Recuerda que una vez, Tales de Mileto cayó en un pozo mientras veía las estrellas. Una esclava se burló de él más o menos así: «¡Hey! ¡Pringa'o! ¡Quieres saber las cosas del cielo, pero te olvidas de las que tienes delante de tus pies!». Platón toma la broma que se lanza a los filósofos y la revira contra el que sólo sabe de lo que sucede en el mundo laboral: será esclavo de un saber parcial y limitado. Su castigo será vivir consigo mismo, será traicionado por sus categorías una y otra vez, su mundo se reducirá a lo que sucede en su área jurídica. Terminará tropezando, pues pensará que conocer cómo opera el derecho es suficiente para saber vivir la vida.
¿Trabajar mientras se estudia en la universidad? Tal vez sí; siempre que no se abandone el esfuerzo por saber aquellas cosas que vale la pena saber. Sólo si se es conciente de que el mundo laboral es sólo una parcela de la vida real de una persona. Platón sugeriría que lo más importante es la madurez intelectual para saber quiénes somos y cómo edificamos una vida libre, llena de amigos, bella, justa y plena.
¿Trabajar para conocer el mundo real y garantizar un futuro laboral? Si es sólo por eso, entonces, concluiría Platón, habría que prepararse para el castigo inherente a ese carácter: «convivirás contigo mismo. Tropezarás una y otra vez, por culpa de tus propias categorías intelectuales».
En otras palabras, el problema no está en trabajar o no, sino en lo que busco madurar al empeñarme en esa actividad, y lo que dejo de saber por dedicarle tiempo a ello.
Aquí va el texto de Platón. Primero puse una versión breve con comentarios; abajo, unos párrafos menos recordados.
Teeteto
172c-177c
Los que han rodado desde jóvenes por tribunales y lugares semejantes parecen haber sido educados como criados [o lacayos] [...] Siempre hablan con la urgencia del tiempo, pues les apremia el flujo constante del agua. Además, no pueden componer sus discursos sobre lo que desean, ya que la parte contraria está sobre ellos y los obliga a atener se a la acusación escrita, que, una vez proclamada, señala los límites fuera de los cuales no puede hablarse [Ellos mismos se limitan a hablar de asuntos jurídicos]. [...] Sus discursos versan siempre sobre algún compañero de esclavitud [alguien que sólo habla de derecho] y están dirigidos a un señor que se sienta con la demanda en las manos. Hasta tal punto tratan sus disputas de asuntos puramente particulares [parciales], que muchas veces se parecen a una carrera por la propia vida. De manera que, a raíz de todo esto, se vuelven violentos y sagaces, y saben cómo adular a su señor con palabras y seducirlo con obras. Pero, a cambio, hacen mezquinas sus almas y pierden toda rectitud. La esclavitud que han sufrido desde jóvenes les ha arrebatado la grandeza de alma, así como la honestidad y la libertad, al obligarlos a hacer cosas tortuosas y al de parar a sus almas, todavía tiernas, grandes peligros y temores, que no podían sobrellevar aún con amor a la justicia y a la verdad. [...]
Cuando una persona así en sus relaciones particulares o públicas con los demás se ve obligada a hablar, en el tribunal o en cualquier otra parte, de las cosas que tiene a sus pies y delante de los ojos, da que reír no sólo a las tracias, sino al resto del pueblo. Caerá en pozos y en toda clase de dificultades debido a su inexperiencia [del auténtico mundo real, del que hace que valga la pena la vida de una persona], y su terrible torpeza da una imagen de necedad. Pues, en cuestión de injurias, no tiene nada en particular que censurar a nadie [no se entera, porque no lo ve; sus esquemas mentales atrofiados se lo impiden], ya que no sabe nada malo de nadie, al no haberse ocupado nunca de ello. Por tanto, se queda perplejo y hace el ridículo. Y ante los elogios y la vanagloria de los demás, no se ríe con disimulo [como restanto importancia al adulador], sino tan real y manifiestamente que parece estar loco. [...] En todos estos casos una persona así sirve de mofa al pueblo, unas veces por su apariencia de soberbia, y otras veces por el desconocimiento de lo que tiene a sus pies y la perplejidad que en cada ocasión le envuelve. [En el fondo el que sólo sabe de la operación jurídica, o de su ámbito profesional, desconoce lo más importante, no se da cuenta de ello y tropieza, como Tales de Mileto, ante lo que tiene a sus pies] [...]
Pues bien, como no se dan cuenta de esto, debido a su insensatez y a su extrema inconsciencia se les pasa por alto que con sus acciones injustas se hacen más semejantes a uno de ellos [al injusto] y menos al otro [al virtuoso]. Viviendo esa clase de vida a la que ellos se asemejan es, pues, como reciben el castigo. [La sansión es vivir con ellos mismos o con alguien similar a ellos]
-o-
Sócrates: — Por cierto, muchas veces, querido amigo, se me ha ocurrido pensar, como en esta ocasión, que los que se han dedicado mucho tiempo a la filosofía frecuentemente parecen oradores ridículos, cuando acuden a los tribunales.
Teodoro:— ¿Qué quieres decir?
Sócrates:— Que los que han rodado desde jóvenes por tribunales y lugares semejantes parecen haber sido educados como criados, si los comparas con hombres libres, educados en la filosofía y en esta clase de ocupaciones.
Teodoro:— ¿En qué sentido?
Sócrates: — Estos últimos disfrutan del tiempo libre al que tú hacias referencia y sus discursos los componen en paz y en tiempo de ocio. Les pasa lo mismo que a nosotros, que, de discurso en discurso, ya vamos por el tercero. Si les satisface más el siguiente que el que tienen delante, como a nosotros, proceden de la misma manera. Y no les preocupa nada la extensión o la brevedad de sus razonamientos, sino solamente alcanzar la verdad. Los otros, en cambio, siempre hablan con la urgencia del tiempo, pues les apremia el flujo constante del agua. Además, no pueden componer sus discursos sobre lo que desean, ya que la parte contraria está sobre ellos y los obliga a atener se a la acusación escrita, que, una vez proclamada, señala los límites fuera de los cuales no puede hablarse. Esto es lo que llaman juramento recíproco. Sus discursos versan siempre sobre algún compañero de esclavitud y están dirigidos a un señor que se sienta con la demanda en las manos.
Hasta tal punto tratan sus disputas de asuntos puramente particulares, que muchas veces se parecen a una carrera por la propia vida. De manera que, a raíz de todo esto, se vuelven violentos y sagaces, y saben cómo adular a su señor con palabras y seducirlo con obras. Pero, a cambio, hacen mezquinas sus almas y pierden toda rectitud. La esclavitud que han sufrido desde jóvenes les ha arrebatado la grandeza de alma, así como la honestidad y la libertad, al obligarlos a hacer cosas tortuosas y al de parar a sus almas, todavía tiernas, grandes peligros y temores, que no podían sobrellevar aún con amor a la justicia y a la verdad. Entregados así a la mentira y a las injurias mutuas, tantas veces se encorvan y se tuercen, que llegan a la madurez sin nada sano en el pensamiento. Ellos, sin embargo, creen que se han vuelto hábiles y sabios. Así es esta gente, Teodoro [...]
Es lo mismo que se cuenta de Tales, Teodoro. Éste, cuando estudiaba los astros, se cayó en un pozo, al mirar hacia arriba, y se dice que una sirvienta tracia, ingeniosa y simpática, se burlaba de él, porque quería saber las cosas del cielo, pero se olvidaba de las que tenía delante y a sus pies. La misma burla podría hacerse de todos los que dedican su vida a la filosofía. En realidad, a una persona así le pasan desapercibidos sus próximos y vecinos, y no solamente desconoce qué es lo que hacen, sino el hecho mismo de que sean hombress o cualquier otra criatura. Sin embargo, cuando se trata de saber qué es en verdad el hombre y qué le corresponde hacer o sufrir a una naturaleza como la suya, a diferencia de los demás seres, pone todo su esfuerzo en investigarlo y examinarlo atentamente. ¿Comprendes, Teodoro, o no?
Teodoro:—Sí, y tienes razón.
Sócrates: —Así pues, querido amigo, como te decía al principio, cuando una persona así en sus relaciones particulares o públicas con los demás se ve obligada a hablar, en el tribunal o en cualquier otra parte, de las cosas que tiene a sus pies y delante de los ojos, da que reír no sólo a las tracias, sino al resto del pueblo. Caerá en pozos y en toda clase de dificultades debido a su inexperiencia, y su terrible torpeza da una imagen de necedad. Pues, en cuestión de injurias, no tiene nada en particular que censurar a nadie, ya que no sabe nada malo de nadie, al no haberse ocupado nunca de ello. Por tanto, se queda perplejo y hace el ridículo. Y ante los elogios y la vanagloria de los demás, no se ríe con disimulo, sino tan real y manifiestamente que parece estar loco. [...] Se ríe de los que son incapaces de hacer un cálculo de esta naturaleza y no alejan la vanidad de su alma insensata. En todos estos casos una persona así sirve de mofa al pueblo, unas veces por su apariencia de soberbia, y otras veces por el desconocimiento de lo que tiene a sus pies y la perplejidad que en cada ocasión le envuelve.
Teodoro: — Eso que estás diciendo, Sócrates, es exactamente lo que ocurre.
Sócrates: — Pero, querido amigo, cuando consigue elevar a alguien a un plano superior y la persona en cuestión se deja llevar por él, el resultado es muy distinto. Entonces quedando a un lado las cuestiones relativas a las injusticias que yo cometo contra ti o tú contra mí, y se pasa a examinar la justicia y la injusticia en sí mismas, lo que ambas son, y las diferencias que distinguen a la una de la otra, así como a ellas mismas de todo lo demás. De preguntas acerca de si es feliz el rey que posee riquezas se pasa a un examen de la realeza y de la felicidad o la desgracia que en general afecta a los hombres, para averi guar que son ambas y de qué manera le corresponde a la naturaleza del hombre poseer la una y huir de la otra. Cuando alguien de mente estrecha, sagaz y leguleyo, tiene d que dar una explicación de todas estas cuestiones, se in vienen las tornas. Suspendido en las alturas, sufre de vértigos y mira angustiado desde arriba por la falta de costumbre. Su balbuceo y la perplejidad en la que cae no dan que reír a las tracias, ni a ninguna oirá persona carente de educación, pues ellas no perciben la situación en la que se halla, pero sí a todos los que han sido instruidos en principios contrarios a la esclavitud.
Ésta es la manera de ser que tienen uno y otro, Teodoro, el primero ha sido educado en la libertad y el ocio, es precisamente el que tú llamas filósofo. A éste no hay que censurarlo por parecer simple e incapaz, cuando se ocupa de menesteres serviles, si no sabe preparar el lecho, condimentar las comidas o prodigar lisonjas. El otro, por el contrario, puede ejercer todas estas labores con diligencia y agudeza, pero no sabe ponerse el manto con la elegancia de un hombre libre, ni dar a sus palabras la armonía que es preciso para entonar un himno a la verdadera vida de los dioses y de los hombre bienaventurados. [...]
En relación con esto es como hay que valorar la verdadera habilidad de un hombre o su insignificancia y falta de virilidad. Pues la sabiduría y la verdadera virtud no son otra cosa que el conocimiento de la justicia, y su desconocimiento es ignorancia y maldad manifiesta. Cualquier otra cosa que pudiera parecer habilidad y sabiduría, en el ejercicio de la política es grosería y en las artes vulgaridad. En consecuencia, al hombre que es injusto o impío de palabra o de obra es al que menos puede reconocérsele que tiene habilidad por su falta de escrúpulos. Ellos, en efecto, se vanaglorian de lo que, en realidad, es un reproche y creen oír con ello que no son, como los necios, una mera carga de la tierra, sino hombres como hay que ser para estar a salvo en la ciudad.
Así pues, debemos decir la verdad: ellos son lo que no creen ser, tanto más cuanto menos lo creen, pues desconocen el castigo de la injusticia, que es lo que menos conviene desconocer. Este castigo no es el que piensan, no consiste en los golpes ni en la muerte que a veces no sufren los que practican la injusticia, sino en un castigo del que no es posible escapar. [...] Pues bien, como no se dan cuenta de esto, debido a su insensatez y a su extrema inconsciencia se les pasa por alto que con sus acciones injustas se hacen más semejantes a uno de ellos [al injusto] y menos al otro [al virtuoso]. Viviendo esa clase de vida a la que ellos se asemejan es, pues, como reciben el castigo. [...] Pues bien, como no se dan cuenta de esto, debido a su insensatez y a su extrema inconsciencia se les pasa por alto que con sus acciones injustas se hacen más semejantes a uno de ellos y menos al otro. Viviendo esa clase de vida a la que ellos se asemejan es, pues, como reciben el castigo.
A ver, a ver... En la medida que el objetivo de las maestros de la UP sea que los alumnos aprendan a recitar lo que viene en las diapositivas (que a su vez es un copy-paste de la ley), vale más la pena trabajar y estudiar. Cuando la UP tenga un nivel parecido al de cualquier escuela de derecho top 50 de US, entonces, venga, a estudiar.
ResponderEliminarGracias por detenerse a opinar. ¡Alguien me lee! La idea de fondo del post es evidenciar dos proyectos intelectuales que están en tensión en la UP: aquella cuya misión es credencializar para después acceder a un trabajo; o, la tradición universitaria cuya misión es la maduración intelectual.
Eliminar¿Cómo se logra esos fines tomando en cuenta los alumnos y los profesores que tiene a su alcance? Si el alumno sólo tiene profesores copy-paste, ¿lo que más le ayuda es ir a trabajar? Pues que haga lo que su prudencia le indique. En ese caso, sólo lo animo a que sepa sepa las ventajas y los límites de la formación que está recibiendo (por que la UP no es del top 50, o por los motivos que sean)
¡Y qué pena que opinaste como "Desconocido"!
Primero vamos a calmarnos. Sea lo que sea y desgraciadamente, sí hay razones prácticas para escribir comententarios anónimos… y si no vamos a admitir eso, entonces creo que estamos hablando de otra UP Gdl y en otro idioma.
EliminarSí, Anónimo #1, hay que leer el mensaje completo antes de comentar, porque no era el punto.
Pero ya que estamos en ese punto, y con el ánimo de contribuir positivamente, probablemente el Dr. Pallares, que entiendo tiene vara alta en el programa de estudios (o al menos una voz que pesa en los métodos de evaluaciones), hay que hacer algo con esas diapositivas.
El otro punto, al menos yo en mi experiencia en un IV League, las buenas escuelas en EUA forman tres grandes grupos de abogados: (i) académicos, (ii) servicio público (V.gr. sistema jurisdiccional) y (iii) big law. También hay que respetar a los que quieren hacer big law: en esas escuelas son la mayoría y se les da su lugar.
En la UP Gdl también son la mayoría. Mientras no tengan clases decentes de corporate finance, competencia económica, M&A, etc., entonces sí la misma carencia de la escuela te empuja a tener que completar conocimientos con la práctica professional. El gran grueso de los abogados de la UP Gdl no quiere ser académico ni trabajar en el servicio público; quiere litigar o trabajar en corporate. Esa es una realidad que parece que se quiere ignorar por completo.
¡Qué bien que continuamos el diálogo! Entiendo el punto y que tal vez por como funciona la UPGdl, el aprendizaje a través de pasantías sea importante. De hecho ahora hay dos materias oficiales en el plan de estudios donde se debe trabajar de pasantes. ¿Falta más? Sin duda. Pero los años en la Universidad son importantes para la formación de la cabeza y no sólo para la instrucción operativa.
EliminarDe cualquier modo, entiendo lo que me dices, veo los límites que tenemos como universidad y haré lo pueda.
Creo que también hay un tema de costo-oportunidad. Si en el fondo quieres hacer litigio o corporativo te puedes quedar sin que te agarre una buena firma en Guadalajara o en la Ciudad de México si no fuiste pasante - eso es una realidad que no se puede negar. Entonces en las circustancias actuales un alumno tiene que saber que si sólo te dedicas a estudiar su espectro de posibilidades de hacer big law se reduce y hay un costo-oportunidad que debe asumir. Vale la pena explicarles que para hacer ese tipo de derecho la competencia es tan pesada que el no trabajar tiene una contramoneda.
EliminarSi el punto es una crítica estructural al sistema de eduación mexicano en relación con la formación de abogados, estoy totalmente de acuerdo. Pero un alumno tiene que decidir con las cartas que tiene sobre la mesa, con el sistema que tiene actualmente.
…y sí, hay excepciones a la regla y personas que logran trabajar en una firma premier sin haber sido pasantes, pero son los menos. Otra vez: costo-oportunidad. Probabilidades y riesgos.
EliminarSupongo que a eso te refieres con biglaw?
EliminarJusto ahorita es relevante, porque estestás últimas generaciones de la UP Guadalajara han sacado muchos estudiantes que han estado en las grandes ligas. Un buen empujón se los dio la firma de la que venían en Guadalajara, y las firmas de Guadalajara los agarraron desde pasantes.
De acuerdo. Aunque quizá sea más un problema del recién egresado. Pero una vez con algo de experiencia, los despachos contratan -en general- al mejor talento. ¿Y cuál es mejor candidato?
EliminarNo quito el dedo de la inquietud original de la entrada: ¿qué es saber? ¿Qué papel juega la educación Universitaria en ese proceso de saber lo que realmente vale la pena saber? ¿No estaremos engañando a los alumnos cuando sólo les enseñamos a operar en un despacho? ¿No los estaremos atrofiando si sólo les enseñamos en los libros? (Por cierto, el debate tiene tanta historia que ya en el s. XII, Federico II -emperador alemán- fundó la Universidad de Nápoles para producir operativos para su reino; mientras que el Papa protegió la Universidad de Paris, para que se dedicara al saber)
Sin duda. Pero como dices, al momento de hacer el análisis costo-beneficio, tenemos el deber de poner sobre la mesa todas las cartas.
EliminarSí entiendo el punto y la crítica estructural (y el caveat de los primeros dos semestres). Pero si somos pragmáticos y el punto es aconsejarle a los alumnos qué hacer, habría que aclararles que en las cartas sobre la mesa hay un sistema laboral muy competitivo, donde cada paso cuenta, y que las firmas elite cuando buscan abogados necesitan que tengan experiencia. Por qué lo hacen, es irrelevante, así funciona.
EliminarTambién habría qué decirles que desafortunadamente sólo algunas clases te dejan “aprender a pensar”.
Me da la impresión de que el mensaje que se les está transmitiendo a los alumnos da por hecho muchas cosas y hace muchas “assumptions”: que el sistema funciona, que no hay costo oportunidad y que las clases son de primer nivel.
¿No será que más bien que el mensaje debería ir dirigido a otra comunidad? ¿Tal vez a la facultad, a los maestros y a los despachos? Parece más bien una crítica estructural.
Sí que es una crítica estructural. O más bien una pregunta a la estructura: ¿Cuál es nuestra misión como universidad: credencializar o la maduración intelectual? A partir de ahí viene otra pregunta: ¿y cómo se cumple ese fin desde la estructura que tenemos, de los maestros con que contamos, y de las demandas laborales de los despachos?
EliminarAunque lo tengo que pensar más, sigo afirmando lo mismo aunque el sistema funcione como lo hace, a pesar de que existe un costo de oportunidad y tomando en cuenta que las clases no siempre son del nivel que se debería.
Al menos estamos de acuerdo en que a los alumnos deben ponerse todas las cartas sobre la mesa. Todas
Totalmente de acuerdo! Veo a Platón citado y pareciera insinuar que la Universidad Panamericana está dando educación triple A. Para aquellos que han estudiando fuera de México, sabrán que no es cierto, o al menos todavía no es cierto. Desgraciadamente, el trabajo todavía te enseña más a aplicar la ley que la mayoría de las clases. Mientra no tengan un sistema de evaluación enfocado a resolver casos concretos, y más bien se inclinen por repetir como pericos los que dice la ley, el trabajo te forma más como abogado.
ResponderEliminar"Pareciera insinuar". No, no es mi intención sugerir algo así. Este es mi blog personal, no lo que piensa la UP. Sólo intentaba apuntar los límites de quien piensa que "sabe" sólo por que conoce la operación de una profesión. Como también sería una reducción si sólo aprende de las clases copy-paste.
EliminarSólo por si acaso, tampoco pretendo concluir que mis clases, las únicas que conozco cómo se dan, son de nivel triple A. Por último, también, ¡qué pena que opinaste como "desconocido"! Así no puedo seguir el diálogo.
Mi estimadísimo Maestro, creo que hay un elemento más qué considerar si el alumno quiere desarrollarse en litigio: el funcionamiento de los juzgados.
ResponderEliminarEl funcionamiento de nuestros juzgados implica que un abogado litigante, casi como regla general, tiene que tener pasantes (que en juzgados locales se pierda el expediente si no hay un pasante ahí diario, que no se provea el escrito si no hay un pasante que pidan que pasen el expediente al secretario, que no estén funcionando sistemas electrónicos para presentar tus escritos o ver acuerdos en juzgados locales, que el sistema escrito le permita al abogado litigante trabajar desde su oficina sin necesariamente acudir a tribunales, etc.).
Si un abogado litigante tiene que tener pasantes, pues quienes poco a poco van ganando terreno en un despacho para convertirse en los futuros abogados litigantes son ésos que empezaron como sus pasantes.
Aunque hubiera sido increíble que toda la carrera la hubiera dedicado 100% a estudiar (cosa que hubiera disfrutado muchísimo), si no hubiera pasanteado toda la carrera, difícilmente podría ahorita estar trabajando como abogada litigante.
Un abrazo,
Platón responde al que cree que sabe sólo si sabe la operación judicial. Es como un laberinto: es más fácil encontrar la salida si se sabe ver desde arriba, que si se hace a nivel de piso. Para "saber" en los términos en que lo hacía Platón, había que dedicarle esfuerzo a la maduración filosófica. Ya se tendrá tiempo para aprender la parte operativa. ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo, tomando en cuenta lo que en la realidad hace la UP? Yo he visto que funcionan varios "modelos": los que trabajan desde pasantes, los que lo hacen una vez terminada la carrera, etc. Están los que logran madurar en el saber y trabajan en un despacho y los que no lo hacen. El punto de Platón es quien reduce su saber a sólo una área (o sólo en las nubes o o sólo el chicharero). Gracias Bety
EliminarConcuerdo :), saludos!
EliminarBtw, tus clases sí son AAA. Atte Anónimo 3 (el mismo del comentario de las 11:29).
ResponderEliminarCon todo respeto, me parece que esta opinión es totalmente subjetiva y falsa. De entrada, la concepción de trabajo es totalmente errónea. Se habla de trabajar como si fuera una actividad mecánica de la cual no se aprende nada y en la cual se sacrifica la maduración del conocimiento del alumno. Un alumno no madura su conocimiento sino hasta que lo pone en práctica. Para el mismo Platón, la finalidad de todo verdadero conocimiento es la praxis. El trabajo, entre otras cosas, perfecciona nuestra vocación.
ResponderEliminarEs tan sencillo como aterrizar la teoría del autor al mundo real:
¿Confiarías un litigio a ese alumno que nunca trabajó? ¿Realmente maduro su conocimiento si nunca lo puso en práctica?
La Universidad (y el titulo que ésta otorga) no garantiza que el egresado esté realmente habilitado para ejercer la profesión para la cual estudió. Quizás el conocimiento teórico se madure en una biblioteca pero el de la abogacía no, porque un abogado es tan teórico como práctico.
Honestamente, si el consejo sigue siendo que no trabajen antes de graduarse, que mal consejo porque se les está aconsejando precisamente a limitar su conocimiento.
Exactamente. En lo personal, podría afirmar que tuve compañeros que egresaron de la carrera sin saber redactar un contrato (p.e. de arrendamiento).
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