Botticelli, "El nacimiento de Venus" |
En su ensayo sobre Tomás de Aquino, G.K. Chésterton explica que en la filosofía de «El Buey Mudo» la razón y la realidad se orientan el uno hacia el otro: son conmensurables como piezas de rompecabezas. Pero la inteligencia no funciona sólo «absorbiendo» lo que encuentra en la realidad, como lo hace una esponja o un «papel-secante». Así lo dice el ensayista inglés:
"La mente conquista nuevas provincias como un emperador, pero ello es porque ha respondido a la campanilla como un sirviente. La mente ha abierto las puertas y las ventanas, porque la actividad natural de lo que hay dentro de la casa consiste en hallar lo que hay fuera de ella. [...] La mente no es tan sólo receptiva en el sentido de que absorbe sensaciones como un papel-secante. Sobre esa clase de pasividad se basa todo ese cobarde materialismo que concibe al hombre como enteramente servil a su medioambiente. Por el otro lado, la mente no es puramente creativa en el sentido de que pinta sus cuadros sobre las ventanas y después los confunde con el paisaje exterior. [...] En otras palabras, la esencia del sentido común tomista es que hay dos agentes en acción: la realidad y el reconocimiento de la realidad; y su encuentro es una especie de matrimonio. Por cierto que es un auténtico matrimonio; porque es fértil. Es la única filosofía realmente fértil que hoy existe en el mundo. Produce resultados prácticos precisamente porque es la combinación de una mente aventurera y un hecho extraño."
«Conocer» no significa por tanto, sólo recibir datos del «exterior», sino se trata de que el encuentro entre razón y realidad produzca un nuevo fruto. De todos los tipos de conocimiento racional, la percepción de la belleza es la que expresa mejor esta idea.
Cuando se capta la belleza de las cosas, personas y acciones -armonía que invita-, lo más íntimo de la persona se ve "herido por un dardo" que lo eleva e invita a salir de sí en búsqueda de eso bello-percibido. De forma que la realidad no sólo es un «dato-ahí» sino que ahora es «también-mío»; y la persona, gracias a la percepción de la belleza, no sólo es un «existo-aquí» sino que vive como un «soy-parte-de» un mundo al que puedo llamar hogar.
(Aquí el video) |
En "Why Beauty Matters?", el filósofo Roger Scruton explora el papel de la belleza en la vida del hombre (aquí un texto de Scruton). Ahí, entre otras ideas, explica que cuando sólo nos preocupamos por lo "útil" y somos extraños a la "inutilidad" de la belleza, muy pronto eso que hacemos deja de ser útil... por feo. Así termina el documental:
"A través de la búsqueda de la belleza, modelamos el mundo como nuestro hogar. Al hacerlo, amplificamos nuestras alegrías, y nos consolamos en nuestras penas. Arte y música, iluminan de sentido nuestra vida diaria, y a través de ellos, podemos hacer frente a lo que nos preocupa. Encontramos consuelo y paz a pesar de ellos. Esta capacidad de la belleza para redimir nuestro sufrimiento, es lo que la hace capaz de considerarse, como sustituto de la religión. Pero, ¿por qué dar prioridad a la religión? ¿O por qué no decir que la religión es un substituto de la belleza? Mejor aún, ¿por qué describirlas como rivales? Lo sagrado y lo bello, existen uno junto al otro. Dos puertas que conducen a un solo lugar, y en ese espacio, encontramos nuestro hogar."