La Abuela |
En una obra de teatro de Shakespeare, «As you like it» («Como te guste»), se recoge un monólogo muy conocido que compara las etapas de vida de las personas con las escenas de una obra de teatro:
"El mundo es un gran teatro,
y los hombres y mujeres son actores.
Todos hacen sus entradas y sus mutis
y diversos papeles en su vida.»
Para el dramaturgo inglés, son siete las escenas o etapas de nuestra vida: el infante, el escolar, el amante, el soldado, el sabio, el viejo y el senil. Todo ser humana pasa de una etapa a otra sin que podamos evitarlo. Como la semana pasada fue el día del anciano recupero aquí las últimas dos etapas de la vida que nos presenta Shakespeare:
«La sexta edad nos trae
al viejo enflaquecido en zapatillas,
lentes en las napias y bolsa al costado;
con calzas juveniles bien guardadas, anchísimas
para tan huesudas zancas; y su gran voz
varonil, convertida de nuevo en agudo tono de niño,
le pita y silba al hablar»
Pero en los ancianos no encontramos sólo decadencia física. Ellos ancianos son depositarios de la memoria de una familia y un pueblo. ¿Cómo eras de chico? ¿Cómo se cocina el plato que te gusta? ¿Cómo va el cuento de la Caperucita? ¿Por qué serie de valores vale la pena regir la propia vida? ¿Por qué no hay mal que dure cien años ni idiota que lo soporte? ¿O en qué caso concreto sucedió aquello de que «Dios aprieta pero no ahorca», o «para atrás ni para agarrar vuelo»? ¿Cuál es la historia de tu familia y de la que tu formas parte? ¿Cómo se hace para ser buen padre, qué hice yo que salió bien y qué no salió tan bien que digamos? Los abuelos tienen mirada de largo alcance y memoria que ha repasado una y otra vez los sucesos de la vida. Lo han vivido y experimentado y podemos ver en sus dichos una comprobación histórica de sus dichos y frases..
Esta es la séptima y última etapa de la vida: la senilidad:
«La escena final
de tan singular y variada historia
es la segunda niñez y el olvido total,
sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada.»
Es la escena de la “segunda niñez y el olvido total”. Ya nos entregaron la vida y sus experiencias, y al final nos entregan su memoria por que se quedan sin ella… viven como niños que repiten lo mismo una y otra vez, sin lógica y sentido. Son como niños que ven sin cansarse la misma película y no se hartan de repetir el mismo cuento. Se aferran y rabietan por sus caprichos como si la vida se les fuera en ello. Antes de dejar el escenario de forma definitiva, el abuelo nos interpela y obliga a salir de nosotros mismos para responder a este reto que nos lanzan con su presencia: «¿Pondrás en práctica conmigo lo que yo hice contigo, que vale la pena hacerse cargo de un ser humano que no se basta a sí mismo?»
No hay comentarios:
Publicar un comentario