jueves, 14 de enero de 2016

La cárcel del Altiplano, la cárcel de Atenas


Pescaron al Chapo.  Y el papel que jugó Sean Penn y Kate del Castillo hicieron el suceso mucho más surrealista de lo que ya era. He leído mucho del valor periodístico -o no- del trabajo del actor norteamericano, pero eso se lo dejo a los que saben de ese tema.

Aunque no esperaba que fuera de otra manera, me ha llamado la atención que la cárcel del Altiplano no le ha servido al Chapo -así lo parece-, para revisar su vida, las consecuencias de sus acciones y el significado de su acción. Las respuestas a la entrevista publicada en Rollingstone son para pasmarse: ¿Por qué se dedica a esto? Respuesta: Por que nací pobre y donde vivo no hay de otra. ¿No le parece malo lo que hace? Respuesta: De cualquier modo la gente se droga o la gente se muere. ¿Y la violencia? Respuesta: Yo sólo me defiendo. 

Contestaciones así, evidencian una falta seria de autocrítica. Parece como si el mundo del narco y la droga fuera como el agua: incolora, inodora e insípida. «Hago esto por que no tuve de otra. De todos modos la gente se muere. De cualquier modo la gente se droga. Al final del día, soy inocente. El mundo es injusto, los demás lo son; si soy violento es porque soy resultado de la corriente de la vida». Algo similar encontramos en Adolf Eichmann -un criminal nazi- en su juicio en Jerusalén: del que ya hemos hablado. En su opinión, él solo seguía ordenes, él imitaba al resto, de cualquier modo alguien haría su trabajo. Quizá por eso, sus crímenes debían ser absueltos. Se parecen, en un contexto no tan dramático, a los pretextos del Canelo contra Mayweather: "no me pegó fuerte, nada más me punteó".

Hace cerca de 2400 años, en otra cárcel, un famosísimo prisionero era sometido a juicio. «¿Por qué corrompes a la juventud? ¿Por qué atentas contra nuestras tradiciones?» Su respuesta, en parte, es esta: Una vida que no se examina, una persona que no revisa, piensa, sopesa y con sinceridad reta sus propias acciones, no es una vida que merezca la pena vivirse. Sólo aquellos comprometidos en el esfuerzo por pensar su vida con claridad, serán capaces de reconocer y remover aquellos obstáculos y la fuente de contradicciones e incoherencias en la propia vida. Sólo por eso vale la pena vivir una existencia que se revisa. Sí, diría Sócrates el prisionero, soy culpable de enseñar a los jóvenes a examinar su vida para aportar personas equilibradas y justas a la polis griega.

Sócrates, será siempre para la cultura occidental un recordatorio del peligro que existe para una sociedad, cuando cada alguien falla gravemente en su misión de vivir una vida autoexaminada o autoreflexionada. La polis griega, pensaba Sócrates, está en peligro cuando no promueve una continua reflexión sobre lo que es justo en general y si cada ciudadano en lo particular no se compromete a un tipo de vida así. 

La democracia mexicana, desafortunadamente, tiene en las respuestas del Chapo, un patético ejemplo, entre otras cosas, de una vida no examinada. 

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