lunes, 6 de febrero de 2017

Contra el berrinche nacionalista (2)

Detalle de la portada de la versión japonesa de «El Napoleon de Notting Hill», de Hayao Miyazaki
La semana pasada esbosaba una respuesta al desafío de un presidente como Donald Trump. Decíamos que al nacionalismo norteamericano –América first, just because is America- no se enfrenta con otro nacionalismo, el mexicano -Pues no nos gusta que nos ningunees, porque somos valiosos-. Para no caer en esa lógica, sugeríamos actividades que afinaran nuestra capacidad de convivir con otros, de ajustar nuestra empatía, y comprender los motivos del otro: es decir, las experiencias a las que nos introducen las humanidades.

La segunda respuesta que parece oportuna al mundo en que vivimos, es esta: renovar nuestra capacidad para reirnos. Sí, escuchó bien: el buen humor y la risa son fundamentales para la democracia.

Al reirnos, primero: desdramatizamos el problema que enfrentamos. Mi abuela, una mujer creyente y luchona como he visto pocas, decía que Dios no le manda problemas a los tontos, a los cobardes y a los solos. Las dificultades nos revelan que algo de creatividad nos queda, que un poco de valor encontremos en el corazón, y que contamos con un amigo para acompañarnos. Por el contrario, quien no se sabe reír y pierde, fracasa por partida doble: tanto porque lo desajusta el problema, como porque cuando se hunde se queda vacío: sin ideas, ni corazón, ni amigos.

Segundo, la risa, nos ayuda a desmitificar a las personas involucradas. Un arma del tirano es la mentira; y uno de sus engaños más recurrentes es lo inevitable de su presencia, el alcance de su fuerza o lo definitivo de sus logros. La risa desenmascara esa pretensión de totalidad. Y también, la risa es un desmitificador de demagogos que van de redentores: políticos, intelectuales y cualquier persona que presenta sus respuestas como las únicas que aciertan. Son aquellos que vinculan la solución de los problemas exclusivamente a su creatividad y a su presencia. La risa desmitifica a esos personajes que prometen lo que son incapaces de cumplir.

El sentido del humor, reirnos –principalmente de nosotros mismos-, permite en tercer lugar, descentrarnos de nosotros mismos y en consecuencia, facilita la empatía. Necesariamente, es ley de vida, que no sepamos todo, que necesitemos avanzar poco a poco en el conocimiento de la realidad, y que requerimos de los demás para madurar en nuestros juicios y carácter. El buen humor, la risa, desplaza el centro de la vida desde un «yo-solo-me-las-arreglo» hacia un «mira-qué-iluminador-es-el-nosotros». La risa es el motor de la empatía y el pegamento que engarsa una comunidad en solidaridad.

Y por el contrario, la pérdida del sentido del humor, incluso en nombre del que se toma en serio los problemas, nos dirige a la pérdida del sentido de lo común, esencial para la democracia. Recordemos que Orwell, en su novela «1984» describió al tirano como alguien que prohible el buen humor y ordena la hilaridad para burlarse del contrario o disfrutar del que ha sido vencido:
«O'Brien: No habrá risa, excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá arte, ni literatura, ni ciencia. Cuando seamos omnipotentes no necesitaremos más ciencia. No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad. Todos los placeres serán destruidos. Pero siempre, no lo olvides, Winston, siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará cada vez más sutil. Siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres hacerte una idea de como será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente».
Así que, por estos tres motivos -puede haber más- la risa es un buen antídoto al reto del nacionalismo de Trump. O dicho con más optimismo, el buen humor, la risa, es esencial tanto para la democracia como para poder tomarnos en serio la propia vida.

Chésterton exploró esta relación entre comunidad, seriedad y risa, en el Napoleón de Notting Hill. Esta es la portada completa de Miyazaki.

Y feliz cumpleaños a Camila.


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