Cientouno es una agencia de comunicación muy conocida en España, entre otros motivos, por que fue la que gestionó y diseñó la cuenta la cuenta del pontífice en Twitter a la que ha llegado a 20 millones de seguidores. Pues bien, con motivo de unas elecciones regionales en España, en concreto en Andalucía, uno de los fundadores de la agenda, Gustavo Entrala (@gentrala), ha hecho un estudio sobre el comportamiento de los políticos durante la campaña y estas son sus conclusiones (aquí el original). Voy a poner en negro y entre corchetes, mis comentarios:
«¿Cambian el voto las redes sociales? [...]
1. Los medios siguen marcando la agenda pero las redes sociales son aceleradores de procesos de cambio de la opinión pública [Es decir, la red social es más bien una bocina y no tanto el origen del cambio]. El alza de los nuevos partidos se debe en gran medida a la acogida que han tenido en redes sociales una vez que su imagen ha sido posicionada por la TV. Las redes actúan por tanto como mecanismos de confirmación de las inclinaciones propias. [Esto es importante: las redes sociales suelen ratificar gustos] Si un votante del PP, por ejemplo, comienza a ver en su muro de Facebook que sus amigos publican contenidos sobre Ciudadanos, es posible que se inicie un cambio de opinión guiado por el mimetismo: Si Fulanito empieza a pensar en Ciudadanos, ese votante del PP se da permiso para pensárselo. [Pero la inclinación, la inquietud no surge en Twitter, aunque sí recibe eco]
2. Dentro de las redes sociales los usuarios están fuertemente polarizados. Los votantes conservadores siguen fuentes y políticos conservadores. Los votantes de izquierda siguen medios y personas afines. No existe un diálogo real entre las distintas facciones. Sin embargo, en España se da un fenómeno muy curioso: personas de una facción que siguen activamente a los políticos de la facción opuesta para criticarles o ridiculizar sus puntos de vista. [Ya se ve que no sólo en España. Por cierto, uno puede aprender de esto, seguir a dos o tres personas que no piensen como nosotros, sólo para revisar y volver a pensar las propias ideas]
3. La cuestión clave para nosotros al respecto de la presencia de los políticos en las redes sociales sigue siendo la credibilidad. Muy pocos son tuiteros reales, personas que tienen una presencia natural en este medio. Sus perfiles son de quita y pon: se activan durante las campañas, se desactivan una vez terminada. Eso penaliza en términos de seguidores: no se puede engañar a una audiencia tan crítica como la de Twitter.»
Con todo y sus peculiaridades –la características socioculturales del andaluz, el surgimiento de dos opciones políticas nuevas, el desgaste de los partidos tradicionales-, parece que el tuiter ha sido tanto el amplificador de una idea ya madura, o al menos el lugar donde se encuentra formulada la inquietud que todavía no se había reconocido. Eso es muy importante. Pero al mismo tiempo, esta red social no ha sido ni es el contenido, ni la respuesta a sus inquietudes. Voy a concluir con una frase que no es la gran cosa. No pretendo inventar el agua caliente: las redes sociales y lo que se dice en ella, sirven para algo, aunque no lo son todo.
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