[Ya había escrito sobre este poema (aquí). He preparado esta entrada para decirla en el radio]
“El Fenix y la Tórtola” es un poema escrito por William Shakespeare sobre la muerte del amor ideal y los amantes perfectos (
aquí wikipedia). Es considerado como una de las obras más obscuras del autor inglés, lo que abre la puerta a un largo debate sobre su interpretación. El poema describe los funerales de los esposos, él representado por el Fenix, ella por la tórtola. Termina con una reflexión, o mejor dicho una oración, que describe a los dos amantes y el estupor ante el amor de los difuntos.
La razón capta como punto de partida que los dos son «individuos», in-divisos, dos seres distintos y necesariamente separados. Pero a partir de una decisión personalísima por “vivir sólo para ti”, que los dos «in-divisos» se transforman en una única llama común; se convierten en dos corazones que laten al mismo ritmo, o dicho con Shakepeare “un sólo corazón concordante”.
La muerte de los dos presenta un dilema para la razón. Ante ella, la separación de la tumbas se presenta como el argumento definitivo de que los dos son individuos distintos. Cada uno murió aislado, cada uno duerme «in-diviso», cada uno atrapado en su propia sepultura, aprisionado en su propia muerte. Ahora bien, si lo que define realmente a la persona es su corazón y este es un «con-corazón», dos personas fundidas en una sola llama, la razón se ve sorprendida. Los amantes incluso separados por la muerte, son de verdad una persona nueva, una única persona.
Pascal ha dicho que «el corazón tiene razones que la razón no entiende». Shakespeare va más allá: sólo cuando se ama, la razón se orienta, prepara y capacita para conocer adecuadamente a la persona en su existencia más auténtica: «yo soy contigo, soy desde ti, soy para ti». La razón se pasma ante la unidad de un corazón concordante, que sobrepasa al primer dato racional: la muerte los ha separado.
No se trata, como Pascal, que la razón no tenga motivos y el amor sí, o que los motivos de ambos sean contrarios. Se trata más bien que el amor tiene las razones verdaderas y ofrece las verdaderas razones para «ser de verdad». En inglés antiguo se utilizaba la expresión «ser de verdad» para decir «ser fiel». Dicho de otra forma: el amor muestra el valor y dignidad de la otra persona, la hace «más» inteligible o mas bien, el amor posibilita conocer «auténticamente» a otra persona... por que yo-soy-en-ella.
Tres estrofas de “El Fenix y la Tórtola” dirían algo así en español:
Lo más personal está consternado,
Pues el «yo» ha sido transformado
Pues «uno-sólo» se ha creado desde dos,
Ni el «yo» ni el «nosotros» tiene nombre
La razón se confunde a ella misma
Pues vio al mismo tiempo a los dos separados
Sin embargo, para ellos mismos
ni el uno ni el otro lo estaban.
Así, tan unidos vivían dos individuos
Que ella gritó: «¡qué verdadero par
parece este uno concordante»!
El amor tiene razón, la razón ninguna
Si así unidas pueden quedar las partes.
Ahora el poema en inglés, con una versión "transliterada" a un lenguaje no tan poético (en inglés que encontré
aquí) y una traducción de Antonio García que me encontré en la güeb (
aquí)
The Phoenix and the Turtle
Let the bird of loudest lay,
On the sole Arabian tree,
Herald sad and trumpet be,
To whose sound chaste wings obey.
But thou, shrieking harbinger,
Foul pre-currer of the fiend,
Augur of the fever's end,
To this troop come thou not near.
From this session interdict
Every fowl of tyrant wing,
Save the eagle, feather'd king:
Keep the obsequy so strict.
Let the priest in surplice white,
That defunctive music can,
Be the death-divining swan,
Lest the requiem lack his right.
And thou, treble-dated crow,
That thy sable gender mak'st
With the breath thou giv'st and tak'st,
'Mongst our mourners shalt thou go.
Here the anthem doth commence:
Love and constancy is dead;
Phoenix and the turtle fled
In a mutual flame from hence.
So they lov'd, as love in twain
Had the essence but in one;
Two distincts, division none:
Number there in love was slain.
Hearts remote, yet not asunder;
Distance, and no space was seen
'Twixt the turtle and his queen;
But in them it were a wonder.
So between them love did shine,
That the turtle saw his right
Flaming in the phoenix' sight:
Either was the other's mine.
Property was thus appall'd,
That the self was not the same;
Single nature's double name
Neither two nor one was call'd.
Reason, in itself confounded,
Saw division grow together;
To themselves yet either-neither,
Simple were so well compounded
That it cried how true a twain
Seemeth this concordant one!
Love hath reason, reason none
If what parts can so remain.
Whereupon it made this threne
To the phoenix and the dove,
Co-supreme and stars of love;
As chorus to their tragic scene.
THRENOS.
Beauty, truth, and rarity.
Grace in all simplicity,
Here enclos'd in cinders lie.
Death is now the phoenix' nest;
And the turtle's loyal breast
To eternity doth rest,
Leaving no posterity:--
'Twas not their infirmity,
It was married chastity.
Truth may seem, but cannot be:
Beauty brag, but 'tis not she;
Truth and beauty buried be.
To this urn let those repair
That are either true or fair;
For these dead birds sigh a prayer.
|
The Phoenix and the Turtle
Allow the bird with the strongest singing voice,
Upon the unique acacia tree,
Publicly announce and proclaim with sorrow,
To those virtuous birds who would respond to such a call.
But you, the screeching owl,
The vulgar prophet of death,
Foreteller of the passing of this affair,
Stay away from this company of birds!
From this assembly is forbidden
Every oppressive bird of prey,
Except for the eagle, who is the king of birds:
All must strictly maintain the giving of respect.
Allow the priest in his white religious garments,
That understands mournful music,
Be the swan that makes death a heavenly act,
Should its singing of memorial music at the point of death not
naturally give it that right.
And you, the crow that lives for over 100 years,
Who reproduces your dark-coloured kind
From your bill simply via your breath,
You are welcome amongst our company of grievers.
The hymn starts now:
Love and Constancy is deceased,
The Phoenix and the Turtle-Dove have left us
In the flames of the Phoenix ignited here in the acacia tree.
Therefore they loved inasmuch as the love in two beings
Had the substance and nature compounded into only one;
Two separate birds, but inseparable and indistinguishable;
Combined as one in love so extinguishing their separate selves.
Their hearts were separate, but not divided;
No range nor gap was there
Between the hearts of the Dove and his Phoenix;
However, their combination was a miracle.
Therefore, love radiated from them
That the Dove saw what was due to him
Burning in the Phoenix's appearance;
Each was the other's, each belonged to the other.
Consequently, the principle of Personality was dismayed,
That the ego had changed;
A being's singular character had been created from two names
But there was no actual name to call them now they were combined and
they were no longer referred to by their separate names.
The principle of Reason was fundamentally confused,
By seeing what was separated, now develop as one,
They joined together without remaining as two separate entities;
Two straight-forward beings were made so much better by their bonding;
Reason exclaimed: "How perfectly a couple
Appears this harmonious one!
Love has motive, but no explanation,
If two separate elements can endure as one".
At which point, Reason prepared this lament
To the two
birds,
Jointly the greatest ideals of and luminaries of love,
As a refrain to their woeful setting.
LAMENT
Attractiveness, honesty and, uncommonly,
Kindness, are all brought together in one uncomplicated form,
As the ashes inside this urn.
Mortality is now the place where the Phoenix resides;
And where the Turtle-Dove's faithful heart
Lies forever,
They leave no offspring from their union
Not due to any malady though,
But because they were virtuous in their coupling.
Honesty may appear to be achievable but cannot exist;
Things may boast of being attractive, but they are not examples of
real attractiveness:
Because Honesty and Attractiveness are dead.
To this urn of their ashes those birds should return
Who are either faithful or beautiful;
And softly say a benediction to these two dead birds.
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El Fénix y la Tórtola
Quiero que el pájaro cante en su trino de notas agudas
desde la altura del único árbol que existe en la Arabia,
quiero que sea el heraldo y clarín que denote tristezas
y que obedezcan su voz sin pensárselo plumas y alas.
Pero también es preciso que tú, vocinglero comparsa,
sucio y mendaz subalterno del vil y embozado demonio,
hombre agorero que anuncias el punto final de la fiebre,
no se te ocurra jamás acercarte en tropel a nosotros.
Debes saber que por fin hay en estas reuniones un veto
para las aves voraces que imponen grillete a las alas,
con la excepción del solemne batir de las águilas todas.
Hay que dictar rigores, guardar del mal estas exequias,
que el sacerdote se vista el sayal y la blanca casulla
como cantor sin igual de los fúnebres sones del alma.
Sean los cisnes del campo agoreros heraldos de muerte
para que el Réquien no olvide acudir a tan trágica cita.
Quiero que tú, con tu oscuro plumaje de cuervo sin alma,
tricentenaria criatura, creador de maldades y razas,
tomes aliento del aire que das y que siempre has quitado
y que camines con nos a la par del dolor y que sufras.
Hoy y aquí, en el instante, iniciamos los cantos del himno:
muertos están sin remedio y por siempre el amor y constancia,
se nos han ido volando dispersos la tórtola, el fénix,
abandonando el lugar en su triste llamear solitario.
Siendo los dos un igual al querer, a tal punto se amaban
que se fundieron en uno los dos, pareciera que el tiempo
en su constante latir los uniera en un único ser,
siendo los dos del amor prisioneros, un todo indiviso
donde medidas y número pierden y ganan sumando.
Dos corazones distintos, distantes, mas nunca alejados
en un constante latir sin medida, ni tiempo, ni espacio:
“entre la dulce caricia de amor de la tórtola y fénix
nos regalaron un mundo ideal; un lugar prodigioso”.
Tal resplandor producía el candor de tan tiernos amores
que en el negror de la noche veía la tórtola bienes
en el flamear de los ojos amantes del cálido fénix
porque lo suyo era de ella y lo de ella por suyo sintiera.
Pasado el tiempo la lógica vio su templanza violada,
supo que propio y distinto en esencia nombraban lo mismo
y que al unirse los dos en un nombre y decirse al unísono
no se podía expresar ni sumar ni restar ni ser número.
Esta confusa razón de por sí provocaba un conflicto
pues se veía florecer y a la vez dividir lo creado
porque al momento de ser lo del uno y del otro lo mismo
se convertía en sinrazón la razón; lo sencillo en compuesto.
Llegado aquí exclamó: “¡Si en el dúo prevalece una voz,
valga tan grata armonía, que gocen de un mismo destino!”
Tiene el amor sus razones y al tiempo carece de ellas
si identifica razón y también sinrazón sin distingos.
Y en el momento compuso sin más este hermoso cantar
cual funerario agasajo a la tierna paloma y su fénix,
almas gemelas los dos, compañeros y estrellas gozosas,
como escenario adecuado a su trágica historia de amor.