un ejemplo de ello. No tenía más ambiciones y no hacía falta más. Bilbo era «justamente» un hobbit «honesto». Y  bajo esas reglas, sería  justo que viviera bien.
Lástima. Desde el exterior, vienen por él. Lo invaden con una sutil ironía: unos enanos entran «injustamente» en sus cosas, buscando al más honorable de los hobbits, a  Bilbo; le proponen «robar», le apodan el «saqueador». Bilbo quiere guardar las formas y su «honestidad». Entra a formar parte de una sociedad comercial -se firma un contrato- orientada a recuperar un tesoro robado... robándolo. Durante la historia se merecen el respeto mutuo y terminan siendo amigos entre sí.

En varios pasajes de «El Hobbit», se repite también la consideración de lo justo y su vinculación con el hombre honesto (mejor dicho, el "Hobbit" honesto). Por ejemplo el juego de acertijos con Gollum nos hace preguntarnos: ¿qué pasa cuando no se respetan las reglas? ¿Se puede superar una amenaza, violando las reglas del juego de adivinanzas que el enemigo estaba dispuesto a romper? "¿Qué me pasa a mi cuando violo esas reglas?"

Otro ejemplo. La misión común consistía en «robar» a Smaug un tesoro que él había robado primero a los enanos; así que nos preguntamos ¿se puede recuperar lo robado, robándoselo al ladrón? ¿Puede Bilbo, seguir siendo honesto si es un saqueador? ¿Se es saqueador cuando se recupera lo propio, aunque sea mediante el robo? 

Center for Ethics and Culture, ND
Así, con este juego de ironías, Tolkien va tejiendo una historia con los hilos de la honestidad, la justicia y la fidelidad a los amigos. Construye una comunidad de amigos que comparten el placer y el dolor, los riesgos y la victoria: porque son amigos, porque son honestos, porque son justos.

Platón en la República había construido un argumento similar, al preguntarse cómo levantar un Estado desde sus fundamentos. Su punto de partida es la pregunta de la justicia:  ¿se determina por la fuerza o por la razón? ¿La justicia consiste en hacerle daño a los enemigos y favores a los amigos? ¿Da lo mismo a un hombre justo hacer cualquier tipo de justicia? ¿Qué tipo de personas es capaz de ello y cómo se educa a alguien así? ¿Por qué lo justo es un bien en sí mismo, y la persona justa la expresión de la perfección humana? Platón no lo duda: el hombre honesto es el justo, la justicia es un bien en sí mismo, y sólo se descubre y se realiza a través de la amistad. La democracia sin amigos entre los ciudadanos, es inviable.

Por cierto, «La República» también incluye el relato de un anillo que hace invisible a su dueño. Glaucón ejemplifica una idea con el mito del anillo de Giges. Sí, un anillo que hace invisible a su dueño. No sería razonable, el dueño sería un tonto,  si el portador invisible no hiciera lo que quisiera. Como nadie lo ve, nadie lo podría hacer responsable. (La República, Libro II, 359a-360d).  Sócrates -el personaje de Platón- le responde: las acciones valen por sí mismas, no por que alguien te vea o no. Quien comete injusticia se convierte en esclavo de sus apetitos; mientras quien se comporta racionalmente aunque nadie lo vea, se controla a sí mismo y puede ser feliz (La República Libro X, 612b).

Para terminar. El argumento de «El Hobbit» y «La República» se puede resumir así: si quieres paz, haz justicia; si quieres justicia, haz amigos; y si quieres amigos, sé honesto. ¡Ah! Tolkien introduce un elemento más. «El Hobbit» relata una aventura desde el punto de vista de un hobbit. Desde la pequeñez. Bilbo es diminuto, humilde. 

Bilbo conoce su sitio: no se engríe para tomar un puesto que no le toca, pero no se acobarda cuando su responsabilidad es la grandeza y la magnaminidad. Es el mejor "ubicado". En eso se traduce su humildad.

Si no has leído el libro, no te pienso echar a perder el final. Pero transcribo los últimos párrafos de la historia para mostrar esta vinculación de temas que ofrece la humildad de  Bilbo. El más honorable y humilde de los hobbits, un saqueador, se vincula con sus amigos, vive honestamente, busca hacer lo justo, es capaz de cambiar el mundo...  ¡y  lo pasa en grande! 

—Entonces las profecías de las viejas canciones se han cumplido de alguna manera! —dijo Bilbo.
—¡Claro! —dijo Gandalf—. ¿Y por qué no tendrían que cumplirse? ¿No dejarás de creer en las profecías sólo porque ayudaste a que se cumplieran? No supondrás, ¿verdad?, que todas tus aventuras y escapadas fueron producto de la mera suerte, para tu beneficio exclusivo. Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia ¡eres sólo un simple individuo en un mundo enorme!
—¡Gracias al cielo! —dijo Bilbo riendo, y le pasó el pote de tabaco— 

Fumando, «agusssto» (LOTR)


jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Se pueden justificar racionalmente los Derechos Humanos?

Estoy preparando una ponencia para un congreso aquí en la universidad. Escribo un resumen. O mejor dicho, pongo en blanco y negro las ideas. El esqueleto de lo que diré. Es un pensar en voz alta. Por cierto, la ponencia incluirá las citas y anécdotas respectivas...  las hay y muchas. Soy consciente de que esta entrada  rompe con las «best practices» de un Blog.

Voy a exponer por qué es posible concluir que los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) articularon una justificación racional de estos derechos. 

A. La justificación racional de los derechos humanos de los redactores de la DUDH

Esto se muestra principalmente en la fórmula del artículo 1, la transcribo dividida en tres partes: (1) «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y,...» (Ser) (2) «...dotados como están de razón y conciencia,...» (Conocer) (3) «...deben comportarse fraternalmente los unos con los otros». (Deber)
Samuel Aranda,  ganadora del World Press Photo 2012, NYT

Los redactores afirmaron tres cosas interrelacionadas entre sí: 

1. En el nivel del «ser»: la persona es digna y goza un valor radical por el simple hecho de serlo. Esto implica que existe un «núcleo» real e indisponible de valor, tanto para el Estado, para el derecho y para cualquier otro ser humano. Tres ideas a tomar en cuenta:

a) El uso de palabras "inherente", "todos", "nacen" y el debate que generaron estas palabras apuntan a ese núcleo real del carácter indisponible, insustituible y absoluto de la persona. 
b) El uso deliberado de las palabras «persona», «comunidad», «deberes» y «dignidad» muestra un voluntario abandono  de las categorías ilustradas clásicas por parte de los redactores. El «ser-persona» de la DUDH no es el «átomo-individual» de la Ilustración.
c) Es «real». La existencia de la persona no sólo es una conclusión lógica (Kant) o una fórmula vacía que utilizamos para que cada cultura lo llene con sus convicciones culturales. O hay una persona-digna real o el discurso de los derechos humanos es un autoengaño.

2. Transito por el «conocer». El «ser-persona» se manifiesta en la capacidad de razonar y en lugar de la conciencia. Lo entendieron en dos niveles:

a) «Conocer» como empatía o Ren: La «persona» no se conoce como se conoce un atril o un libro: «algo-ahí». Al captar racionalmente a la persona -en la conciencia-, capta su dignidad, su llamado a la solidaridad, el carácter deóntico de esa empatía. Esta conclusión se obtiene del sentido que PC. Chang (China) ofreció de la palabra conciencia, del acuerdo que generó entre sus colegas y ese uso que se dio a la frase en el resto del documento. Es decir, el conocimiento de la realidad de la persona es un conocimiento deóntico, nunca es sólo empírico.

b) "Razón y conciencia", «Conocer» como expresión de libertad. Malik (Líbano) explicó varias veces que la DUDH debía reconocer el lugar que la persona ocupa ante el Estado y la ley. No se trata sólo de reconocer un derecho a la libertad, sino el hecho de que la persona no puede ser "atrapada" por una ley o que la justicia no se puede "producir" a través de la coacción. Aunque el derecho a la libertad de conciencia está colocado en la sección de derechos civiles del catálogo, para Malik,  el "derecho de convertirse (freedom to become)", forma parte de la comprensión de la dignidad de la persona. (Volveremos más adelante sobre esta idea) 

3. Conclusión normativa: «deber». La realidad de la dignidad tiene dos caras vinculadas intrínsecamente: «derechos-deberes». La Ilustración explicaba que «derecho» implica un «titular-del-beneficio» al que se opone un «portador-de-la-carga» o «deber». A «mi beneficio» se opone «tu carga». Por su parte, la DUDH explica que el «derecho» es al mismo tiempo «carga-beneficio» de una exigencia de la vida en común: porque la persona es relacional. En otras palabras, la persona descubre su dignidad al descubrir el valor de otro, sus «beneficios» sólo tienen sentido a través de sus deberes sociales. 

La fórmula del Artículo 1 se compuso originalmente junto con una serie de artículos sobre el carácter fundamental de la comunidad. Al final, estos artículos se "sintetizaron" en un sólo párrafo y se colocaron en el artículo 29(1) para respetar el orden tradicional (Ilustrado) de componer documentos de derechos humanos. De forma que, para los redactores, «derechos» y «deberes» forman parte de la descripción de «persona» y su relación con la «comunidad»

4. Vinculación intrínseca de los tres elementos El Artículo 1 fue para ellos como la clave interpretativa de todo el documento. Para los redactores era real que del ser digno de la persona se seguían unos derechos y deberes, descubiertos gracias a la capacidad racional de la persona y descubiertos existencialmente en su conciencia. Para ellos no tenía caso sostener el sistema de derechos humanos si estos tres componentes no eran reales, indisponibles y vinculados entre sí. (Hay un eco del «self-evident» de la Declaración Americana, pero esta "conciencia" no es Ilustrada)

Eran conscientes de que la Carta de Naciones Unidas buscaba construir la paz y la seguridad internacional a partir de acuerdos políticos y militares. La Declaración Universal debía ser un documento que apelara a la conciencia ética de la persona, que partiera de su dignidad radical y que lo orientara hacia la comunidad.

Pues bien, si fundamentar significa justificar racionalmente, para los redactores, esa justificación racional consiste en afirmar un «ser» que transita mediante un «conocer» y concluye en un «deber». Razón y Realidad se vinculan en la conciencia de la persona. Existen los derechos humanos porque existen estos tres elementos.
La técnica no lo es todo


B. Las fuentes intelectuales y culturales.
¿Desde qué filosofías de construyó una fórmula como la del Artículo 1? 

1. Ilustración: de esta filosofía se utilizó el lenguaje de los derechos, el uso de algunas palabras como «inherente», las fórmulas de algunos derechos tomadas como clásicas: derechos de libertad, de participación política, del debido proceso, etc.

2. Filosofía de Confusio: Aunque «Ren» aparece sólo en la palabras «razón y conciencia» su sentido anima toda la Declaración. Un "confusionista" se sentiría incómodo, pues junto a «Ren» habría que explicar el sentido de los términos «Li» y «Xiao»; una tríada de palabras que se "sienten" extrañas en un ambiente individualista de "derechos" del "individuo". 

3. Tomismo: Malik era conocido entre sus colegas como seguidor del aquinatense. En varios momentos sus argumentos se plasmaron en la declaración como la existencia de una naturaleza humana, el carácter racional de la persona, la vida en comunidad, la necesidad de que el derecho positivo respete las normas éticas de la ecología humana. Y aunque las palabras «naturaleza» y «Dios» fueron eliminadas de la Declaración, a Malik le pareció consistente la fórmula del Artículo 1: ser-conocer-deber. También es verdad que Malik nunca citó públicamente a Tomás en las sesiones de redacción de la Declaración.

4. Las fórmulas solidarias  latinoamericanas. Latinoamérica aportó fórmulas que nivelaban derechos con deberes, individuo con comunidad, derechos civiles con derechos sociales. Sin América Latina la Declaración difícilmente hubiera encontrado un balance atractivo y alternativo a los acercamientos Capitalistas o Comunistas propios de la guerra fría.

5. Existencialismo agustiniano (¿?). A ver si logro explicarlo. El Estado y la ley son importantes para lograr cierta paz, justicia, seguridad y de alguna manera, para resolver las necesidades materiales y espirituales de la persona. Bien. Para lograrlo fijan un "peaje" muy caro. Los Estados totalitarios, y a veces la experiencia histórica de todo Estado, exigen a la persona su  vinculación exclusiva a los mecanismos del Estado y a las reglas del derecho. ¿No se "cobra" demasiado? Cuando un Estado promete la paz y la seguridad del pan a cambio de recibir la lealtad absoluta de sus súbditos, ¿no corre el riesgo de suplantar a la persona? Cuando la ley exige de sus destinatarios que suspendan su libertad, ¿no está eliminando a la persona? ¿Acaso el Leviatán, a cambio de la promesa de pan y de paz, no termina deglutiendo a sus miembros? (Una especie de «Ogro filantrópico» del que hablaba Octavio Paz)

Un estado totalitario se gesta cuando la promesa de resolver las necesidades materiales y de seguridad (pan y paz) se exige a cambio de supresión de la persona (su dignidad, su libertad y sus lealtades intermedias). "¿Quieres pan y justicia? Sólo a través de los mecanismos del Estado se pueden cumplir esos deseos. Te los prometo a cambio de que me adores". Los fines se confunden con los medios, y la necesidad se convierte en el «dios» que se adora y que exige el sacrificio máximo. Este es el verdadero peligro que acaba con los pueblos y con las personas. Agustín de Hipona explicó este proceso en las "Dos Ciudades", Dostoyevsky lo describió en "El Gran Inquisidor". 

Chales Malik insistió en que la Segunda Guerra mundial -las raíces negativas de la DUDH- se originó por esa suplantación. Veía en el "Estatalismo" -de izquierdas como de derechas- el nuevo rostro de ese "ogro filantrópico". 

Malik quería que la DUDH se nutriera -las raíces positivas- del reconocimiento de la dignidad y de la libertad -principalmente de la libertad de conciencia-, que se alimentara del florecimiento de la persona en el contexto de sus lealtades sociales cercanas como la familia, la escuela, la comunidad religiosa, etc.

Hasta aquí las fuentes desde las que se construyó el Artículo 1. Ahora bien, ¿desde todas estas fuentes es posible obtener una conclusión unitaria? ¿Podía hacerse mejor? Charles Malik ofrece esta respuesta: 
"The UDHR is a statement of principle. Even as such it is not perfect. It is not perfect because it is not the creation of a single mastermind. If a Plato, Saint Thomas or Leibniz were to be assigned the task of elaborating such a document, it would have come out almost a perfect construction, aesthetically, logically and from the point of view of adequacy… The lost in rational perfection (in UDHR) is compensated by the gain in universal interest" 
El valor que tiene la Declaración es su carácter "universal". Al menos sabemos que estas verdades son aceptadas y conocidas por todos.  Los redactores buscaban un documento que dijera "algo" pero que lo dijera en un lenguaje "universal" o aceptable por todas las culturas del mundo. 

C. ¿Acertaron?
Así fue como intentaron "justificar racionalmente" unos derechos humanos universales.  Desde el «Ser» pasando por el «Conocer» hasta concluir en el «Deber». ¿Es un intento válido? ¿Es consistente una conclusión así? Sin duda para resolver esa pregunta habría que escribir una tesis doctoral (eso hago). En esta ponencia sólo voy a indicar algunas interpretaciones y críticas que el argumento ha recibido lo que me permitirá ofrecer al menos unas conclusiones.

1. No hay nada metafísico. Tore Lindhom explica que los redactores, al preocuparse sólo del «qué» y no del «por qué», vaciaron la Declaración de todo contenido metafísico. Son sólo fórmulas vacías que se llenan por cada cultura. Sólo así se puede salvar la pretendida universalidad.

2. Intuiciones lógicas, no contenidos metafísicos. (Rawls-Nussbaum). Saamdoy explica que la Declaración no busca una justificación ontológica, sino sólo epistemológica. Ya sea porque el Artículo 1 es un típico ejemplo de "overlaping consensus" (Rawls) o porque los derechos humanos son intuiciones de lo que significa ser persona (Nussbaum, Morsink)

3. Imposibilidad por contagio: el discurso de «derechos». MacIntyre reconoce que la intención puede ser valiosa, pero no el instrumento para hacerlo. Suele criticar a la Ilustración y la modernidad sobre la base de presentar unos fundamentos que impiden toda discusión racional. Pues donde no hay realidad que conocer o donde no se comparte una concepción común del bien humano, es imposible llegar a acuerdos racionales entre personas.

 Como el discurso de los derechos humanos es propio de la edad moderna, con un sujeto-átomo-autónomo, que asume derechos "ya terminados", y como los seguidores de esta escuela no justifican en la realidad sus conclusiones sino en la coherencia lógica, MacIntyre fundamentar "derechos" es una tarea contaminada de origen, pues este discurso es típicamente Ilustrado y parcial.

4. La fundamentación de los derechos humanos pasa también por el problema de la porosidad del concepto. «Derechos humanos» se puede utilizar como discurso de ética pública, como meta política o en un discurso jurídico. Cada uno de estos ámbitos tiene sus reglas, categorías racionales y alcance. No da lo mismo justificar para el derecho que justificar para la filosofía o para una meta política.

5. Por si esto no fuera todo, la justificación racional de los derechos humanos depende de un diálogo que sucede en cada cultura. No es una tarea matemática: una vez que se demostró que en todo triángulo rectángulo, la suma del cuadrado de los catetos es igual a la suma del cuadrado de hipotenusa, la justificación racional del teorema de Pitágoras pasó al acervo común de la humanidad. En cambio, como los derechos humanos son a la vez una tarea ética y cultural a cada cultura le corresponde hacer el ejercicio de justificar para sí esas exigencias sociales de la dignidad. JPII lanzó este reto (Vid Discurso al cuerpo diplomático, 1989 -creo-).

D. Conclusión

Me parece que la DUDH es, principalmente, un documento de ética pública escrito como Declaración en el Derecho Internacional y que puede servir como una ley general en un problema jurídico.
Argumento «cerrado» pero «no terminado»

Por eso su justificación de los derechos humanos es sólo un primer giro en una escalera de caracol. El argumento está "cerrado" pero no "terminado". ¿Por qué es ser es así? ¿Por qué se conoce de esa manera? ¿Por qué se puede decir que es un deber? ¿Por qué puede asumirse que la realidad es cognoscible y la razón capaz de conocer? ¿Por qué la realidad de la persona está impregnada de un logos cognoscible por una razón que vincula deónticamente a la persona? 

La Declaración es incapaz, no le corresponde, ofrecer una respuesta satisfactoria a estas preguntas, pero eso no impide a que en su ámbito, el argumento sea consistente.

(Si llegaste hasta aquí... mis respetos)

sábado, 10 de noviembre de 2012

«Final Four» de las elecciones gringas

(Versión 1.1, actualizada el 11/Nov)

Como no voto en las elecciones gringas, me preocupé por seguir a los actores no políticos que influían en su elección. Es decir, aunque los políticos preparan un mensaje y buscan hacerlos llegar a sus audiencias, éstas satisfacen su propia demanda de información. 

Los votantes no siempre son receptores pasivos. Hay, en definitiva, menos control por parte de las campañas sobre el mensaje. La información que buscan los votantes puede ser distinta a la que ofrecen los candidatos.

Y estos son el «Final Four» de las elecciones gringas. Los cuatro temas que configuraron, me parece, el modo de hacer la campaña, sin referirme al mensaje. 

1. Los «Fact-Checkers».
La lógica de una campaña implica sintetizar problemas, condensar asuntos difíciles y expresarlos de manera simple. Con mucha facilidad, y quizá también con mala fe, aparecen datos no precisos o números reales forzados para hacerlos formar parte de una narrativa que no les corresponde. Imprecisiones o mentiras.  

En esta campaña los votantes convirtieron en éxito a los Fact-Checkers.  Si bien es cierto, parece que a los políticos no les importó seguir en su lógica de sobre-simplificación de la realidad o de sus adversarios (y de los votantes), el ciudadano "demandó" y acudió a las ONGs verificadoras de los datos ofrecidos por los políticos. 

Bill Adair, editor de un Blog de verificación de datos (PolitiFact), da fe del enorme interés de los electores en una página como la suya (aquí su artículo "The value of fact-checking in the 2012 campaign"):

To argue that fact-checking is a failure because politicians keep lying is like saying that investigative reporting is worthless because politicians are still corrupt. Yes, they are still corrupt. But we do investigative reporting and fact-checking to give people the information they need to make wise choices.
2. La precisión de Nate Silver.
No le pidamos más a las predicciones de Nate Silver... Ni menos. El bloggero inventó un sistema de a análisis de datos por el que predijo con precisión la elección. Hasta ahora lleva 49/50 aciertos y dependiendo de lo que pase en Florida habrá llegado a 50/50. Es casi un hecho que habrá inventado un «método» de precisión para predecir resultados electorales. Y esto afecta el trabajo de los analistas de una elección: muchos de ellos analizan cualitativamente y predicen. En otras palabras; antes, cuando un periodista le preguntaba a un analista "¿quién ganará?" hacía análisis a partir de alguna encuesta y de su percepción. Ahora esa valoración subjetiva no "cabe". El analista político tendrá que re-inventarse. Mejor dicho, volver a sus raíces: ¿cuál es el mensaje? ¿por qué? ¿Es válido?

Esto es lo que escribe Elspeth Reeve en The Atlantic (aquí), 

For a long time, most discussion of who will win the election has been dominated by pundits, who depend «heavily on qualitative impressions and hazy narratives,» Dartmouth professor Brendan Nyhan writes at Columbia Journalism Review, «But as the audience for quantitative analysis of politics has grown» -- analysis like Silver's -- «the establishment analysts have become increasingly defensive about their status.» 

Silver sólo incorpora en su modelo, las encuestas que hacen. Y su modelo "funciona" para aquello que fue diseñado: predecir. (¿Qué hubiera pasado con nuestras encuestas mexicanas que se equivocaron en general por 10%?). Esto no quiere decir que el modelo substituya a las encuestas o que marque tendencias irreversibles, pues el modelo mismo declara qué porcentaje tiene un candidato de ganar, qué estado es el relevante para hacerlo, y otros datos de interés.

Por lo pronto, parece que Silver y su blog generó para el NYT un tráfico estimado del 20%. Nada mal. (Aquí una liga por si quieren ver un video)


3. Facebook y Twitter. 
Las redes sociales no ganan por sí mismas una elección. Pero sí son medios eficaces para transmitir mensajes directos y segmentados, de forma barata y eficaz. Sin mensaje, "feisbuc" y "tuiter" no sirven. Pero sin las redes, los mensajes no impactan igual. Incluso las redes, parece que de forma limitada, fueron factor para incrementar la participación. Esto escribe Rebecca J. Rosen en The Atlantic (aquí el artículo completo) 

"Our results suggest," the team wrote, "that the Facebook social message increased turnout directly by about 60,000 voters and indirectly through social contagion by another 280,000 voters, for a total of 340,000 additional votes." This finding -- remarkable and novel as it may be -- is in concert with earlier research that has shown that voting is strongly influenced by social pressure, such as in this 2008 study which found that people were significantly more likely to vote if they received mailings promising to later report neighborhood-wide who had voted and who had stayed at home.[...] In a country where elections can turn on just a couple hundred votes, it's not far-fetched to say that, down the road, Facebook's efforts to improve voter participation could swing an election, if they haven't already.

4. Los latinos.
¿Realmente fueron relevantes?  Parece que los latinos que votan son el 8.5% de la votación total. ¿Deciden una elección? Esto escribió Carlos Puig (aquí):

Permítame ser aún más preciso: más o menos la mitad de ese voto se concentra en Texas y en California, dos estados absolutamente irrelevantes en la disputa por la Casa Blanca de este año, por lo que el voto relevante será aún menor. Veamos por ejemplo el caso de Ohio -que será hoy un Estado clave- [...][donde] el voto hispano será menos de 1 por ciento del voto total. Vayamos a Virginia, otro estado que será importante esta noche. Ahí, según el censo de 2010, 7.1 por ciento de la población es hispana. Por lo tanto, si se comporta como lo ha hecho históricamente, el voto hispano será algo así como 1.5 por ciento del voto total en Virginia.
¿Votan los hispanos de manera homogénea por los Demócratas? Parece que no, dice Puig, que "los hispanos actúan como cualquier otro estadunidense, y entonces, por suerte, sus decisiones políticas —como muchas otras— tienen que ver con factores que no son ni el color de su piel, ni su país de origen."Así que, aunque parece Obama ganó el voto latino por un ámplio márgen, todavía no encuentro el peso que supuso para determinar o decidir la elección en los estados péndulo. Me lo llevo de pendiente. 
Tomado del NYT




miércoles, 7 de noviembre de 2012

Obama y "¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?"

En el número de noviembre de la revista "Nexos", Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín publican un ensayo sobre los cambios en la conciencia pública y política de México (aquí). Esta nueva conciencia mexicana, además de las aspiraciones que nos acercan más a una democracia occidental europea, ha abandonado un soberanismo defensivo y se ha diluido el nacionalismo energético radical. Se trata de una
"una apertura a las ventajas de la globalización, el libre comercio y la integración económica con América del Norte, a la que el país acude con profundidad, eficacia y creciente conciencia de sus enormes oportunidades." 
Paco Calderón, Reforma (6/Nov/2012)
Nuestra relación con Estados Unidos no está excenta de tensiones, prejuicios y mitos. Pensemos en el programa "Rápido y Furioso" (aquí lo que dice Wikipedia), el menor asesinado en la línea fronteriza del lado mexicano por la patrulla fronteriza que dispararon desde EUA, el incremento de las deportaciones bajo Obama, la aprobación de leyes más agresivas contra inmigrantes en estados Republicanos, o el problema comercial del tomate mexicano y las prácticas desleales americanas (aquí se explica). 

¡Ah! Y con la aprobación de la marihuana para uso recreativo se cumplirá, una vez más, aquello de que los gringos ponen las armas y a los drogadictos... y nosotros a los muertos.

Pero nuestra relación es mucho más «cercana» que la que ofrecen los gobiernos entre sí. En su artículo de hoy en "La Razón", Otto Granados ofrece este resumen de la relación con Estados Unidos (aquí el artículo completo):
"Con Estados Unidos, México comparte una frontera de más de tres mil kilómetros, y mucho más. Todos los años cruzan unos 250 millones de personas por los 43 puntos fronterizos entre los dos países; en EU viven y trabajan alrededor de 32 millones de mexicanos o de origen mexicano; esta población envía cada año entre 18 y 20 mil millones de dólares en remesas; el 51% de la inversión extranjera directa acumulada en la última década ha venido de ese país y unas 14 mil empresas instaladas en México tienen capital norteamericano, y alrededor del 80% del comercio exterior total de México está con ese mercado."
Tengo la impresión, no justificada científicamente pero muy mía, que como detrás de todos esos números hay muchas personas que hacen negocios, se tratan, se hacen amigos, cada vez más esperamos menos a que ellos se acomoden a lo que nosotros soñamos ("¿Con qué presidente gringo nos va a ir mejor?"). Ya no vivimos tanto «en las circunstancias que nos suceden» sino que preferimos «trabajar por más de una visión que nos oriente». 



Así que a trabajar... y menos "A qué le tiras cuando sueñas, mexicano"


sábado, 3 de noviembre de 2012

Dos críticas a "Derechos Humanos"

El Anuario de Filosofía del Derecho (Universitat de València) ha publicado una crítica bibliográfica (aquí) de mi libro Derechos Humanos, que se une a la publicada en la Revista Mexicana de Derecho Constitucional (del IIJ de la UNAM, aquí). Ambos textos hacen una crítica positiva. Les llama la atención que el texto sea un manual universitario (para eso se escribió) y al mismo tiempo pueda ser tomado como "ensayo" donde hay tomas de posturas específicas en estos temas y al mismo tiempo se justifican. También reconocen que el texto es novedoso en la distribución de sus temas: no tomamos el camino de "geraciones" de derechos humanos, y separamos el tratamiento filosófico-ético del práctico. Se agradece.

También hacen sugerencias: incorporar más jurisprudencia mexicana, dedicarle más atención a la reforma en Derechos Humanos y a la sentencia de la SCJN sobre el control difuso de la convencionalidad o robustecer la bibliografía al tratar la pobreza como proceso de exclusión. La crítica de Bellver Capella incluye una sugerencia respecto al Epílogo:
"Indudablemente se trata de un aspecto crucial, como pone de manifiesto la propia declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 26. Pero entiendo que el tema no se puede despachar con una expresión de buenas intenciones. Los autores deberían haber, aunque sólo fuera a modo de esbozo, planteado las dificultades de la formación en derechos humanos. ¿Se debe proporcionar sólo información valorativamente neutra? ¿Se debe tratar de incidir sobre las emociones y actitudes de los estudiantes? ¿Se debe dar respuesta a todos los aspectos controvertidos que se suscitan en el campo de los derechos humanos o se debe, más bien, dejar que sea el estudiante quien tome sus posiciones? ¿Debe formar parte del currículo escolar como una materia específica o, más bien, como un contenido transversal, que está presente en todas las materias? Y así unas cuantas preguntas de no fácil respuesta."
Hemos estado pensando cómo recoger estas propuestas. De entrada, como en el tratamiento de los temas tomamos una postura clara de los temas, en el cuerpo del documento, tal vez ahí pueda estar una respuesta que busca. Pero no pretendo aquí ofrecer una respuesta a todas las preguntas del párrafo citado.

Al mismo tiempo nos sugiere citar más a Glendon, por ejemplo. El libro que sugiere es "Rights Talk".  Lo reconozco -mea culpa-, no lo había leído. Pero ya hice mi tarea. Pienso que nuestro libro se construyó sobre la misma conclusión: el término derechos humanos hace referencia a distintos tipos de argumentos: políticos, éticos y jurídicos. Glendon opina que esa porosidad en el concepto, la falta de precisión en su uso, es una muestra de la pérdida de base común en nuestros conceptos éticos y políticos. Una pérdida, un «empobrecimiento», dice Glendon. Nuestro libro intenta distinguir la discusión filosófica de la jurídica, pero sin separarlos. Precisamente porque nos damos cuenta de la porosidad del concepto.

De cualquier manera, como el libro se ha vendido bien, pronto podremos ofrecer una segunda edición donde incorporemos esas sugerencias y lo que se ha vivido en México en estos dos años, que no es poco.

Les dejo la reseña de Vicente Bellver:
Crítica Bibliográfica


Ramírez García, Hugo Saúl y Pallares Yabur, Pedro de Jesús: Derechos humanos, Oxford University Press, México D.F., 2011, 406 pp.


Autor: Vicente Bellver Capella

Cargo: Universitat de València

Páginas: 415-418


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En junio de 2011 el Presidente de México Felipe Calderón promulgó la mayor reforma de la constitución mexicana en materia de derechos humanos acometida hasta entonces, junto con la reforma del amparo constitucional. Este cambio ha supuesto la ampliación de los derechos más importante llevada a cabo en décadas por este país, ya que se reconoce rango constitucional a todos los derechos humanos recogidos en los tratados internacionales ratificados por México. Hasta ahora, el régimen mexicano había mantenido en esta materia de derechos humanos una práctica anacrónica, anclada en la categoría de las garantías individuales, que no se hacía eco de toda la riqueza del discurso contemporáneo de los derechos humanos. Gracias a la reforma México no sólo se pone al día en esta materia sino que aparece como un abanderado en la protección efectiva de los derechos humanos para Latinoamérica. Confiemos en que esta reforma -que entre otras cosas permitirá a la comisión nacional de derechos Humanos ejercitar acciones de inconstitucionalidad contra leyes locales y federales que vulneren derechos humanos- contribuya a atajar la sangría de vidas humanas y la extensión de la violación sistemática de los derechos que vive este país desde hace más de cinco años, ocasionada por las luchas contra y entre los cárteles de la droga.
A la vista de este antecedente, no puede resultar más oportuna la aparición, en las mismas fechas que la mencionada reforma, del libro de los profesores Ramírez y Pallares, ambos de la Universidad Panamericana. Se trata de un fruto maduro engendrado dentro del grupo de investigadores que participan en la «Maestría en Derecho Constitucional y Derechos Humanos» de aquella Universidad. Seguro que su publicación contribuirá a saciar el interés generado por esta materia en aquel país, como consecuencia de la reciente reforma constitucional.
«Derechos Humanos», no pretende más (ni menos), que ser un manual, que contribuya a la formación de los estudiantes de derecho (y de otras titulaciones interesadas en la materia). Aunque, de entrada, no parece titánica la empresa de redactar un manual, es significativo que existan tan pocos sobre los derechos humanos. Ciertamente abundan las monografías que tratan aspectos concretos. Tampoco son infrecuentes las obras dedicadas a los derechos humanos desde una perspectiva histórica o del derecho internacional. Pero son escasos los genuinos manuales sobre derechos humanos, que abarquen desde las espinosas, pero decisivas, cuestiones relacionadas con su fundamentación, hasta las garantías contempladas por los ordenamientos nacionales e internacional [1]. A la vista de estos antecedentes, no es descabellado suponer que la magra cosecha de manuales de derechos humanos es consecuencia de la dificultad que presenta su cultivo. Si tenemos en cuenta que esa obra no se puede llevar a cabo sino desde una rigurosa multidisciplinariedad, y que se trata de una materia que nos remite continuamente a los problemas
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de justicia más acuciantes de la humanidad, comprenderemos que escribir un manual sobre derechos humanos ofrece unas dificultades superiores a las de la mayoría de las áreas de conocimiento.
Por todo ello, no sólo cabe dar la bienvenida a la nueva obra sino felicitar a los autores por su valiosa osadía. Su juventud no ha sido óbice ni para que se amedrentaran ante la empresa ni para que el resultado fuera deficiente. Su formación investigadora en el ámbito europeo (concretamente en España, y en dos universidades de referencia en materia de derechos humanos, como son las de Valencia y Navarra) y su familiaridad con la producción científica anglosajona y latinoamericana les ha permitido abordar el proyecto teniendo en cuenta las aportaciones procedentes de europa, estados Unidos y Latinoamérica.
La obra presenta una estructura clara y justificada, integrada por tres partes. La primera trata de la filosofía de los derechos humanos, con especial atención al tema de la fundamentación. La segunda, titulada «Praxis de los Derechos Humanos», se ocupa del contenido de cada uno de los derechos humanos. Finalmente, la tercera parte se centra en los mecanismos técnicojurídicos de garantía de los derechos, tanto a nivel estatal como internacional. En la primera parte los autores se toman en serio el reto de la fundamentación. Frente a quienes propugnaban que con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se hacía superflua la reflexión sobre el fundamento de los derechos, el paso del tiempo no ha dejado de confirmar lo contrario: es imposible interpretar y aplicar los derechos si no se hace desde una determinada fundamentación. De ahí que los autores estimen imprescindible ocuparse de las teorías existentes al respecto. Pero no se limitan a ofrecer un resumen de cada una de ellas, sino que se atreven a decantarse por la que les parece más consistente. Estiman que los derechos humanos son exigencias objeto de la dignidad y no sólo manifestaciones de la autonomía individual. Esa toma de postura les permite acometer el problema de la universalidad e historicidad de los derechos humanos con una propuesta plausible.
En la segunda parte, más que presentar los derechos según las tres o cuatro generaciones que se han consagrado, optan por un esquema original que puede hacer aún más comprensible al lector el sentido de los derechos en su conjunto. Si bien la ordenación por generaciones tiene sus virtualidades, supone en cierta medida reconocer que el sujeto importante es el Estado y no la persona, pues las generaciones representan la evolución de las obligaciones del Estado hacia la persona. En este repaso que hacen de los derechos humanos he notado dos ausencias que, a mi entender, deberían paliarse en una futura edición. Una es de índole bibliográfica y otra temática. Al tratar de «La pobreza como proceso de exclusión» no se ha tenido en cuenta la obra de Thomas Pogge [2], una de las más relevantes publicadas sobre este tema en los últimos años. Por otro lado, llama la atención que en la presentación del derecho humano al medio ambiente no se incluya al menos una mención al problema del cambio climático; concretamente al modo en que está reformulan-
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do el derecho al medio ambiente y a su repercusión sobre el conjunto de los derechos [3].
La última parte, dedicada a la protección de los derechos humanos a través de mecanismos técnico jurídicos, nos presenta todas las garantías existentes tanto a nivel nacional como internacional de manera rigurosa y comprensible.
El libro concluye con un epílogo sobre «educación y derechos humanos», que resulta sumamente oportuno, no sólo porque sirve para justificar el sentido de una obra como la que comentamos y porque incide en que el ethos social es la clave del éxito para los derechos humanos, sino porque en abril de 2011 el consejo de derechos Humanos de naciones Unidas aprobó la declaración sobre educación y Formación en materia de derechos humanos (A/HRC/res/16/1). Indudablemente se trata de un aspecto crucial, como pone de manifiesto la propia declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 26. Pero entiendo que el tema no se puede despachar con una expresión de buenas intenciones. Los autores deberían haber, aunque sólo fuera a modo de esbozo, planteado las dificultades de la formación en derechos humanos. ¿Se debe proporcionar sólo información valorativamente neutra? ¿Se debe tratar de incidir sobre las emociones y actitudes de los estudiantes? ¿Se debe dar respuesta a todos los aspectos controvertidos que se suscitan en el campo de los derechos humanos o se debe, más bien, dejar que sea el estudiante quien tome sus posiciones? ¿Debe formar parte del currículo escolar como una materia específica o, más bien, como un contenido transversal, que está presente en todas las materias? Y así unas cuantas preguntas de no fácil respuesta.
Me parece interesante la apuesta que hacen Ramírez y Pallares por sostener el edificio de los derechos humanos sobre la base de la dignidad humana, cuya expresión jurídica fundamental encontramos en el artículo 1 de la declaración Universal de derechos Humanos. Los autores complementan y robustecen su posición vinculando la dignidad a los deberes o, por decirlo con la Declaración, subrayando la íntima conexión existente entre el artículo 1 y el artículo 29.1, en el que se dice: «Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad». Gandhi expresó como nadie esta idea: «de mi ignorante pero sabia madre aprendí que los derechos que pueden merecerse y conservarse proceden del deber bien cumplido. De tal modo, que sólo somos acreedores del derecho a la vida cuando cumplimos el deber de ciudadanos del mundo. Con esta declaración fundamental, quizás sea más fácil definir los deberes del Hombre y la mujer y relacionar todos los derechos con algún deber correspondiente que ha de cumplirse. Todo otro derecho será una usurpación por la que no merecerá la pena luchar» [4].
En los últimos años se han levantado voces críticas hacia el concepto de dignidad humana desde la bioética anglosajona, tachándolo de inútil [5] o de
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idea estúpida. Ante la importancia que los autores reconocen al concepto de dignidad humana en la fundamentación de los derechos, y ante la repercusión que esas posiciones críticas han tenido en los foros académicos, habría sido deseable que el manual se hubiera hecho eco de esta polémica.
Un libro sobre derechos humanos, y escrito por autores jóvenes convencidos del potencial de este instrumento jurídico, es fácil que incurra en el error de presentar los derechos como la varita mágica para resolver todas las injusticias sociales o conseguir las más diversas reivindicaciones políticas. Por el contrario, el libro recalca una y otra vez, que las exigencias éticas de los derechos humanos no significan una exigencia jurídica, ni viceversa. Los autores son conscientes del peligro de inflar el discurso de los derechos humanos, que acaba arruinando su credibilidad y eficacia. Es una lástima que Ramírez y Pallares no refuercen su posición acudiendo a autores como Glendon [6] o Ignatieff [7], con quien creo que comparten esta visión acerca del alcance limitado de los derechos humanos.
También es común encontrar obras que, teniéndose por manuales, son más bien ensayos, carentes de cualquier planteamiento pedagógico. En este caso nos encontramos ante un manual clásico, que verdaderamente facilita el acceso de los estudiantes universitarios al universo de los derechos humanos. Además, el hecho de que haya sido elaborado sólo por dos autores, que se nota que se han puesto de acuerdo en establecer una metodología de trabajo común, da al libro una coherencia de planteamientos que no siempre se encuentra en libros escritos a cuatro manos. Finalmente es muy de agradecer que el libro cuente no sólo con un índice de autores sino con uno de materias. En las publicaciones anglosajonas es difícil encontrar un texto académico que no cuente con ello, mientras que en España sigue siendo excepcional.


[1] Obra pionera en este campo fue la coordinada por el profesor jesús Ballesteros, y elaborada por profesores del departamento de Filosofía del derecho, Moral y Política de la Universitat de Valencia; cfr. Ballesteros, J. (ed.), Derechos humanos. Concepto, fundamentos, sujetos, Tecnos, 1992, 242 pp. 

[2] Cfr. Pogge, T., La pobreza en el mundo y los derechos humanos, Paidós, Barcelona, 2005.

[3] Cfr. Humphreys, s. (ed.), Human Rights and Climate Change, cambridge University Press, nueva York, 2010.

[4] «carta de Mahatma Gandhi al director General de la Unesco», en AAVV, Los derechos del hombre, Laia, Barcelona, 1973, pp. 33-34.

[5] La primera en «disparar» contra el concepto de dignidad humana fue Macklin, r., «dignity is a useless concept», British Medical Journal, 327 (2003), pp. 1419-1420. Le siguió, elevando el tono de la crítica, Pinker, s., «The stupidity of dignity», The New Republic, 28 de mayo de 2008. El artículo de Pinker fue una airada reacción al informe del President’s council on Bioethics, Human Dignity and Bioethics, Washington, d.C., 2008.

[6] Cfr. Glendon, M. A., Rights Talk. The Impoverishment of the Political Discourse, The Free Press, nueva York, 1991.

[7] Cfr. Ignatieff, M., Los derechos humanos como política e idolatría, Paidós, Barcelona, 2003.