Foto de Guy Le Querrec/Magnum |
Hace unos días leí un artículo que así se llamaba: "Los libros son peligrosos", del sociólogo inglés Frank Furedi. Ahí nos recuerda que desde el siglo IV aC, los libros se han considerado un peligro. Furedi recuerda que Sócrates temía que los jóvenes y no educados en la virtud, serían incapaces de descartar de lo que leían aquello que les hacía daño. Unos 500 años después, es Seneca el que advierte del riesgo que un lector puede terminar "desorientado y débil" por aquello que lee. Sus inquietudes se parecen a las de la abuela angustiada por que ve que sus nietas leen las 50 Sombras de Grey, y teme que las chiquillas crean que así debe ser su experiencia del amor para sentirse realizadas.
No quiero decir que los libros se hayan que prohibir. Ni tampoco es la intención de Furedi. Al sociólogo le interesa llamar la atención sobre una cualidad de los libros: contagian ideas, influyen en actitudes y desencadenan comportamientos: "Leer captura nuestra imaginación [y amplía horizontes], detonan una convulsión emocional y llevan a las personas a una crisis existencial". ¿Por qué? Por que en los libros vemos comportamientos, actitudes y situaciones ante las que los personajes responden. Invariablemente, juzgamos lo que nos parece correcto, y en ese proceso nos juzgamos a nosotros mismos. Por eso leer es un peligro: por que al leer me someteré al juicio sobre quién soy yo: ¿Y yo que pienso? ¿Y yo qué haría en su lugar? ¿Y si quizá no estoy en lo correcto? ¿Tal vez me falta espíritu aventurero como el del personaje?
En este sentido Don Quijote de la Mancha es un libro peligrosísimo. Nos habla de un loco que nos hace reír con sus ocurrencias. Pero también nos presenta a un desquiciado que deja la comodidad de su casa para salir a deshacer injusticias, castigar culpables, luchar por la honra, serle fiel a un amor imposible, soportar el fracaso. Leer este libro es una amenaza por que hace inevitables estas preguntas: ¿Y nosotros qué tan locos hemos de estar para edificar la justicia, para serle fieles a los amigos, para buscar inspiración en quienes amamos, para ser generosos en regalarles nuestras modestas victorias, sólo a cambio de una mirada? ¿Qué tan desequilibrados hemos de tener el juicio como para mantenernos en nuestros ideales a pesar de los fracasos constantes, de nuestros propios límites y de las burlas de los demás?
Si somos incapaces de dejarnos afectar por lo que El Ingenioso Hidalgo considera valioso, entonces ¿quién es el loco? ¿El que se queda en su casa, el que no se involucra, el que renuncia rápido, o exige correspondencia? ¿O el que se lanza por la aventura de lo que considera justo y se conforma con la sonrisa de quien lo ama? ¿Quién es el que ha perdido el juicio?
Este año, además, se cumplen 400 años de la publicación de la Segunda Parte de este clásico, así que tal vez sea bueno que este año leamos esta novela. Se puede conseguir una buena edición en la FIL que ya se acerca. O si estamos muy ocupados, tal vez ayude oírlo en audiolibro mientras nos trasladamos al trabajo, a la universidad o a cualquier sitio. El Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón produjo una muy buena versión que se puede bajar aquí.
Actualización: Hoy Fernando del Paso fue galardonado con el Premio Cervantes 2015. Tres novelas suyas son muy famosas: "José Trigo", "Palinuro de México", "Noticias del Imperio". En 2004, el Fondo de Cultura Económica le publicó "Viaje al Rededor del Quijote" (Sugiero leer este artículo de Letras Libres sobre esta última novela).
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