viernes, 23 de marzo de 2018

«Solo los pobres cuentan su dinero»: Julieta y la redención por la palabra.


Conceit, more rich in matter than in words,
Brags of his substance, not of ornament.
They are but beggars that can count their worth.

But my true love is grown to such excess
I cannot sum up sum of half my wealth.
(Romeo & Juliet, II.VI.30)

El pensamiento rico en contenido
presume de sustancia, no de ornato.
Solo los pobres cuentan dinero;
tan desmedido es mi amor que no puedo
contar ni la mitad de mi fortuna.
[Trad. Josep María Jaumà]

Solo los pobres cuentan su dinero. Después de que Fray Lorenzo los casará en su celda, Romeo le pide a Julieta una poesía para describir sus emociones.  Ella prefiere una respuesta destilada, lacónica, pocas palabras para no abaratar su cariño. Para Julieta es importante tanto el cuidado por el lenguaje -ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre-, como que éste realmente exprese la verdad de lo que ha descubierto. Sin lenguaje no podría reconocer ni llamar a Romeo; sin verdad, las palabras quedarían en el parloteo del manipulador. Si ponemos atención, recuperar el vínculo entre verdad y lenguaje le permite redimir a Romeo y salvarse ella misma del convencionalismo nominal al que la empuja su familia. Porque para una Capuleto el nombre Montesco se refiere a un enemigo despreciable. Para un Montesco decir Capuleto significa negarle cualquier grado de dignidad a los individuos de ese clan. Sin embargo, Julieta ha descubierto una verdad en Romeo para la que la palabra Montesco que conoce es insuficiente. 

Ella se rebela contra una especie de nominalismo –detrás de las palabras sólo existe un convencionalismo arbitrario, no una realidad nombrada- que la forzaría a detestar a Romeo, solo porque la tradición a la que pertenece le pide que lo odie. A ella le importa la existencia real –quidditas- de aquel al que ama, que sabe que existe, que la llama como fin y la llena como don:

Mi enemigo no es otro que tu nombre;
tú eres tú mismo, ¿qué importa Montesco?
¿Qué es ser Montesco? No es mano, ni pie,
ni brazo, ni facción, ni parte alguna
que perntenezca a un hombre. ¡Sé otro nombre!
¿Qué vale un nombre [What's in a name?]? Lo que llaman rosa
con otro nombre olería igual [By any other word would smell as sweet]
Y si Romeo no se llamase así,
¿no sería la misma su excelencia
sin ese nombre? Renuncia a tu nombre,
que no forma parte de ti, y, a cambio,
tómame a mí.
[Romeo y Julieta, II.2, 38-49]

Por su parte Romeo, por el amor que le revela la verdad sobre Julieta, sabe que ella no cabe en el significado de Capuleto asignado convencionalmente por su comunidad lingüística. Para él se vuelve importante rescatar el vínculo entre palabra y realidad. Para Romeo el cuidado del lenguaje se convierte en la única forma de ser fiel a la verdad que ha descubierto sobre ella y que lo define a sí mismo. «Endulza el aire con tu aliento», le pide a su ahora esposa: que la palabra de Julieta libere al lenguaje de su mentira, que el ambiente se civilice.

Dice Catherine Bates que en la Inglaterra de Shakespeare, la falta de respeto por la lengua significaba atrofia en el carácter, incapacidad para pensar o desorden de vida. Atropellar la lengua equivale a barbarie. Si el lenguaje es vehículo de la razón con la realidad, si la poesía el ornato en el discurso, si la retórica el honor del alegato, y si la gramática los principios que ajustan las palabras entre sí, entonces el esfuerzo por hablar con corrección se convierte en camino de civilización. Benedicto XVI en su famoso discurso en el Collège des Bernardins en Paris explicó cómo el cuidado por la palabra y el canto que nace de su custodia se convirtieron en el humus de la cultura occidental.

La tragedia de Romeo y Julieta consiste en que ese amor, a pesar de su capacidad redentora, no logra salvarlos. Al contrario, los jóvenes son víctimas del mal uso del lenguaje por parte de unos siervos y un deficiente servicio postal. 

El poco cuidado por la palabra, desencadena la tragedia de Romeo y Julieta. El respeto por ella, los redime.

Le agradezco a Víctor Isolino las sugerencias al texto.