Blanca de Castilla y su hijo, Luis IX. |
Régine Pernoud es una medievalista francesa de finales del siglo pasado. De ella he leído cuatro historias de mujeres medievales: unas fieras, macizas y viajeras. Mejor dicho, intensas: Leonor de Aquitania, Blanca de Castilla, Eloísa y Juana de Arco. Dice Pernod que
«es indiscutible que por entonces [s. X-XIII] las mujeres ejercen una influencia que no pudieron tener ni las damas partidarias de La Fronda en el siglo XVII ni las severas anarquistas del siglo XIX.» (La mujer en tiempos de las catedrales)
Intelectual e intensa, Eloísa (1101-1164): alumna destacada, esposa de Pedro Abelardo, al que conquistó por su belleza, su forma de ser y su capacidad intelectual. Abadesa de Ferreux-Quincey, defensora de sus monjas… y de su amor. Honesta consigo misma, inquieta al buscar respuestas. Las Cartas a Abelardo son muestra de su erudición y de su intense-ísmo: todo menos negar que quizo a su marido. (Aquí una entrada del Blog sobre esta historia)
Reina, viajera e intensa, Leonor de Aquitania (1122-1204): Dos veces reina, madre y abuela de reyes y reinas de toda Europa. Durante su primer matrimonio, con el rey de Francia, va a las cruzadas. Anula su vínculo -además el marido le aburría- y se casa con el rey de Inglaterra. Madre de Ricardo Corazón de León, y de Juan sin Tierra. A los ochenta años cruza los Pirineos para buscar una nieta para casarla con el heredero de la corona francesa, el nieto de su ex. Su hija había elegido a Urraca, pero a la abuela Leonor le pareció que ese nombre le causaría burlas en Francia, se acostumbrarían más a Blanca.
Guerrera, intensa, luchadora por lo que consideraba justo, Juana de Arco (1412-1431): organiza un ejército, les infunde valor, va por delante en la toma de Orleans, logra la coronación del Rey, se defiende de acusadores. Primero morir antes de traicionar su conciencia.
Reina e Intensa, Blanca de Castilla (1188-1252). Nieta de Leonor de Aquitania, Reina de Francia y madre de San Luis IX. Deshace complots, manda a la guerra, acaba con rebeldes, sobrevivió conjuras y desactivó una invasión de Inglaterra. Sus contemporáneos la calificaban como «reina buena y justiciera».
Como es Blanca de quien he leído el último libro, escribo esta anécdota del verano de 1251. Un grupo de canónigos de París reclamaba a unos siervos, unos privilegios económicos que estos negaban haber contraído. Los canónigos encarcelaron a los deudores. La reina Blanca propuso una mediación: la liberación de los siervos a cambio de una fianza.
Así que si viaja, si se esfuerza por justificarse racionalmente lo que cree, si lucha por lo justo y si además se intensea... seguro es reina.«Respuesta de los canónigos: no le correspondía a la reina entender de los conflictos que pudiera surgir entre ellos y sus gentes; y furiosos mandan encarcelar también, además de a los hombres, a las mujeres y a los niños. La prisión se hallaba abarrotada… fueron a decírselo a Blanca; ella reaccionó con uno de esos arrebatos de ira que jalonaron su existencia.Al instante manda hacer venir al castellano del Louvre con unos hombres de armas. Ella misma, la anciana reina [63 años], tras haber recobrado todo su ardor, se pone a la cabeza de la tropa. El Capítulo, con sus casas y sus clautros, no está más que a una distancia de cien a doscientos metros del palacio real; y el pueblo de París asiste estupefacto a esta salida inopinada de su soberana, rodeada de ballesteros y de alguaciles de maza. Se dirige hacia el Capítulo, donde ya le ha precedido el rumor público: ¡esos canónigos cebones van a tiener que vérselas con una reina encolerizada! Cuando ella se presenta, el claustro está casi desierto. Blanca le pide al tembloroso portero la llave del sótano y de la mazmorra. Luego con paso firme se dirige hacia allí en persona. Tras llegar al sótano, en cuyo fondo se halla la mazmorra, coge de las manos de un alguacil su garrote, lo levanta y asesta el primer golpe contra la puerta. En esto, uno de los ballesteros, Guillermo de Senlis, echa abajo la puerta del sótano y derriba acto seguido a hachazos la de la mazmorra con la ayuda de sus hombres. Y Blanca acoge a los hombres y a las mujeres que estaban allí encerrados «con gran malestar en medio del calor que tenían unos y otros hasta el punto de que varios de ellos murieron», asegura la crónica. Están ahora ya bajo la protección de su reina que se ocupará de ellos hasta el momento en que puedan regresar por sí mismos a Orly»
Feliz cumpleaños.
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