La semana pasada platicábamos por qué es peligroso leer libros y mucho más si ese es el Quijote. Se cumplían 400 años de la publicación de la Segunda Parte de esa novela y como se acerca la FIL, era una buena oportunidad de hablar de ese tema.
Buscaba otro autor clásico para recomendar esta semana, en preparación para FIL. Y estos días vimos atentados en París, detonaciones en Líbano, sangre en Nigeria, bombas en Siria. Unos por que quieren purificar el mundo para su dios, otros que lo defienden en nombre de la libertad y la justicia.
He tenido en la mente unos pasajes del escritor ruso Fidor Dostoyevski sobre el sufrimiento del inocente. Son textos dramáticos, no sólo por su crudeza sino por lo absurdo que puede llegar a ser infringir dolor a quien no tiene culpa para buscar cualquier otro fin. Este problema lo podemos leer en Los Hermanos Karamazov.
¿Qué se gana con el sufrimiento del inocente? Dostoyevski en su vida personal había sido testigo y también causante de daño a quien no lo merece y había oído posibles respuestas. Una podría ser que gracias a ella, otros ajustamos nuestra brújula moral. ¿Pero para qué queremos conocer la diferencia entre el bien y el mal, si debe ser pagada a un precio tan alto? Otra explicación que ofrece Dostoyevsky es más radical y da en el corazón del problema. Se nos dice que toda injusticia debe ser reparada, ¿pero cómo justificar que la armonía se construya a través del sufrimiento de los inocentes? ¿Por qué el castigo no se puede limitar a los causantes de la pena?
La pregunta, por difícil que parezca, es inevitable si se quiere encontrar sentido a la existencia humana. Por que todos experimentamos la injusticia, todos hemos visto que no siempre el culpable es el único que expía las consecuencias de sus actos o no siempre se castiga. ¿Qué sentido tiene algo así?. Ivan Karamazov concluye con estas palabras:
«Y si el tormento de los niños ha de contribuir al conjunto de los dolores necesarios para la adquisición de la verdad, afirmo con plena convicción que tal verdad no vale un precio tan alto. [S]e ha enrarecido la armonía eterna. El boleto de entrada a ese equilibrio cuesta demasiado. Prefiero devolver mi boleto».
El problema no se resuelve con facilidad y mucho menos pretendo hacerlo en este momento. Los atentados en Paris causaron sufrimiento de inocentes y han provocado la solidaridad de muchos. Perfecto, eso nos viene bien como sociedad. A todos nos sirve, por ejemplo, ver las escenas de empatía de los ingleses cantando la Marsella en Wembley. ¿Pero no hemos pagado un precio demasiado caro para movernos a la solidaridad? «Toda la sabiduría del mundo es insuficiente para pagar las lágrimas de los niños», nos recuerda Dostoyevski.
¿Quieren una sugerencia para la FIL? Lean a Dostoyevski.
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