¿Qué es el amor? Estas respuestas las tomé del epistolario que Martin, envió a su alumna Hannah, diesisiete años más jóven. Aparencen en el libro El hechizo de la comprensión:
«Todo debe ser llano y claro y puro entre nosotros. El hecho de que usted llegara a ser alumna mía y yo su maestro es sólo el origen de aquello que nos ocurrió. Nunca podré poseerla, pero usted pertenecerá a partir de ahora a mi vida, y esta deberá crecer por usted»
«Si me hubieras encontrado a tus trece años, si esto hubiera sucedido al cabo de un decenio —son vanas conjeturas. No, ocurrió ahora que tu vida se dispone quedamente a ser la de una mujer, que debes trasladar de manera imperdible tu intuición, tu nostalgia, tu florecer, tu risa —tu época juvenil— a tu vida en cuanto fuente de bondad, de fe, de belleza, de femenino siempre regalar».
«Esta vez me flaquea el habla —y sólo puedo llorar, llorar— y el porqué tampoco tiene respuesta —y se sumerge— esperando en vano —en el agradecimiento y la fe. ‘Ahora tengo todo cuanto el ángel quiere’. El día que me lo trajo todo —tú—. [...] Y tu gran hora —en que te conviertes en santa —en que te revelas del todo. [...] Niña —el hecho de que puedas hacerlo— y que en ello te hayas hecho grande y reverente. La vida se abre a la reverencia— y esta le da grandeza»
«¿Por qué el amor es tan rico, superando todas las dimensiones de las otras posibilidades humanas, y por qué supone una carga tan dulce para aquellos a quienes afecta? Porque nos convertimos en aquello que amamos y, no obstante, seguimos siendo nosotros mismos. Querríamos dar entonces las gracias al amado y no encontramos nada que satisfaga ese deseo. Sólo podemos dar las gracias dándonos a nosotros mismos. El amor transforma la gratitud en fidelidad a nosotros mismos y en fe incondicional en el otro. De este modo aumenta el amor continuamente su misterio más propio»
«Dios me conserve las manos puras para cuidar la joya [que eres tú]»
«¿Qué puedo yo en este momento? Tener cura de que nada en ti se rompa; que se purifique lo que de pesado y doloroso haya en tu pasado; que lo ajeno y aportado desde fuera se aleje. Las posibilidades de la esencia femenina en tu entorno son muy diferentes de lo que cree la ‘estudiante’ y mucho más positivas de lo que ella intuye»
«Todo cuanto narra tu diario está ahí —pero superado— no olvidado ni rechazado, sino acogido en lo propio de la vida más íntima. Y al final eres demasiado pudorosa —es decir, el verdadero pudor siempre es demasiado pudoroso— para convertir en posesión de tu alma el sí de Dios que te ha reconocido y aceptado; pero santa —el que conserves este pudor —te conserva Su sí— y un filósofo sólo ve con san Agustín a la niña que querría sacar agua de un hoyo pequeño en la arena junto al mar y en su búsqueda se torna desamparada ante la vida»
«Sólo entonces el amor también fuerte para el futuro y no el disfrute ligero de una oportunidad —entonces la posibilidad del otro está implícita y es fuerte contra las crisis y las luchas que siempre llegan. Pero tal fe está también a salvo de abusar de la confianza del otro en el amor»
«Tú y tu amor formáis parte de mi trabajo y de mi existencia»
«Te amo como el primer día —lo sabes y siempre lo he sabido, incluso antes de este reencuentro. El camino que me enseñaste es más largo y arduo de lo que pensaba. Exige toda una larga vida. [...] Siempre doy lo que se me exige, y el propio camino no es más que la tarea que me impone nuestro amor. Perdería mi derecho a la vida si perdiera mi amor por ti, pero perdería este amor y su realidad si me sustrajera a la tarea que me obliga. ‘Y si Dios lo da, te amaré mejor después de la muerte’»
«Te doy las gracias por haberme acogido en tu amor. Amo significa Volo ut sis, que dijo en una ocasión san Agustín. Te amo y quiero que seas lo que eres»
Pero al final... se terminó. A Heidegger le aburría su mujer y encontró en Arendt un amor jóven y nuevo. Aunque parece que sólo se enamoró del amor, que se deleitó en una nueva musa, y que fue incapaz de mantener ese amor en el tiempo. Ella huiría a Estados Unidos como judía perseguida por los nazis; él se encumbraría en la Universidad, protegido por el régimen que expulsó a la que decía amar.
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