Este semestre doy clase a recién llegados a la Universidad. Uno de ellos me pidió reorganizar el curso tomando en cuenta algunos hilos que querían explorar. Los temas de clase despertaron algunas inquietudes y querían volver sobre ellos.
Así que entró a las sesiones una clase sobre el dolor, los amigos y comunidades de solidaridad. Hablaremos de Job hacia esta conclusión: lo importante del sufrimiento no son las lecciones que aprendemos (los porqués). Mucho menos la maduración del carácter (los paraqué). No. Lo más destilado que se saca de las penas son los acompañantes que encontramos. Los amigos que nos consuelan. Los abrazos que nos sostienen. Las miradas con las que nos oyen.
Pienso en mis fracasos académicos; también recuerdo todas mis decepciones personales, pero esas no se las cuento -secretum meum mihi!-.
Todas esas rupturas y fracasos, me han traído hasta ti.
No lloro. Se me metieron unas letras de Rascal Flatts en los ojos.