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La pregunta se la hicieron unos a un prestigioso profesor medieval de la Universidad de París. La práctica universitaria de la época obligaba a los profesores a dedicar un día al semestre a resolver cualquier pregunta que le plantearan sus alumnos o colegas. De lo que fuera. Normalmente, el maestro elegía qué pregunta responder, pero se jugaba su prestigio con ese ejercicio si le sacaba la vuelta a todas las controversias. Era una especie de reto de caballería medieval en la que el campeón, si lo era de verdad, enfrentaría a cualquier retador. Un profesor universitario medieval era del montón si no se sometía a este ejercicio.
Pues bien, algunos alumnos -o un rival- plantearon al famoso profesor Tomás de Aquino esta pregunta: ¿qué es más fuerte para mover la acción del hombre: el vino, el rey, la mujer o la verdad? Una bagatela para famoso profesor, una forma de burlarse de él. El sabio, el de prestigio se profana y vulgariza con un poco de picante que abarata el plato fino.
Tomás se lo toma a broma y juega con ella. Primero reconoce que la cuestión ya la resuelven unos jóvenes en III Esdras. En efecto, tres chiquillos le preguntan lo mismo al Rey Darío y son ellos mismos los que le ofrecen motivos a favor de cada opción. Al final, se decantan a favor de la verdad y animan al Rey Darío que fuera de verdad y cumpliera su promesa de liberar a Israel. Si son unos jóvenes quienes hacen la pregunta y la responden, el duelo argumentativo lanzado contra el profesor, es también minimizado y tomado a broma por el maestro: «esta pregunta se la hacen unos jóvenes en Esdras y ellos mismos la resuelven». Dicho de otra manera: «Eso lo sabe hasta un chiquillo de primer año de universidad. Sólo a un principiante en lógica y gramática se le ocurren estas preguntas y hasta alguien así sabría la respuesta. ». Tomás 1-0.
El argumento de autoridad también le ayuda al maestro para «hacerle el ceviche» [Khaleesi dixit aunque se discute si aquí está bien usada] a la pregunta. Tomás invoca un libro del Antiguo Testamento ya considerado en esa época como apócrifo para el Catolicismo occidental; formalmente sería declarado así unos doscientos años después en el Concilio de Florencia. Utilizar esa autoridad como fuente vinculante sería como tomarse como válidas las frases canónicas en los diálogos de La Cenicienta o invocar como un dato científico para argumentar los 20,000 midi-chlorians de Anakin Skywalker. Tomás 2-0.
Ya en su respuesta, el profesor compara las cuatro cosas a partir de sus efectos en el hombre: el vino domina al ser-humano-cuerpo hasta el punto de hacerlo arrastrar la lengua y locuaz en el hablar. El hombre-sensible es dominado principalmente por el deseo sexual que se despierta, a veces de forma irresistible, ante la presencia de la mujer -otro guiño a los jóvenes estudiantes-. Por ese motivo ganaría la mujer. Ahora bien, como el Rey ordena y coordina la acción de la persona para que construya o no impida el bien común, es él el que domina al hombre-razón-práctica. Por último, como el vino, la mujer y el rey son un bien respecto a la potencia a la que se dirigen, como el bien para ser apetecible para el hombre ha de ser real, es el hombre-inteligencia-especulativa quien conoce y contempla la consistencia real de esos bienes y su integración en una vida coherente y feliz. En ese sentido, la verdad -el bien real del vino, de la mujer y del rey- es lo más fuerte para mover al ser humano.
El Quodlibet en sí mismo no da para mucho. La construcción del argumento no es muy original y el contenido ya había sido expuesto en previas ocasiones por Tomás. A esto se suma que la autoridad invocada como tal es una broma. El Quodlibet sólo llama la atención por su comicidad. Tomás se toma a broma esa bagatela. Con sentido del humor pone las cosas en su sitio, se distancia un poco de sí mismo -o más bien de su fama- para conocer mejor el problema planteado. El sentido del humor es una característica de un profesor ajustado en su persona y en su oficio.
Aunque los estudiosos no se ponen de acuerdo en la fecha de la discusión del quodlibet, la sitúan entre 1270-72. El arco de tiempo coincide con la composición de la Segunda Parte de la Suma Teológica. Ahí, en la quaestio 168 de la II-II, sostiene que quien no se ríe es tosco, rústico y un humano desajustado. El amargado atenta contra la razón:
Aunque los estudiosos no se ponen de acuerdo en la fecha de la discusión del quodlibet, la sitúan entre 1270-72. El arco de tiempo coincide con la composición de la Segunda Parte de la Suma Teológica. Ahí, en la quaestio 168 de la II-II, sostiene que quien no se ríe es tosco, rústico y un humano desajustado. El amargado atenta contra la razón:
«Todo cuanto, en el orden humano, va contra la razón, es vicioso. Ahora bien: va contra la razón el mostrarse oneroso para con los otros, es decir, el no proporcionarles nada agradable e impedir los deleites de los otros. [...] [P]ecar por defecto en el juego [-"estos dichos o hechos, en los que no se busca sino el deleite del alma (a.2 co)"-], es no proferir ni un chiste ni conseguir que los demás bromeen por el hecho de no aceptar ni siquiera los juegos moderados de los demás. Los que así se comportan son duros y rústicos, según dice Aristóteles en IV Ethic. (S.Th. II-II q.168 a.4 co.)»Aquí va el Quodlibet XII q.14, en una traducción algo libre. Abajo, el original en latín:
Quodlibet XII, q. 14
La primera pregunta es la siguiente: ¿La verdad es más fuerte que el vino, el rey y que la mujer?
Videtur: Parece que el más fuerte para mover al hombre es el vino, pues es el que mayor cambio le produce. A su vez, parecería que el más fuerte es el rey, dado que dirige al hombre hacia lo que considera más radical, es decir, a exponerse a sí mismo al peligro de muerte. A su vez, parecería que es la mujer, pues ella domina al mismísimo rey.
Contra: Por otro lado la escritura dice: «La verdad es la más fuerte (III Esdras, 4,35)»
Responsio. Debe decirse que esta pregunta se la hacen unos jóvenes en Esdras y ellos mismos la resuelven.
Sciendum. Hemos de reconocer, por tanto, que si consideramos estas cuatro -a saber, el vino, el rey, una mujer y la verdad- como cosas en sí mismas, no son comparables entre sí, pues no se asemejan en lo que son o se encuentran en alguna posición similar. No son del mismo tipo. Sin embargo, si se les considera a partir de sus efectos, desde ellos es posible compararlos. Así, pueden asimilarse y compararse en el cambio que producen al corazón humano. De forma tal que si no se comparan por sus efectos en el corazón del hombre, es imposible saber cuál de ellas mueve más.
Sciendum. Hemos de reonocer, por lo tanto, que lo que es capaz de afectar el corazón del hombre es, en unos casos, algo corporal, en otro, algo animal. Esto animal es de dos tipos, puede ser algo dirigido a los sentidos [como lo común al resto de los animales, en el sentido utilizado por Ulpiano] o algo dirigido a la inteligencia [en el sentido de animal racional]. Lo que propiamente mueve a la inteligencia es de dos tipos, a saber, lo práctico y lo especulativo.
Respecto al cuerpo, entre las cosas que ocasionan esos cambios (immutantia), afectándolo de forma natural, de acuerdo a la forma propia de ser del cuerpo, el vino es lo que mueve más, pues intoxica y aloca el hablar [quod facit per temulentiam loqui].
Entre las cosas que afectan el apetito sensible, el que mueve más es el deleite, especialmente aquellos cercanos a la fruición venérea: y aquí la mujer es más fuerte.
Ahora bien, en las cosas relativas a la inteligencia práctica y en la acción propiamente humana, el rey es el que tiene más dominio para mover al hombre.
Por último, en los asuntos propios de la razón especulativa, lo sumo y potentísimo es la verdad.
En conclusión, como las potencias corporales se someten a las sensibles, las sensibles a las intelectuales, y dentro de las intelectuales la prácticas a la especulativa, entonces, absolutamente hablando, la verdad es lo más digno, lo más excelente y lo más fuerte.»
Quodlibet XII, q. 14
ARTICULUS 1
Ad primum quaesitum est utrum veritas sit fortior inter vinum et regem et mulierem
Arg. Et videtur quod vinum, quia immutat maxime hominem. Item quod rex, quia pellit hominem ad id quod est difficillimum; scilicet ad hoc quod se exponat periculo mortis. Item quod mulier, quia dominatur etiam regibus.
Contra, III Esdrae, IV, 35: fortior est veritas.
Respondeo. Dicendum, quod haec est quaestio proposita iuvenibus dissolvenda in Esdra. Sciendum ergo, quod si consideremus ista quatuor secundum se, scilicet vinum, regem, et mulierem, et veritatem, non sunt comparabilia, quia non sunt unius generis. Tamen si considerentur per comparationem ad aliquem effectum, concurrunt in unum, et sic possunt comparari. Hic autem effectus in quem conveniunt et possunt, est immutatio cordis humani. Quod ergo inter ista magis immutet cor hominis, videndum est. Sciendum est ergo, quod immutativum hominis quoddam est corporale, et aliud est animale; et hoc est duplex, sensibile et intelligibile. Intelligibile etiam est duplex, scilicet practicum et speculativum. Inter ea autem quae pertinent ad immutantia naturaliter secundum dispositionem corporis, habet excellentiam vinum, quod facit per temulentiam loqui. Inter ea quae pertinent ad immutandum appetitum sensitivum, excellentior est delectatio, et praecipue circa venerea: et sic mulier est fortior. Item in practicis, et rebus humanis, quae possunt hoc facere, maximam potestatem habet rex. In speculativis summum et potentissimum est veritas. Nunc autem vires corporales subiiciuntur viribus animalibus, vires animales intellectualibus, et intellectuales practicae speculativis; et ideo simpliciter veritas dignior est et excellentior et fortior.
Notas: Algunas ideas las saqué de «Aquinas's Quodlibet XII, qu.14», Lawrence Moonan, New Blackfriars, Volume 69, Issue 818, pages 325–329, July 1988.
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