jueves, 10 de abril de 2014

Ejecución en Texas. Acertijos en las tinieblas.

Ayer fue ejecutado en una prisión de Texas el mexicano Ramiro Hernández-Llanas (aquí). Fue procesado y declarado culpable de varios delitos graves, entre otros haber asesinado a su patrón. Su peligrosidad no estaba en duda; en prisión atacó a otro reo con una navaja de rasurar, y le fueron descubiertos armas de fabricación casera en su celda. Un oficial norteamericano declaró: "Exactamente por eso tenemos la pena de muerte. Nadie, ni siquiera los guardias de la prisión están a seguros de él". 
"Acertijos en las tinieblas" (aquí)

Hernandez-Llanas estaba entre los mexicanos procesados cuando la Corte Internacional de Justicia de la Haya condenó a Estados Unidos en el caso Avena por no haber ofrecido asistencia consular mexicana a los procesados. Como recordarán, la Suprema Corte de Estados Unidos declaró en el caso Medellín vs Texas que la sentencia no podía ser ejecutada en Texas por carecer de una ley que tradujera a aplicación local, una condena internacional. 

Suele decirse que para conocer a una sociedad hay que ver sus parques, sus mercados y sus prisiones. En los parques, porque ahí juega el futuro de esa sociedad. En los mercaditos, porque ahí el utilitario de la economía se mezcla con relaciones personales no siempre medida por criterios de utilidad. Y en las prisiones, por que ahí se expresa cómo una sociedad trata a quien ha dado motivos para ser apartado de ella. «¿Por qué habremos de tratar bien, a quien nos trata mal? ¿Por qué ser justos con quien ha querido ser injusto con nosotros?»

Esta pregunta la ha presentado Tolkien, en el famoso pasaje de los acertijos entre Bilbo y Gollum, en «El Hobbit». Como recordamos, ambos acuerdan que si Bilbo pierde, él será el alimento de su contraparte. Si ese será el resultado del juego, ¿podría Bilbo esperar que Gollum no haría trampa? ¿He de ser justo, siguiendo las reglas del juego, aún si sé que quien está conmigo está dispuesto a romperlas? Si recordamos la escena, Bilbo gana el juego de las adivinanzas con una pregunta que no era estrictamente una adivinanza: «¿qué tengo en el bolsillo?». Y escribe Tolkien: 
«Naturalmente, [Bilbo] sabía que el torneo de las adivinanzas era sagrado y de una antigüedad inmensa, y que aún las criaturas malvadas temían hacer trampas mientras jugaban. Pero sentía también que no podía confiar en que aquella criatura viscosa mantuviera una promesa. Cualquier excusa le parecía apropiada para eludirla. Y al fin y al cabo la última pregunta no había sido un acertijo genuino de acuerdo con las leyes ancestrales.»
¿Puede alguien liberarse de una amenaza injusta, haciendo trampa, cometiendo una  injusticia? Tolkien  ofrece como respuesta el debate interior de Bilbo cuando éste, apunto de escapar de Gollum, podría matarlo sin ser descubierto: 
«Estaba desesperado. Tenía que escapar, salir de aquella horrible oscuridad mientras le quedara alguna fuerza. Tenía que luchar. Tenía que apuñalar a la asquerosa criatura, sacarle los ojos, matarla. Quería matarlo a él. No, no sería una lucha limpia. Él era invisible ahora. Gollum no tenía espada. No había amenazado matarlo, o no lo había intentado aún. Y era un ser miserable, solitario, perdido. Una súbita comprensión, una piedad mezclada con horror asomó en el corazón de Bilbo: un destello de interminables días iguales, sin luz ni esperanza de algo mejor, dura piedra, frío pescado, pasos furtivos, y susurros.»
En la lucha interior del Hobbit se pone de manifiesto que Bilbo ve en Gollum el tipo de persona en que convertiría si decide cometer una injusticia, aunque esta pueda quedar impune y hasta en cierto sentido, esté justificada. ¿En qué tipo de creatura se ha convertido Gollum, en qué miseria ha quedado atrapado, por cometer injusticias? ¿En qué tipo de persona se convertiría Bilbo si para liberarse de una injusticia comete otra?

Entonces, ¿por qué ser justos y tratar con humanidad con quien ha querido ser injusto con nosotros?. Al menos para no esparcir una injusticia más que me terminará transformando en alguien similar al injusto.

Dicen las notas de prensa, que ya amarrado a la camilla de hospital, Hernandez-Llanas dijo estar en paz: «Le pido perdón a la familia de mi patrón.». A los cinco minutos, murió.



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