viernes, 31 de enero de 2014

¿Qué he aprendido como aficionado al «Football»?

Aquí van seis cosas que he aprendido a reconocer en el fútbol americano:


1. El juego se trata de conquistar el terreno una vez que haz “arrancado” el espacio. Y eso sólo se logra a base de detalles. Nadie regala nada. Sólo se avanza cuidando los detalles que abren el espacio, que coordinan eficazmente con otros, etc. Gana quien se come terreno, porque abrió ganó el espacio, porque cuidó en los detalles; en su preparación y en su ejecución.


2. Preocúpate sólo de lo que puedes controlar. El partido no se juega ni contra el estadio, ni contra el pasado, ni contra los récords. Y lo único que puedes controlar es la jugada que vas a intentar. Una jugada a la vez, un partido a la vez. Por que se gana un partido en una sola jugada, ni un campeonato de un sólo golpe. 

3. “Run to win”. Lombardy utilizaba esta imagen de San Pablo para repetir, que el atleta ha de hacer todos los sacrificios necesarios para ganar bien y por la buena. “Ganar no es un algo que se presenta algunas veces, es un algo que sucede en todo tiempo, no se gana de vez en cuando, ni las cosas se hacen bien de vez en cuando, sino que se hacen bien en todo momento, ganar es un habito, desafortunadamente para algunos también lo es perder”. Lo único que no se vale es rendirse: otros dependen de ti, no sabes qué va a pasar. Y aunque pierdas, esa actitud por hacer lo necesario por ganar, creará el hábito que después hará que no pierdas.  Hay que perderle el miedo a competir y sí temer a no ejecutar lo necesario por ganar bien y por la buena.


4. No pongas excusas. No te escondas en explicaciones. Las excusas cubren defectos que han de mejorarse, y con facilidad te llevan a señalar a otros. Eso además de no ayudar a resolver el problema, genera desconfianza entre quienes se supone que deben hacer equipo.

5. Cuida al deportista, cuida al aficionado, cuida el deporte. Respétalos. La NFL ha creado han creado una narrativa heróica, trabajo conjunto y sacrificado de lo que significa ese deporte. Vuelvo a los medios mexicanos y encuentro programas de espectáculos -comediantes, secciones culturales, etc.- montados en torno al un deporte; y no tanto programas deportivos al que se le añadían otras secciones como contexto. Es como si en un taco, se le diera más importancia a la salsa que a la carne. Y lo que es peor, no te dejan ver el juego: mayonesas brincando por el campo, avioncitos cruzando de un lado a otro, comentaristas vendiendo productos de belleza. ¡Déjame ver el juego! 

6. La fruición. Una de Lombardi: "El mejor y mayor momento de cualquier hombre, su logro más grande y su mayor satisfacción, es aquel momento sublime en que después de haber trabajado arduamente con todo su empuje, esfuerzo, dedicación y corazón a favor de una causa noble, se encuentra exhausto en el campo de batalla, “¡Victorioso!” 





martes, 28 de enero de 2014

Tomás de Aquino y sus amigos.

Cuando se lee a Tomás de Aquino, da la impresión de estar ante un hombre que vive en una esfera de cristal. Nada sucede a su alrededor, sólo fluye un argumento. Parecería como si el teólogo cerrara la puerta de su celda y el mundo dejara de existir. [Josef Pieper ha publicado un comentario sobre el sentido y la elocuencia de estos silencios en The Silence of St. Thomas (aquí)] 
Tomás de Aquino y su maestro Alberto

Pero sabemos que Tomás era un hombre para el que la verdad no era la frialdad. Sabía querer y tener amigos.  James A. Weisheipl cuenta esta anécdota de cómo Alberto Magno quería a su pupilo Tomás:
"Una de las leyendas favoritas entre los dominicos es aquella en la que Alberto va a París en 1277 a defender la doctrina de Tomas contra la propuesta de condena del obispo de París, Tempier. La fuente de esta leyenda parece ser cierto Fray Hugo de Lucca, que fue algún tiempo Provincial, que le contó lo sucedido a Fray Bartolomeo de Capua, quien a su vez testificó la veracidad de la misma en el proceso de canonización de Santo Tomás en Nápoles durante Julio y Agosto de 1319, cuarenta y cuatro años después del evento. Dado que el testimonio de Bartolomeo es la única fuente de esta tan apreciada anécdota de la vejez de Alberto, la transcribo completa: 
«[Hugo] contaba que cuando Fray Alberto [tenía 84 años] se enteró de la muerte de Fray Tomás, de quien fue su profesor, lloró profundamente, y desde entonces, en cuanto lo recordaba, sollozaba, diciendo que su alumno había sido la flor y el esplendor del mundo. En efecto, sus hermanos estaban preocupados de la profunda pena de Alberto que pensaron que las lágrimas se debían a su debilidad mental (ex levitate capitis provinieren). Después, cuando se comenzó a decir que los escritos de Fray Tomás estaban siendo atacados en París, el antedicho Fray Alberto dijo que quería ir a defender estos escritos. Pero la Orden de los Predicadores, temían por la decrepitud de su edad y lo largo del viaje [490kms], por  lo que algún tiempo lograron disuadirlo, particularmente porque el antedicho Fray Alberto era un hombre de gran autoridad y fama en París, y temían que su memoria y atención se atontaran con lo que había alrededor suyo debido a su edad. Pero finalmente Alberto, que era Arzobispo u Obispo, insistió tenazmente en ir a París, en cuya comitiva lo acompañó el antedicho Fray Hugo, quien sostuvo esto ante el testigo [Bartolomé]. Pero cuando el antedicho Fray Alberto llegó a París y se convocaron los miembros del studium genérale de París, subió a la cátedra de los Dominicos en París, exponiendo el texto Que laus vivo si laudatur a mortuis? (¿Qué es una alabanza para un hombre vivo si lo elogian los muertos?), diciendo esto se refería a que el antedicho Fray Tomas era el hombre vivo y el resto, los muertos; y procedió a alabar y a glorificar a Tomás en los más altos términos, declarando que él personalmente estaba preparado para defender los escritos del antedicho Fray Tomás como el esplendor de la verdad y la santidad ante los críticos más competentes.
Después de un extenso panegírico de alabanza a Dios y con la aprobación de sus escritos, el mismo Fray Alberto regresó a Colonia, acompañado por el antedicho Fray Hugo, tal y como lo dijo el miso testigo [Bartolomeo]. Al volver, el antedicho Fray Alberto pidió que todos los escritos de el antedicho Fray Tomás, le fueran leídos [estaba parcialmente ciego] en un orden preciso. Entonces, llamando solemnemente a quienes lo acompañaban, elogió enormemente sus obras, concluyendo con la afirmación de que los escritos del difundo habrían de poner fin a muchos esfuerzos de otras personas hasta el final de los tiempos, y que de a partir de aquí, no trabajarían en vano.  Y el mismo Fray Hugo contó al testigo [Bartolomeo] que el nombre de Fray Tomás no podía ser dicho en la presencia de Fray Alberto sin que rompiera en lágrimas (prorumperet ad lacrimal)» 
("Thomas d'Aquino and Albert His Teacher" (1980), en su "Gilson Lectures on Thomas Aquinas")
Otra anécdota sobre la capacidad de Tomás para tener amigos la encontré en la "biografía" de Jean-Pierre Torrell (Saint Thomas Aquinas. The Person and his works). Tomás, cuenta Torrell, era muy devoto de Santa Inés. Siempre llevaba consigo una reliquia de la santa. En un viaje de París a Nápoles, al dejar Roma, su compañero y amigo Reginaldo estuvo muy enfermo de fiebre. Tomás rezó a la Inés y su amigo se curó. El de Aquino, para celebrar el evento, prometió "invitar a sus estudiantes a un buen almuerzo cada año por la fiesta de la santa." Lo hizo el primer año. Para el segundo ya había muerto. 

Pues eso.

PS. Hoy cumpleaños el tocayo. Felicidades



jueves, 23 de enero de 2014

"Tierra Caliente: lectura en clave antropológica", un texto de Claudio Lomnitz

Claudio Lomnitz escribió estos días un interesante editorial en La Jornada titulado  “Tierra Caliente: lectura en clave antropológica” (aquí). Ahí explica que en esa región michoacana se han enfrentado dos tipos de formas sociales, una inspirada en categorías militares (con su estructura de mando vertical, su control, su uso de la fuerza) y la otra orientada a la forma social de “familia y comunidad”. 

Las estructuras militares han tomado como nombre, curiosamente, aquellas estructuras sociales opuestas tanto al Ejército como al Estado burocrático, cuya lógica es el uso de la fuerza y el control: la familia, la religión, la comunidad. 
«En otras palabras -dice Lomnitz- el desorden producido por una invasión militar (Ejército federal) y por una invasión cuasi-militar (de Los Zetas) fue generando primero un movimiento y organización armada ligados al orden comunitario (La Familia), cuyos abusos fueron aprovechados por una tercera organización que se presentó como redentora del orden moral de la comunidad (Los caballeros templarios)». 

Lomnitz hace notar cómo cuando ejércitos regulares han utilizado como técnica de control, el temor y la división entre los miembros del grupo social, esos grupos militaries a lo mucho han ganado presencia, pero han perdido gobernabilidad. Cualquiera puede ser ‘Zeta’, cualquier puede actuar en nombre de unos criminales, ¿qué caso tiene hacer los sacrificios que require la justicia si se vive preso del miedo?.

La reconstrucción de Tierra Caliente no se reduce sólo a una “organización más justa del estado” sino que además necesita por una “recomposición del significado de los lazos de amistad”. Esto es así, concluye Lomnitz por que “[s]ólo un amigo digno podrá un día ser un esposo digno, un padre digno y un miembro digno de su comunidad.” 

El bien común no sólo se trata de “hacer algo”, sino también de “hacerlo contigo”: los lazos de amistad generan la confianza y la paciencia necesaria para debatir un problema común, para confiar en que el otro hará su parte, para hacer los sacrificios necesarios para hacer eficaz y estable nuestra coordinación común. Por el contrario, cuando el eje de esa acción común es el miedo (a que me robes, me mates, o me engañes, o incluso cuando creo que ganarás más que yo a base de engaño), cuando el eje de la acción común es la dádiva, o únicamente el cálculo de mis beneficios, lo único que se consigue es una comunidad precaria enferma de desconfianza.

No pensemos que lo que sucede en Tierra Caliente es ajeno a nosotros, pues cada uno tiene en sus manos una serie de relaciones comunitarias de responsabilidad que necesitan de nuestra capacidad de hacer justicia, de ser honestos, de ser buenos amigos. No lo olvidemos: somos herederos de un orden social, más o menos estable, que requiere al mismo tiempo construirse todos los días animado por un auténtico espíritu de solidaridad.

domingo, 19 de enero de 2014

¡Cony, es como en «Gravity» y «Aningaaq»!

Cony ha dejado un comentario a mi entrada anterior (aquí). Es de Guadalajara y vive en Portland: "Ahora que vivo lejos de mi país, mi ciudad y mi familia, jugando a ser grande [...]". 

¡Cony, lo que vives es como «Gravity»!

Mayday y Aningaaq 
Dice Alfonso Cuarón y Sandra Bullock que su película es una historia sobre la adversidad y aquello que nos empuja a intentar sobreponernos cuando no queda nada por qué hacerlo. El espacio es el lugar donde sucede esa adversidad; y la tierra, de dónde venimos y lo que nos salva, el origen y la tierra prometida. La inmensidad es evidente y la desproporción abrumadora: tanto el espacio como la tierra son excesivamente grandes y nosotros angustiosamente pequeños.

"«Gravity» Behind-the-Scenes", The Wrap

Jonás Cuarón ha dirigido este cortometraje que entrelaza la historia de Aningaaq y Ryan Stone (de «Gravity»). Aningaaq, en la tierra, también padece una pequeña tragedia. Parece que es en el cielo donde resolverá sus inevitables tragedias. Al final, lo que salva a la Dra. Stone es una oración en forma de llanto, y a Aningaaq, la compañía que le ofrece su nueva amiga Mayday. 

¡Cony, lo que vives es como «Aningaaq»!

El tamaño de la tierra y del cielo se supera con la empatía entre dos personas.  Parece que el secreto de la resiliencia -de la terquedad para intentarlo una y otra vez- se esconde, no en la cápsula que me tiene atrapado o en el problema del que no me puedo escapar, sino en la compañía y empatía que logramos con otros. En el conocernos, en el ser vistos por otros. 

En saber que nunca estamos solos. 


«Aningaaq», por Jonás Cuarón
En el blog hay una entrada sobre Edith Stein y la empatía (aquí)

PS. Cony, no te canses de hacer amigos


jueves, 16 de enero de 2014

Clark Kent lee «La República» de Platón

La historia de Superman enfrenta dos temas éticos fundamentales. Imagina una persona que es invulnerable a cualquier componente que existe en la tierra, y al mismo tiempo, goce de unos poderes que lo hacen prácticamente invencible. Primero, ¿por qué habría de preocuparse en salvar a los débiles? Y segundo, si puede hacer prácticamente lo que quisiera, ¿por qué no habría de utilizar sus poderes para satisfacer sus caprichos y deseos? Los tiranos y déspotas necesitan de un ejército para implantar su tiranía. Superman puede hacerlo sólo. ¿Por qué habría de ser justo y salvar a la humanidad si puede hacer lo que él quiera sin que nadie pueda detenerlo?

Pero Superman no es el primero en poner sobre la mesa este dilema. Platón lo delineó en el segundo libro de su «República». Ahí, Glaucón cuenta a Sócrates la historia de un pastor que encuentra un anillo que hace invisible a quien lo utiliza. Si pudiera hacer lo que quisiera sin riesgo a ser castigado, ¿qué sentido tiene hacer sólo lo justo? ¿Por qué no robar algo a mi alcance si, como  Gigés, soy invisible? ¿Qué sentido tiene detenerme en un semáforo en rojo, si no encuentro un policía que me pueda castigar? ¿Por qué Superman en lugar de salvar la humanidad y soportar el peso del trabajo, no pasa todo el día en la playa, tomando el sol, disfrutando de la vida? 

Platón explica que hacer lo justo transforma a quien lo realiza, en un persona equilibrada: quien hace lo justo, se hace a sí mismo justo. En cambio, la injusticia no sólo queda fuera de la persona sino que lo va transformando en alguien injusto. Por eso, siguiendo a su maestro, Platón concluye que es mucho mejor padecer una injusticia que cometerla. 

Si esto es así, entonces, ¿por qué no se pueden cometer injusticias, incluso si se sabe que nadie se va a enterar o nadie me va a castigar? Por que eso transforma a la persona en alguien injusto, desequilibrado. Eso dificultará cumplir el resto de responsabilidades en la sociedad, haría complicado tener amigos. 

Al final del día, concluye Platón, no se puede construir una comunidad con personas des-equilibradas o que sólo hacen lo justo sólo por la fuerza o sin una verdadera convicción. Platón escribe su República teniendo ante sí las ruinas de Atenas, tras haber perdido la Guerra del Peloponeso, pensando en la reconstrucción de su Estado. Es como si ante lo que sucede en Michoacán, nos sentamos a pensar, ¿cómo fue que llegamos a esto? ¿Cómo construir una comunidad? Platón levanta la mano y dice: "haciendo lo justo aunque nadie te vea; evitando lo injusto, aunque nade te pueda detener"

Hay en la película de Zack Snyder una escena en que Clark adolescente sufre el bullying de unos compañeros de la escuela. Clark tiene un libro en la mano mientras lo acosan. "¿Por qué si podía golpearlos sin que me lastimaran, no he de hacerlo?". Clark Kent lee la República de Platón.