jueves, 26 de febrero de 2015

Sophie Scholl, sus amigos y la heróica normalidad


Hoy voy a hablar de esto en el radio. Confieso que no es mi intención presentar lo que sigue como escrito por mi. Es de Juan Andrés Mercado publicado en ISTMO (puede leerse completo aquí o transcrito abajo). He cortado por aquí y por allá. He agregado algunas frases que sintetizan el argumento y le devuelven un hilo argumentativo a lo suelto por los cortes. Así que yo no lo escribí. 

"La plaza que recibe a los visitantes de la Universidad de Munich está tiene colocados sobre el suelo la reproducción de unos panfletos antinazis que se distribuyeron durante la Segunda Guerra mundial por un grupo de amigos que se llamaban así mismos como el grupo  de  «La Rosa Blanca» : Willi Graf, Alexander Schmorell, Cristoph Probst y los hermanos Scholl, Hans y Sophie. 

Hans Scholl había encontrado una copia de las homilías del obispo de Münster que denunciaba las atrocidades del régimen nazi. "Por fin alguien se atrevía a hablar claro, ¡habría que difundir esos materiales!". Poco a poco comenzaron a publicar panfletos con información de primera mano que obtenían de estudiantes de medicina enrolados en unidades de sanidad militar que vieron directamente los estragos realizados por sus ejércitos en las zonas ocupadas de Polonia. Para 1943 ya repartían al rededor de cinco mil.

La plaza de los hermanos Scholl, frente a la Universidad de Münich

Los hermanos Scholl y sus amigos fueron aprehendidos justo después de haber distribuido un buen número de remanentes de la última hoja en la Universidad. El 22 de febrero de 1943 murieron decapitados Cristoph Probst, Hans Scholl y su hermana Sophie. Los acusaban por incitar a la rebelión y desmoralizar a las tropas nazis que se batían en el frente durante la Segunda Guerra Mundial. Los panfletos son los que ahora están en las baldosas de la plaza, la prueba de su delito.

Eran jóvenes, personas normales que amaban la vida. Para ellos su vida giraba en torno a descubrir lo que es importante. En sus reuniones de amigos experimentaban el tipo de valores merecen nuestra atención y nuestro esfuerzo por hacerse realidad en nuestra historia personal. Para eso no hace falta ser filósofo, universitario de prestigio o famoso. Simplemente hace falta ser normal: si es estudiante lo normal es que sea buen estudiante. Si es empleado, lo normal, que sea eficaz y honesto; si es padre de familia, lo normal es que sea entregado a los suyos. Este tipo de vida tarde o temprano pide que nos justifiquemos por qué vale la pena no dejarse llevar por la corriente que nos pide lo contrario. 

Para los Sophie, Hans y sus amigos la normalidad se vivía sin reparar que aquello fuera algo «exagerado» o heroico. Dice Romano Guardini que para el cobarde  y el cínico -y todos lo somos un poco-, ¡qué difícil es entender «-la vida de un investigador, que ignora los placeres y la salud por encontrar una verdad desconocida! ¡Qué insensato es [para el descarado] el sufrimiento de un artista que se consume por su obra! ¡Cómo resulta incomprensible [para el caradura] la actitud de quien, llamado en una hora de la historia, hace lo que ésta le reclama, aunque por eso haya de sucumbir! ¡Y qué absurdo es para un observador indiferente el comportamiento de quien ama, cuando otra persona le ha confiado su vida, o cuando se siente obligado por la necesidad de quien está abandonado! Aquí también hay un orden, más potente que el de las cosas materiales, más rico en frutos si se realiza; un orden que es inmediatamente transparente  [y comprensible] sólo a quien ya vive dentro de él», lo ha experimentado y hecho suyo.

Hay historias dignas de ser conocidas y contempladas. Un buen ejemplo nos explica más que un discurso articulado. Si con lo que he dicho hasta ahora, alguno de quien me escucha se asoma un poco más a la historia de los estudiantes de Munich, me doy por bien servido."

Aquí pueden ver una película doblada al castellano de España:


Va dedicado a Guillermo Gatt Ontiveros que ayer fue su cumpleaños.

-o-

El secreto de La rosa blanca. Jóvenes por la libertad
Autor: Juan Andrés Mercado 
Edición:287
Sección: Miscelánea

El 22 de febrero de 1943 fueron decapitados, en la prisión muniquesa de Stadelheim, Cristoph Probst y los hermanos Hans y Sophie Scholl, estudiantes universitarios. La sentencia los condenaba por incitar a la rebelión y desmoralizar a las tropas alemanas que se batían en el frente.

El régimen nazi, como ocurre normalmente en los gobiernos tiránicos cuando pierden popularidad, estaba apretando las tuercas: la reciente derrota de Stalingrado (enero de 1943) manchaba el impecable currículum de la Wehrmacht: en pocas semanas, los incendiarios discursos del Führer tronaban a favor de la guerra total, pidiendo al pueblo alemán el sometimiento para afrontarlo decididamente, y los mecanismos policiales alzaban sus antenas para acentuar las medidas ante posibles movimientos disidentes.

El grupo capitaneado por Hans Scholl y sus amigos Alexander Schmorell y Willi Graf -su hermana Sophie no había sido incluida, pero cuando descubrió las actividades del grupo insistió en participar- se dedicaba desde meses antes (junio de 1942) a producir y distribuir hojas sueltas (volantes y pasquines) en los que se denunciaban los abusos del régimen y, sobre todo, se argumentaba contra la continuación de una guerra sangrienta e inútil que socavaba los fundamentos morales y materiales de toda Europa. La persecución contra el grupo de La rosa blanca, como la habían llamado ellos mismos por el título de un poema de Clemens Brentano, tuvo un saldo de siete condenas a muerte y una docena de penas «menores». Entre los ajusticiados se encontraba Kurt Huber, profesor de filosofía de la Universidad de Munich.

¿A QUIÉN SE LE OCURRE?

Hans Scholl había encontrado en el buzón de su casa, en el invierno de 1941-42, una copia de las homilías en las que el obispo Graf von Galen, «el león de Münster» denunciaba las atrocidades del régimen nazi en materia de eutanasia y de ataques a las instituciones religiosas: por fin alguien se atrevía a hablar claro, ¡habría que difundir esos materiales!

Poco tiempo después, una serena discusión con el Profesor Huber inspiró la idea de producir material original y pasar a la acción, distribuyéndolo anónimamente.

La familia Scholl, en Ulm, había desarrollado anticuerpos contra el régimen como reacción natural. La censura de las obras de algunos de sus autores favoritos, como Stefan Zweig, había suscitado un rechazo decidido; en familia y con amigos organizaban encuentros literarios para repasar las obras condenadas y discutir sus contenidos.

Ya antes de la guerra, varios de los hermanos Scholl -tres de los cinco, incluido el menor, Werner- habían conocido los interrogatorios y las prisiones del sistema por añadir a sus actividades subversivas la publicación de un folletín cultural con veladas críticas al gobierno.

Tocó la misma suerte a Otto Aicher, amigo de la familia que hizo incluir en los menús literarios a Platón, Aristóteles, San Agustín… Los contertulios establecieron, sin planes precisos, un férreo núcleo de resistencia intelectual contra la presión externa. No los animaba el gusto por lo prohibido, sino la necesidad de respirar en medio de ese ambiente enrarecido.

MENTORES INTELECTUALES

Aicher provenía de una familia católica, a diferencia de los Scholl, que eran protestantes. Su párroco en Söflingen, en las cercanías de Ulm, le había hecho descubrir las obras de Jacques Maritain y la renovación del mensaje cristiano que se llevaba a cabo en Francia: parecía que en Europa el cristianismo estaba en retirada desde hacía décadas, y en concreto en Alemania la Kulturkampf había sido una campaña programática para evitar su difusión.

En esa línea destaca la participación de dos intelectuales de la época, Theodor Haecker y Carl Muth, que compartían la inquietud por la reactivación de los valores cristianos en la sociedad alemana.

Muth conoció a los jóvenes de La rosa blanca en 1941 y los apoyó moralmente, aconsejándolos sobre cómo cultivarse intelectual y humanamente. Son tan interesantes como conmovedoras las cartas en las que los Scholl y Aicher intercambian sus experiencias sobre cómo llevar a la práctica los consejos de Muth, o el esfuerzo por asimilar los textos de San Agustín en los poco serenos dormitorios de una fábrica de material bélico.

Probst provenía de una familia de ideas liberales, que en los años 30 se había acercado al catolicismo. Su participación en las actividades del grupo lo llevaron a asimilar las verdades del cristianismo, y fue bautizado en el brevísimo tiempo que pasó -unas cuantas horas- desde la condena a muerte hasta la ejecución. Su tercer hijo había nacido pocas semanas antes.

ATERRIZAR IDEAS CON UN SESGO OPERATIVO

Las proclamas teóricas de los primeros panfletos, escritos al principio por Hans y Alexander, se enriquecieron con informaciones de primera mano en el frente: los estudiantes de medicina fueron enrolados en unidades de sanidad militar y de julio a octubre de 1942 vieron directamente los estragos realizados por sus ejércitos en las zonas ocupadas de Polonia.

Por otra parte, las informaciones que mandaba desde Cracovia Manfred Eickemeyer, propietario del taller de Munich donde se imprimían los folletos, abrían los ojos sobre la transformación de los campos de concentración en campos de exterminio (la «solución definitiva», es decir, el exterminio de los judíos, se había acelerado desde el invierno de 1942, tras la conferencia de Wannsee).

Willi Graf había arriesgado mucho en el establecimiento de contactos con otros focos de resistencia. Su labor fue menor desde el punto de vista redaccional, pero su iniciativa y sus contactos supusieron un notable aumento en la difusión del material que producía el grupo. Fue detenido el mismo día que Sophie, Hans y Probst, y ejecutado meses más tarde.

En el intercambio con otros jóvenes que organizaban grupos de resistencia, Scholl y Schmorell entendieron que la presentación de los ideales que propugnaban debía tener un carácter menos teórico, y trataron de darle un sesgo más «operativo».

En este último periodo participaron en la redacción de los folletos Huber, el profesor de filosofía, y Probst, que fue incriminado por el borrador de su puño y letra de un volantín que tenía Hans en su poder cuando lo arrestaron.

LA CAMPAÑA FINAL

De los pocos centenares de copias de los panfletos que se distribuían antes del verano de 1942 -es decir, de los tres primeros volantes-, se pasó a unos cinco mil, entre enero y febrero de 1943.

Los estudiantes, además de ampliar sus contactos y radio de acción, empezaron a ilustrar los muros de Munich con sus ideas, proclamando la caída de Hitler y tachando cruces gamadas.

Los adolescentes que discutían de literatura antes de la guerra sin suscitar problemas, empezaban a dar en qué pensar a las autoridades. De hecho, Munich, cuna del nazismo, asistió con estupor a la pequeña revuelta estudiantil durante el discurso del gobernador de Baviera, el Gauleiter Paul Giesler, el 13 de enero. Su entusiasmo por el Führer no era compartido por el público, y la situación se tornó crítica cuando propuso a las chicas que dejaran de perder el tiempo en la universidad y que se dedicasen a procrear guerreros para defender a la patria. Este hecho, ocurrido pocos días después del anuncio de la derrota en el frente oriental, fue interpretado como la punta del iceberg de un malestar que ya no podía ser ignorado.

¿QUÉ FUE LO QUE FALLÓ?

Los hermanos Scholl fueron aprehendidos justo después de haber distribuido un buen número de remanentes de la última hoja en la Universidad. La distribución se había hecho hasta entonces por correo, usando listas de teléfonos para obtener direcciones, y aunque otras veces habían distribuido personalmente algunos sobres, nunca habían salido «a campo abierto» a repartirlas. Además, en esa última ocasión lo hicieron con el edificio central de la Universidad lleno, a sabiendas de que la vigilancia era cada vez más estrecha. Aprovecharon los últimos minutos antes de un descanso para dejar copias fuera de los distintos salones, y al final lanzaron desde el piso superior las últimas copias. Un conserje los vio y consiguió detenerlos cuando intentaban escapar confundiéndose entre los demás estudiantes.

Los historiadores no encuentran una explicación a esta nueva y arriesgada «táctica», y en la película Sophie Scholl. Die letzten Tage (Sophie Scholl: los últimos días) se plantea como el último recurso para acabar de distribuir el resto de las hojas del último panfleto.

La persecución que se desencadenó en esos días erradicó la resistencia. No hay continuidad con la operación Walkiria, con la que los altos oficiales del ejército intentaron matar a Hitler en 1944. El mensaje de La rosa blanca, sin embargo, tiene acentos perennes.

¿POR QUÉ EMPEÑARSE?

Vale la pena, como contrapunto, detenerse a evaluar un comentario de Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén.1 El libro es una brillante narración de la historia y del proceso de condena a muerte de Adolf Eichmann, funcionario del régimen nazi de quien dependieron actividades importantes en la deportación y eliminación de los judíos en toda Europa.

El relato está hilvanado con profundas reflexiones sobre las deformaciones de la tiranía nazi en la psicología individual, sobre todo en la de un funcionario medio que lo único que buscaba era mantener el puesto, como lo habría hecho en cualquier dependencia en tiempos de paz.

El criminal de guerra, en cuyas carnes se juzgaba al entero sistema de terror, además de ser un burócrata bastante normal, presentaba una notable incapacidad de pensar, no conseguía ponerse en el lugar de los otros, y durante buena parte de los interrogatorios se dedicaba a repetir frases hechas de la propaganda nazi: su mente vivía de eslóganes y clichés tras los cuales se escondía una adquirida incapacidad de razonar autónomamente.

Nuestro «problema» es que no estamos insertados en un sistema tiránico global, o en un despotismo «a la antigüita». La historia de los estudiantes muniqueses y la de Eichmann pueden engrosar los anaqueles de nuestra memoria sin hacernos la más mínima mella.

Cuando uno «se acomoda» cae, como preveía De Tocqueville, en el papel de custodio de sus vulgares placeres burgueses, y es capaz de renunciar al ejercicio de sus libertades con tal de que no toquen su esfera de molicie.

En puntos importantes, el funcionario del totalitarismo y el defensor de los propios placercillos, se parecen. La sistemática renuncia a emprender incide sobre las posibilidades de pensar, y viceversa. No se trata de convertirse en idiotas del todo, pero sí de la pérdida del «tono muscular» de la vida afectiva y cognoscitiva, cuya interacción es tantas veces ignorada.

En el lado opuesto tenemos una observación de Romano Guardini: los integrantes de La rosa blanca eran personas normales, que amaban la vida, y que podían oponerse continuamente a un clima adverso y confuso porque para ellos «el discernimiento de las cosas esenciales era un propósito importante. Estaban comprometidos en la superación de una infinita confusión de conceptos, la terrible tergiversación y ofuscamiento de los valores espirituales».

En esa comunidad de experiencias y valores se entrenaban para una empresa más grande que ellos, sin pensar que fuera algo «exagerado» o heroico. Sin embargo, estaban convencidos, como vuelve a enfatizar Guardini, de que «ninguna acción grande, ninguna obra auténtica, ninguna relación humana sincera es posible sin que el hombre arriesgue en ella su propio ser».

Para el pusilánime y el cínico -y todos lo somos un poco-, ¡qué difícil es entender «-la vida de un investigador, que ignora los placeres y la salud por encontrar una verdad desconocida! ¡Qué insensato es el sufrimiento de un artista que se consume por su obra! ¡Cómo resulta incomprensible la actitud de quien, llamado en una hora de la historia, hace lo que ésta le reclama, aunque por eso haya de sucumbir! ¡Y qué absurdo es para un observador indiferente el comportamiento de quien ama, cuando otra persona le ha confiado su vida, o cuando se siente obligado por la necesidad de quien está abandonado! Aquí también hay un orden, más potente que el de las cosas materiales, más rico en frutos si se realiza; un orden que es inmediatamente transparente sólo a quien ya vive dentro de él».

Hay historias dignas de ser conocidas y contempladas. Un buen ejemplo nos explica más que un discurso articulado. Reflexionar sobre hechos y personalidades notables no significa desmenuzarlos analíticamente, entre otras cosas porque nos topamos con la verdad recitada por los filósofos: la persona siempre tiene algo de indefinible, de misterioso. A veces resulta mejor contemplar y dejarse permear por las personas, que acudir a una lógica estricta. Si con esto consigo que alguien se acerque a la historia de los estudiantes de Munich, me doy por bien servido.

jueves, 19 de febrero de 2015

Fútbol femenil y pasto artificial: una demanda por discriminación.

La mejor jugadora del mundo en 2012 contra la FIFA por discriminación (Foto: Walter Bieri/AP)
Imagina que en un colegio se un torneo de fútbol con equipos de varones y otro torneo para los equipos de mujeres en años consecutivos. Imagina también, que el colegio invierte mucho dinero para rentar un campo de fútbol con el mejor pasto natural para que ahí se desarrolle el torneo varonil. Al año siguiente, en el turno del torneo para equipos femeninos, el Colegio rentara un campo de pasto artificial sólo por que ahí jugarán niñas. Como si no hiciera falta más.

Algo así sucedió con la FIFA y la organización del Campeonato Mundial Femenino que se llevará a cabo en el 2015 en Canadá. Pues bien, en octubre del 2014, un grupo de jugadoras que participará en el mundial presentaron una demanda por discriminación contra la FIFA y a la Asociación Canadiense de Fútbol en Canadá ante un tribunal de derechos humanos (la demanda se puede bajar aquí).

En la demanda se acusaba a la FIFA y a la Asociación Canadiense de Fútbol de actos discriminatorios al decidir jugar el mundial en pasto artificial, en cambio en los varones, bajo las mismas circunstancias, se cumplían las exigencias de hacerlo en pasto natural. A cualquier costo. En cambio en el torneo de este verano, el estándar de calidad asumido era menor, sólo por tratarse de un torneo femenino. Los otros mundiales femeninos también se han jugado en pasto natural. Así que la decisión de jugar en todos los estadios del torneo con pasto artificial era
«en sí misma discriminatoria y lastimaba a un grupo de mujeres atletas de élite en tres aspectos significativos: (1) las obliga  a competir en una superficie que altera sustancialmente el modo en que se juega (2) las somete a un serio riesgo de lesión, y (3) devalúa su dignidad, su capacidad mental y su autorespeto al pedirles jugar en una superficie de segunda categoría ante decenas de miles de espectadores en los estadios y otros más en las transmisiones»
La demanda era firmada por 18 jugadoras de todo el mundo -incluídas dos mexicanas- y unas 40 jugadoras más mostraron su apoyo firmando una carta de respaldo a la demanda. Por cierto, la demanda recuerda aquella desafortunada intervención de Joseph Blatter en la que sugirió que para atraer a más público, las futbolistas deberían jugar con uniformes más ajustados como en el voleibol.

La Asociación Canadiense de Fútbol respondió la demanda (aquí puede verse) argumentando que las jugadoras acudían ya tarde a reclamar su derecho; que para este momento ya se habían hecho grandes inversiones y era imposible cambiar a canchas con pasto natural. La FIFA por su parte ni contestó la demanda, ni cumplió su promesa de llegar a un acuerdo con las jugadoras. Según parece, algunas jugadoras fueron amenazadas con retirarles la convocatoria para el mundial si su nombre aparecía en la demanda (aquí la nota y las mexicanas están incluidas)

Hace casi un mes, se retiró la demanda. Nos quedaremos con la curiosidad de saber lo que habría resuelto un tribunal de derechos humanos al respecto. Aún así, algunos analistas opinan que las probabilidades de éxito de las futbolistas eran altas. La FIFA en su reglamento permite el uso de canchas con pasto artificial sólo con un permiso especial, una gracia que nunca otorga al torneo varonil más importante que organiza. Durante el proceso, las deportistas siguieron al pie de la letra las disposiciones de la Corte: cuando ésta sugirió una mediación -tal y como lo estipula también el reglamento interno de la FIFA-, las jugadoras tomaron la palabra y la FIFA se negó a participar en una mediación. Después durante el proceso, le ofrecieron a la FIFA llegar a un acuerdo, si los cuatro partidos finales del torneo se jugaban en pasto natural. La FIFA rechazó esa oferta. 

Las demandantes sabían que podrían haber ganado el caso, pero el caldo les habría salido más caro que las albóndigas. Pero al menos en esta ocasión, una vez más hemos visto cómo -siguiendo nuestra analogía inicial- aunque este Colegio es algo misógino, al menos habrá mundial este verano.

miércoles, 18 de febrero de 2015

«Al polvo volverás» es una invitación: «sé polvo enamorado»


«Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris»

Al polvo volverás.  Ceniza sí, pero restos con sentido. Despojos que han amado. Los versos son de Quevedo:

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;

Mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.

martes, 17 de febrero de 2015

¿Cómo aplicar en un despacho lo que se estudia en «Filosofía del Derecho»?

Irnerio, el primer profesor universitario de Derecho

"Oiga profe, un curso de «Filosofía del Derecho», ¿cómo se aplica en la vida profesional? ¿Qué aplicaré de lo aprendido aquí en un despacho?"

Hace unos días me hicieron esta pregunta de buena fe. En principio me sonó a un «¿para qué sirve un curso de filosofía del derecho?» También a un «¿por qué habría de complicarme la vida estudiando esta materia contigo, si la podría pasar con menos esfuerzo y más fácil? Total, en un despacho no te preguntan por lo que sabes de filosofía del derecho». Me pasaron dos respuestas por la cabeza: «La filosofía del derecho no sirve para nada. No se estudia para hacer algo (poiesis). Sólo sirve para  entender y actuar (praxis) con sentido». Y otra respuesta que alguna vez oí para este tipo de dudas: «Estudiamos esta materia para que no hagas ese tipo de preguntas» [No le contesté eso, por supuesto]. Un profesor de esta materia ya sabe que ha de justificar ante sus alumnos que su curso es relevante. Que vale tanto que incluso merece la pena complicarse los fines de semana para leer y preparar -en el caso de mi materia este es el plan- por algo «inútil».

Y aunque respondí algo de lo que escribiré ahora, aprovecho este post para darle más orden a la respuesta. [Espero terminar de ofrecer la clase de hoy].

1. El curso de Filosofía del Derecho no se justifica por que en él alguien podría aprender cosas valiosas para la vida. A lo largo de las clases discutimos sobre la belleza, sobre la conducta humana lograda, sobre el fundamento de la dignidad, sobre el papel de la universidad, sobre el equilibrio entre la razón y el sentimiento, sobre Jane Austen, etc. Para eso se podría estudiar ética, historia de las ideas, estética o literatura. Y la pregunta fue, «Profe, ¿cómo puedo aplicar su clase a mi trabajo diario en el despacho?»

2. En el curso de Filosofía del Derecho -al menos el que yo doy- intenta justificar cuál es el bien humano que se realiza con la acción libre cuando se practica el derecho. Y este bien es doble. Por una parte, el (i) equilibrio en la interacción de personas (ii) «a-través-de», mediante, o «con-motivo-de» (iii) las «cosas-situaciones-posiciones» ajustadas que los relacionan entre sí. A ese bien le llamamos «ius» y el argumento racional que lo descubre y entrega, justicia. 

El segundo bien que se pone en juego con la experiencia jurídica es la realización del diseño racional por el que coordinamos los modos variados de nuestra existencia común. A ese bien le llamamos «lex». Y al mismo tiempo, es la ley la que nos organiza, educa, coordina y coacciona como último recurso para no perder la vida civilizada.

3. Es importante que la experiencia jurídica se ancle en el ámbito de la acción racionalmente libre. La experiencia jurídica no gira en torno al uso de la fuerza -aunque a veces se justifique-, ni es un asunto de la voluntad. Si así fuera, el derecho sería sólo la ley del más fuerte, ¿y quién controla al que nos controla? ¿Qué distinguiría a un Estado de una banda de ladrones? Tampoco es el fruto de un cálculo utilitario donde descubro que me irá mejor si cumplo con la ley, pues ¿cómo puedo calcular a priori el resultado total y final de mis decisiones? ¿Es posible sumar y restar bienes que de suyo son inconmensurables? 

4. Cuando el derecho se comprende sólo como el mandato de una ley y el motivo por cumplirla el cálculo utilitario para evitar un mal mayor, entonces esa lógica es distinta de la que permite la realización de la dignidad de la persona en cuanto tal. En cambio, si el Derecho gira en torno a un bien racional que ha de realizarse, entonces es un bien comunicable realmente. «Otro-que-yo» puede comprenderlo y captarlo como bien para sí mismo. Si esto es así, el derecho va dirigido a justificar razonablemente una acción común para ambos participantes. Si esto sucede, es posible un encuentro personal y la realización común de nuestra dignidad compartida.

5. Gracias a esta orientación racional de la acción jurídica y su función como catalizador de encuentros, la acción técnica del jurista puede ser integrada a la lógica de la dignidad de la persona. ¿Cómo podríamos integrar a una persona y sus acciones, si en su vida personal y familiar le pedimos que se oriente por un comportamiento digno, y la comprensión que le ofrecemos en la práctica del derecho o es utilitaria o es voluntarista? ¿No estamos rompiendo al ser humano?

6. Aunque existan algunos agentes jurídicos que sólo funcionan por el miedo a la coacción, aunque haya otros que sólo comprendan motivos utilitarios, los asuntos jurídicos más «eficientes» y las relaciones con los clientes más satisfactorias, son aquellas que se rigen por que los sujetos implicados se dan cuenta de lo razonable de las posiciones y del bien que resulta para ellos comportarse justamente.

Así que en conclusión: la clase no sirve para nada por que aquí no aprendemos a hacer demandas, pero sí que ayuda para todo: da sentido a la labor del jurista y le permite que la experiencia jurídica se integre  en un plan de vida coherente con la dignidad del jurista. Esa orientación hará que se facturen demandas y operaciones jurídicas más eficaces para la vida de la persona.

La filosofía del derecho justifica el derecho como un bien razonable para ser realizado por la acción.

Aquí van las tres dispositivas que resumen esta idea:




Este post va dedicado a Cristi Perez

jueves, 12 de febrero de 2015

Máscaras y Beisbol.


Vaclav Havel, el dramaturgo y político checo, publicó un famoso ensayo que tituló «El Poder de los sin Poder». Ahí describía cómo los regímenes totalitarios subsisten por que logran en la sociedad una vida simulada. Es decir, muchos para no meterse en problemas aceptan como el horizonte de vida válido para ellos la disyuntiva entre libertad y seguridad. Es decir, la seguridad de una educación y salud suficiente a cambio de una libertad controlada y limitada. El Estado simula que somos felices por que accedemos a unos servicios sociales colectivos de relativa calidad; y la sociedad simula que la vida controlada por el Estado le es suficiente y lo llena.

El ejemplo con el que Havel describe esta situación es este. Un vendedor de verduras en el mercado coloca junto al precio de su productos un letrero que dice: "¡Proletarios del mundo, uníos!". ¿Por qué lo hace? ¿Por que está convencido de que eso es realmente así? ¿Por que sabe que la clase obrera acabará por liberar a la sociedad de sus males? ¿O lo coloca por que teme al inspector o al vecino que lo va a denunciar? En un régimen totalitario quien piensa distinto o incluso quien se pregunta sobre la validez del letrero, se convierte en enemigo. Es fácil que el vendedor de verduras coloque el letrero no por convicción, sino para no meterse en problemas. Una persona así se ha colocado una máscara, vive en una trampa. Afirma lo que no cree. Esa es la fuerza de un régimen totalitario: enmascarar a todos. Y ahí, dice Havel está su debilidad. Un régimen totalitario se resquebraja cuando un ciudadano decide vivir en verdad y asumir sus consecuencias. Cuando se justifica sus convicciones y se deja transformar por ellas. Se trata en el fondo de sacudirse esa complicidad del miedo y de lo cómodo. De elegir aquello que dará sentido realmente a nuestra existencia. Decía un filósofo alemán: o nos comprometemos por algo por lo que estemos dispuestos a sacrificar la vida, o de lo contrario nuestra vida carecerá de sentido. Esa es la revolución del vendedor de verduras: la revolución de la conciencia.

Pues bien, esta idea de Havel me atropelló el domingo pasado a partir de algo tan intrasendente como tensionante. Como todo aficionado que ve perder a su equipo, yo hice lo que se supone que hace un aficionado. En mi caso, Culiacán perdió la final de la Serie del Caribe contra Cuba: imaginé el hipotético hit bien colocado para el empate. «¡Pero si estuvimos tan cerca!» lo repetí varias veces.  Menté todo el repertorio de mentadas que me enseñaron mis padres para esos momentos. Saqué cuentas para ver cuánto aportaron los refuerzos que llevó Culiacán [los refuerzos Charros se fueron al bat .167 y al pitcheo le conectaron el homerun del 3-1 para irse con 3 de efectividad], y poder culpar a alguien. Me torturé repasando las jugadas en las que por centímetros pudimos haber sacado más. Se puso feo. 

Vi entonces en mi tuiter una publicación que salió de Cuba. Yoani Sánchez escribió: «Cuba/Vegueros gana la Serie del #Caribe de béisbol y el barrio grita de alivio y felicidad».


¿Quién es Yoani Sánchez? Una versión real y cubana del vendedor de verduras del que hablaba Havel. No quiero resaltar aquí su oposición al gobierno cubano -que lo está- y las controversias que ha suscitado. Ella ha dejado la máscara y ha publicado un blog sobre lo que ve y lo que piensa sobre Cuba. Ha puesto su nombre y su documento de identidad para ser ella la que sostiene lo que opina. Como si dijera: «Esta soy yo, esto es lo que pienso. Podré estar equivocada, podré ver las cosas de forma parcial. Pero soy yo. Basta de máscaras.» Lanzarse a algo así la ha llevado a descalificaciones, detenciones y recelos. Ha sido acusada como agente de la CIA y traidora de Cuba. Cuando viaja al extranjero es insultada por personas que utilizan a su favor un derecho que a ella le es negado en Cuba. Ha puesto en riesgo su tranquilidad a cambio de sacudirse la máscara de sosiego.

Yo vivía una tragedia deportiva, ella relataba algo que la había puesto feliz. Había ahí dos historias y una atropellaba a la otra. En una, alguien disfrutaba sin ser consciente de una libertad que otros ganaron para él. En la otra, alguien se daba un respiro en su lucha por una libertad que otros disfrutarán. ¿De qué lado me tocó estar?

Me acordé de lo que decían las abuelas. Pon la tragedia en contexto y pasará como con una pintura, las luces y las sombras tienen sentido si se ven unas junto a las otras.

Aquí unos videos de Yoani y sus detractores.


En el minuto 35 comienzan las preguntas. Se pone bueno el debate.


viernes, 6 de febrero de 2015

La historia coloca a todos en su sitio: John Adams y los Jesuitas


Aunque a veces se tarde o lo haga de forma inesperada, la historia «coloca» a todos en su sitio. 

John Adams -el segundo presidente de Estados Unidos- en una carta a Jefferson (4-XII-1816)  escribió sobre los jesuitas:
«This society [Jesuits] has been a greater calamity to mankind than the French Revolution, or Napoleon's despotism or ideology. It has obstructed the progress of reformation and the improvement of the human mind in society much longer and more fatally»
Unos meses antes, en mayo del mismo año, también a Jefferson, con motivo de la restauración de la Compañía de Jesús se expresaba con el mismo «cariño»:
«My history of the Jesuits is not eloquently written, but it is supported by unquestionable authorities, [and] is very particular and very horrible. Their restoration [en 1814 por el Papa Pío VII] is indeed a step toward darkness, cruelty, despotism, [and] death. [...] I do not like the reappearance of the Jesuits.... Shall we not have regular swarms of them here, in as many disguises as only a king of the gipsies can assume, dressed as printers, publishers, writers and schoolmasters? If ever there was a body of men who merited damnation on earth and in Hell, it is this society of Loyola’s. Nevertheless, we are compelled by our system of religious toleration to offer them an asylum.» 
Pues bien, ayer se hizo pública la visita del Papa Francisco al Capitolio. Un Jesuita hablará, en sesión conjunta, a las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos. Por primera vez en la historia. 

¿Y John Adams? ¡Salud!


Dedicado a mi amigo Gerardo Castillo

jueves, 5 de febrero de 2015

En la Constitución (no) está todo

Dicho por un jurista de cepa y cepo: «Cuando me pregunta algún alumno: "¿Qué es una Constitución?"... Pienso en la de México y no dudo en contestar: "La suma de los factores reales de poder..."» #Aigoei

Dicen mis colegas que enseñan Derecho Constitucional que un documento como la Constitución ha de ser la «La suma de los factores reales de poder». -[Queda mejor si se dice en actitud de Moisés bajando con las tablas de la ley]-. La frase es del escritor francés Ferdinand Lassalle quien en 1863 dictó una serie de conferencias sobre lo que habría de considerarse la naturaleza de una Constitución opuesta a un gobierno absolutista. ¿A qué se refiere? ¿Que sólo un poder es legítimo si está en la Constitución? ¿Que el resultado del la lucha por el poder se expresa en la Constitución? ¿Que lo propio del derecho es su sometimiento al poder?

Unos diez años antes de las conferencias de Lasalle, en 1854, se cantó por primera vez el Himno Nacional: una marcha militar que invita al heroísmo y el sacrificio por la patria. En unas estrofas le prometemos a la patria que si un enemigo osara invadirnos, estaríamos dispuestos a exhalar nuestro último aliento defendiendo la patria querida. Nuestra muerte no será inútil: la patria se beneficiará del sacrificio, y el difunto merecerá nuestro recuerdo y si nos va bien un sepulcro de honor.

Si unimos estas dos ideas, no es de extrañar que en nuestra comprensión del derecho y de la vida política, la Constitución aparezca como la síntesis de lo que somos y lo que habremos de ser. La Constitución sería el centro y la fuente del fenómeno jurídico; y al mismo tiempo, la materialización de toda postura política y su núcleo de legitimidad.  

Bajo esta lógica, tampoco es de extrañar que cualquier pretensión de cierta importancia queramos que se refleje en la Constitución. Quizá por eso nos empeñamos tanto en reformarla. En este sentido, algunos juristas sostienen que  una Constitución «que todo el tiempo se está reformando y que contiene una regulación minuciosa y detallada de un sinfín de temas genera más problemas que soluciones». Tal vez no les falte razón: 
"De la Constitución mexicana originalmente escrita y promulgada en 1917 queda muy poco. El 80% de los artículos constitucionales originales han sido modificados un promedio de cinco veces cada uno (Cámara de Diputados, 2013). Es una Constitución que ha sido modificada dos veces más que cualquier otra constitución democrática del mundo (Lorenz, 2008). La Constitución ha sufrido un total de 561 reformas (Cámara de Diputados, 2013). Sólo 27 de los 136 artículos constitucionales han permanecido sin cambios, esto es: sólo el 19% del texto constitucional permanece así, tal como fue concebido. (Viridiana Ríos, «Rarezas Constitucionales», Nexos, 1-Feb-2014)"
Nuestra efervescencia reformadora no se da en el aire: comprendemos la constitución como la fuente de legitimación política y el origen del sistema legal que justificaría ante el mexicano asumir los esfuerzos que implican hacer realidad los valores reconoce en ella. Asumimos que la Constitución justifica la apología del sacrificio a la que invita el Himno Nacional y por eso pensamos que nuestros pretensiones deben incorporarse a la Constitución. Esto es así, además, por que como herederos del modelo ilustrado de comprender el derecho, pensamos que la ley diseña primero el mundo que haremos realidad después. Primero diseñamos la máquina, y después la construimos. De forma análoga, primero diseñamos el México que deseamos y después buscamos transformar la realidad.

No creo que a la Constitución le venga bien calificativos cursis y grandilocuentes; y mucho menos depositar en ella, sin matices ni justificación, el origen de la experiencia jurídica o el único sello de legitimidad para pedir a los ciudadanos un esfuerzo por construir el país que queremos. Al celebrar a la Constitución conmemoramos un símbolo de institucionalidad. Como todo símbolo, es aquello simbolizado -y más específicamente la sociedad y sus aspiraciones- lo que hace realidad esos valores recogidos en la Carta Magna. Sólo por eso vale la pena adecuar la Constitución las veces que haga falta y celebrar la que heredamos de 1917.