jueves, 19 de marzo de 2015

Carmen, la cadenita y José el «conspiracionista»



Imaginemos a José. José suele explicar con pasión hechos complejos como una gran conspiración. «Los ataques del 11 de septiembre fueron un autoatentado organizado por el propio gobierno gringo» «A Carmen de seguro el gobierno la quiere silenciar».  La conspiración que denuncia José suele ser una obra de relojería por la precisión, la cantidad de personas que tuvieron ser convencidas, compradas o manipuladas; los conspiradores, un grupo de personas poco identificables, obscuras y de mucho poder. 

El filósofo keniata Quassim Cassam ha publicado hace unos días un ensayo donde describe el calado intelectual de quien con facilidad se explica el mundo que lo rodea a base de conspiraciones. Su argumento es el siguiente: así como el deporte require unas virtudes para ejercitarse adecuadamente, también al pensamiento le corresponden sus propias virtudes y sus respectivos defectos. El conspiracionista llega a esas conclusiones, sostiene Cassam, no por que le falten datos, sino por los vicios en su propio carácter intelectual. 

Por ejemplo, desde los eventos del domingo, Carmen ha utilizado su página web personal y las redes sociales para manifestar su fuerte desacuerdo y hacer eco a quienes la apoyan. En los últimos dos días, ha publicado 104 tweets, ofrecido casi 3 mil links, y acumulado 502,945 interacciones -el análisis lo saqué con twitonomy-. Si a eso le sumamos su espacio en CNN, podemos preguntarnos, ¿no es tan absurdo que alguien se plantee silenciar a alguien con esos medios si claramente han sido ineficaces? O los perseguidores de Carmen son muy tontos o realmente la conspiración no existe.  ¿No se podrían interpretar estos hechos más bien como el lamentable desacuerdo entre un patrón que siente que su empleado abusó de recursos de la empresa? 

José explica su conclusión algo dudosa -«Ha de ser el gobierno el que la quiere silenciar»- con una afirmación ya comprobada -«Es que fue Carmen quien publicó el escándalo de la Casa Blanca»-. José, para salir de la duda exige información: «Alguien ha estar detrás, ¡que nos diga MVS quién es!». Pues bien, si efectivamente hay alguien detrás, difícilmente MVS lo dirá. Y si no existe nadie detrás, ¿cómo mostrar lo que no existe?  En ambos casos, José el conspiracionista puede confirmar su sospecha: «Ya ven, debe haber alguien detrás muy poderoso por que no nos dice quién es». Carmen ha subido en uno de sus tuits, que la defensa de Brozo ha sido bloqueada en Estados Unidos. El tono de la nota genera duda ¿es conspiración de alguien contra Carmen o simplemente se trata la práctica común de restringir geográficamente el contenido de un video? 

Honestamente, ¿no nos faltan datos para llegar a una conclusión así? No quiero resolver aquí si efectivamente hay o no un intento de represión y censura, sino sólo hacer notar que si realmente hay una conspiración, al menos yo tendría que conocer más datos de lo que realmente han hecho los distintos actores. El hecho de que alguien se beneficie de lo sucedido, no necesariamente implica que lo ha provocado. Como en la piñata: yo me beneficio de los dulces cuando es otro el que la rompe.

No quiero detenerme en la conclusión de José, sino en las cualidades intelectuales que lo inclinan a ver conspiraciones. Cassam, el filósofo al que nos referíamos, sostiene que en el modo de pensar del conspiracionista han arraigado vicios como la candidez, el descuido, la negligencia, la pereza, la rigidez, el prejuicio, la falta de rigor, la insensibilidad para los detalles, etc. El conspiracionista se cree fácilmente aquello que desea y se aferra a lo primero que se le ocurre. Y este es un vicio del carácter intelectual, no es un problema por la falta de datos.

¿Cómo educar al conspiracionista que todos llevamos dentro? Ya hemos dicho algo: no creerse lo primero que se nos ocurre, recordar que nos creemos con facilidad aquello que deseamos que suceda. Además, si existen vicios en el pensamiento, también existirán sus virtudes: la apertura de mente, la curiosidad, el rigor, el diálogo, la paciencia -no siempre comprendemos todo a la primera, ni captamos todas sus implicaciones de una sola mirada-. Si somos usuarios de redes sociales, ayuda seguir a personas que nos incomodan... cuando pisan cayo reconocemos que quizá no hemos pensado lo suficiente nuestras propias convicciones.

Entre José, la conspiración y MVS, no nos queda más que seguir aquello de la Sonora Dinamita: «Carmen, se me perdió la cadenita, que tu me regalaste»... ¡Se me perdió la cadenita... argumentativa!





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