jueves, 16 de julio de 2015

«Ve y pon un Centinela»: Atticus se pasa al lado obscuro.


¿Qué sentiríamos si descubrimos que el héroe de nuestra infancia es un fraude? ¿Cómo reaccionaríamos si  descubriéramos que Yoda se pasa al lado oscuro de la fuerza o que Gandalf se deja envolver por la maldad del anillo? Algo así sucedió hace dos días con el héroe más popular de la literatura norteamericana del s. XX: Atticus Finch. 

Probablemente conozcan la historia narrada en «Matar a un Ruiseñor». Su protagonista, Atticus, ha sido calificado como el prototipo de padre, como el héroe del siglo XX. En mi caso, es el libro que suelo recomendar a un bachiller que no está seguro de si lo suyo es estudiar derecho; «Matar a un Ruiseñor» presenta los principales problemas de la profesión jurídica, y el tipo de carácter que es preciso construir para convertirse en un buen jurista.

Atticus es un abogado en Alabama. Como abogado honrado, es contratado para defender a un hombre de color acusado injustamente de abusar de una mujer blanca. Con toda la opinión pública en contra, con los dados cargados en su contra, con todo que perder: ¿vale la pena defender lo justo a costa de críticas e incluso del odio y de pasarla mal? Atticus enseña el valor de la empatía, la importancia de la valentía, la lucha por lo justo, con los medios adecuados, como un acto de coherencia de vida. Aunque se meta en problemas.

El libro es de 1960 y su autora, Harper Lee no publicó nada más... Hasta el martes pasado, cuando salió a la venta «Ve y pon un Centinela». Esta segunda novela, fue en realidad escrita primero que «Matar a un Ruiseñor». Cuando el editor leyó el borrador, le sugirió a Lee que desarrollara mejor la historia y el personaje, ambientando los hechos veinte años antes de la protesta original. El borrador se había perdido, hasta que en febrero de este año dieron con él. En «Ve y pon un Centinela», Atticus, el héroe y el padre ideal, se viene al suelo. El defensor de la dignidad de toda persona, se revela como un segregacionista que asistió a una reunión del Ku Kux Klan. El padre ideal, mantiene unos fuertes desacuerdos con su hija.

Todavía no he leído la novela -ya viene en camino- pero las críticas más interesantes que he encontrado ofrecen dos pistas para reconciliar esta decepción. Esta es la primera: los héroes no dejan de ser humanos, y como todos los humanos, tienen nuestras grietas y pasadizos tenebrosos. El nuevo Atticus es un personaje necesita de la  benevolencia que él mismo nos enseñó veinte años antes: «Uno no comprende de veras a una persona hasta que considera las cosas desde su punto de vista…». Es decir, todos los seres humanos cargamos nuestras fallas, y quizá por eso, las cosas justas que podamos realizar son más cautivadoras. Tal vez sólo por eso, nos inspiran a tomarnos en serio los valores que intentan vivir a pesar de sus desaciertos.

La segunda es esta. Lo que «Ve y pon un Centinela» nos enseña, no es tanto el arco histórico de la vida de Atticus, sino el esfuerzo de una escritora por desarrollar a un personaje. Esta segunda novela se escribió primero. «Ve y pon un Centinela» es hasta cierto punto el primer borrador de «Matar a un Ruiseñor». Por eso, lo importante de esta nueva publicación no es tanto la corrupción de Atticus, sino más bien la maduración de un personaje por parte de la autora. Lo relevante es el proceso creativo de una escritora que se esfuerza por hacer creíble y atractivo a  un personaje.

A partir de estos dos tipos de crítica, se nos presentan otros tantos tipos de preguntas: «¿Qué significa que una persona que admiramos, real o ficticia, no vive conforme a los valores que aprendimos de ella? ¿Aquellos valores, realmente valen la pena seguirlos? ¿Cómo convivir con alguien lleno de luces y sombras?». El segundo tipo de preguntas es este: «Desde el punto de vista de un escritor, ¿cómo se hace madurar un personaje? ¿Cómo se inventa un personaje honorable a partir de otro que causa cierto rechazo? En función del tipo de personaje, cómo enfrenta el mundo que lo rodea y qué podemos aprender de él». 

Por lo pronto aquí está el primer capítulo tal y como lo ofrece «El País»

¡Ah! Feliz cumpleaños a Carmen -se me perdió la cadenita-. Y además hoy es su santo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario