sábado, 21 de septiembre de 2013

Independencia y Reinos Desaparecidos

Versión Americana... el Reino
Desaparecido
está «allá»
Estos días de Independencia (en México la celebramos su inicio el 16 y consumación el 21 de septiembre) he tenido presente el argumento de Norman Davies en «Vanished Kingdoms» (aquí en Amazon, aquí el review del The Guardian).

Al pensar en «países» podríamos comprenderlos desde aquello que sí ha funcionado, dando por supuesto que algo por «estar ahí», deberá «seguirán ahí». Davies recuerda que  el hilo hacia el pasado de lo que sí ha funcionado –o mejor dicho de lo que ha llegado hasta nosotros- se ha tensado junto con otros proyectos que se han intentado y no han funcionado y con otros que funcionaron pero han dejado de existir. 

Desde Heráclito, dice Davies, la historia de occidente se comprende con un inevitable componente de  transitoriedad. Sobre los estados, al igual que los hombres, pesa una sentencia de muerte. Es el «Mené, Tequel, Parsín» del que habla el Profeta Daniel «Has sido medido, has sido pesado, serás dividido». En Europa, por ejemplo, en los últimos 30 años han desaparecido la Alemania Oriental, la Unión Soviética, Checoslovaquia y Yugoslavia.

La versión europea: el Reino
 Desaparido
está «aquí»
Celebrar la Independencia, no sólo hace presente el recuerdo de algo que forma nuestra propia identidad. Lo celebramos como recuerdo y como promesa. Al mismo tiempo las fiestas patrias recuerdan también aquellos proyectos que resultaron un fracaso, otras ideas que «por poco y no salen», los esfuerzos recompensados y los golpes de suerte. En la historia de los países –como el de las personas- estas fechas recuerdan también  la mediocridad de algunos personas, las oportunidades no aprovechadas de otros, las salidas en falso, etc.

En las fiestas de Independencia -o la búsqueda de una como lo hacen los Catalanes el 11-IX (aquí)- se celebra la tensión entre lo que sí somos y ha funcionado como país, con nuestra inevitable transitoriedad como modelo político: nuestra condena a ser reino desaparecido. En otras palabras, lo único permanente de un modelo político, con su estructura gubernamental y legal, con todo y su escala de valores y vida cultural,...  es su transitoriedad. 

¿Vale la pena empeñar la vida, trabajar y preocuparse por algo tan provisional? Benedicto XVI explica a cada generación  le corresponde asimilar la tradición y la cultura a partir de su reflexión sobre los principios, proyectos y valores que heredó de la generación que lo educó. Después, buscará, una y otra vez, cómo organizar justamente la vida de «su» comunidad presente. Una tarea que nunca se verá terminada, requerirá esfuerzo y que tal vez termine en un reino desaparecido.

Encontré este video de 2000 años de historia de Europa y sus reinos desaparecidos:


martes, 3 de septiembre de 2013

Mi abuelo dejó familia en Siria. Ésta no es sólo "una" guerra.

La guerra no es broma. Lo de Siria es una tragedia. Desde el rebelde que come el pulmón de su víctima y lo presume (aquí), hasta los ataques de armas químicas (aquí) según parece por orden de Assad (aquí). Aunque a decir verdad, es fácil recordar el fiasco de inteligencia sobre el que se justificó la guerra de Iraq (aquí). Un video de lo que significa ser periodista en esta guerra puede verse (aquí)

Mis abuelos
La guerra no es broma. Y menos cuando tu familia vive ahí. Mi abuelo materno -Miguel- vino de Siria. En México conoció a su esposa (una hija de libaneses ya nacida en el país). Vivían en Villahermosa. Mi abuela murió antes de que yo naciera; y de mi abuelo tengo sólo unos vagos recuerdos de su visita a Culiacán (1,980 kms en ruta, 1,682 kms en línea recta).

Pero sí recuerdo algo con nitidez. Ellos y mis tíos siempre han estado dispuestos a ayudarnos cuando hemos estado en dificultades (y lo estuvimos muchas veces): aprietos económicos, quebrantos de salud, etc. Siempre nos echaron una mano. Lo hicieron una y otra vez. Siempre que pudieron "sacaron a este buey de la barranca". Y ese espíritu lo aprendieron en su familia. Con frecuencia le dan a mi mamá «ataques compulsivo-irrefrenables de servicio a los demás». Sin duda lo aprendió de mis abuelos. Ha sido como si la «sangre» no fuera suficiente motivo para «ser familia» y al mismo tiempo, como si la «solidaridad» no fuera el único motivo para «ser familia». 

Por feisbuc he conocido a los familiares que viven en Siria. Fotos de vida cotidiana: aficiones, bodas, vacaciones, etc. Imágenes de una vida normal. Una de mis primas me cuenta que los cristianos -por religión y por raza- corren un serio peligro si en lugar de Assad se instala un gobierno con un tipo de musulmán que vive en Siria: o convertirse o morir. También me dice que la situación actual es triste e insostenible.

Por eso, esta guerra no es para mí, sólo «una» guerra. Yo no detendré una ofensiva militar contra Assad. Tampoco puedo evitar el peligro de mis familiares. Por lo pronto sí que puedo cambiar en mi interior y poner en práctica lo que he heredado de la familia de mi «'má»: no sumar una obscuridad más a este mundo, aliviar la opacidad de los demás con solidaridad e iluminarla con alegría. Eso es algo que siempre está en mis manos.