miércoles, 10 de agosto de 2016

«Nacionalicemos a Phelps» de Germán Dehesa



No tiene desperdicio olímpico. Apareció en Mural el 14 de agosto de 2008:
«Tiene un cierto rostro de Pánfilo Ganso y caminares como de pelícano, pero ya en el agua es como político con presupuesto abundante: voraz, implacable e insaciable. Mi sugerencia de nacionalización no es un mero fuego fatuo que haya iluminado cualquiera de mis insomnios; para nada, se trata de una medida muy bien meditada y de múltiples efectos benéficos para el deporte nacional. Nomás de golpe ya tenemos al mejor atleta de toda la historia de las Olimpiadas (¡y sin la maléfica influencia del torvo Vázquez Raña y de el Tibio Muñoz, su clonecito de bolsillo!), pero además, cristalizaremos la posibilidad de tener una delegación triunfadora formada por el propio Phelps y ya, o por Phelps y algunas chicas que se comprometerán a no llevar familia. Esto no es cosa mía, pero los aztecas nos estamos formando una imagen de chillones planetarios que no va bien con nuestra imagen recia y estoica: ¡cero familia chillona!.
Pensemos en que Phelps solito ha ganado ya más medallas de oro que México en toda su historia. La cuestión estribaría en mantenerlo en condiciones muy higiénicas (yo diría que lo aisláramos en las bóvedas del Banco de México con su cubito de agua y hermosas edecanes del Centro Histórico; Agrupación Cisne, absténgase). Se le encomendaría a mi amigo El Marce la tarea de cuidar a nuestra joya Phelps y que ni sueñe con sacarlo para inaugurar sus muy pinchurrientitas albercas y playas capitalinas. Por cuenta del Marce corre el bienestar de nuestro egregio nadador y muchos puntos de popularidad ganará si tiene a Phelps contentito y cumpliéndole cuanto capricho se le ocurra: ¿qué quiere libros?, de inmediato Marce se pone en contacto con Mario Marín que es un destacado surtidor de bibliotecas quien de inmediato le enviará no uno, sino varios tráilers de la suerte, llamados así porque mediante un estimulante sorteo, los tráilers pueden venir vacíos, pueden traer las memorias de Schopenhauer en su lengua original, los discursos de Miguel de la Madrid también en su lengua original y así. Es tan ocurrente el Gobernador Marín, que uno nunca sabe con qué nos va a salir este predilecto amigo de Felipe Calderón y de la Suprema Corte que, por cierto, ahora nos dice que todos sus integrantes son perfectos y están en vías de canonización y que ellos impartirían una justicia expedita y maravillosa si les entregaran expedientes bien documentados (¿cómo el de Lydia Cacho, o mejor?). Ya pensándolo bien, no sería mala la idea de poner a Phelps al frente de la Suprema Corte, en lugar de este señor tan plomito que parece la mamá de la Pequeña Lulú.
Pero, no perdamos de vista a Phelps y a las múltiples ventajas que ofrece el hecho de nacionalizarlo azteca y con ello ahorrarnos la pena ajena y propia de enviar, por ejemplo, a nuestro equipo de velerismo que por más manazos y jondeones que le dan a su embarcación, ésta permanece tranquilamente al pairo meciéndose suavemente mientras otras naciones ya van llegando a la rayita del horizonte; por no hablar de nuestras gimnastas que tienen insalvables problemas de diseño. Hay que aceptarlo: la raza tenochca es petacona y no hay concurso de Televisa que la redima. Tendrían que diseñar para nuestras chicas ejercicios especiales que no comprometieran el aguayón, porque de otra manera nuestro ineludible destino será el de que nuestras náyades se vayan de náilons reiteradamente.
Muchas son las ventajas de la medida que propongo. Dista mucho de ser una mera puntada. Ahorraremos mucho dinero y ganaremos prestigio». [...]

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