Foto: ESPN |
Esta semana se retiró Derek Jeter, el ahora ex-shortstop de los Yankees por los últimos 20 años. Su despedida en el Yankee Stadium, un viernes, fue espectacular. El juego en la línea, el equipo necesitaba de un batazo oportuno. Con uno fuera, al primer lanzamiento Jeter bateó de hit entre el primera y el segunda y anotar la carrera del triunfo. Se despidió como los grandes: sacando adelante a su equipo cuando éste lo necesitaba.
Tres días después, en el campo los Medias Rojas de Boston, -como si el último juego de alguien en Chivas fuera en el Azteca contra el América-, Jeter fue al bat con corredor en tercera. Con dos strikes conectó un roletazo de botes altos difícil para el tercera base, pero fildeable. El jugador de Boston, empujó la pelota hacia arriba para "fabricar" el hit de su oponente. La escena muestra respeto, clase, categoría del equipo de Boston. Dejaron que un jugador de su equipo archirival se despidiera como los grandes, reconocían así una trayectoria como pocas en la historia del beisbol. (He tenido una discusión con varios amigos sobre si realmente fue o no fabricado el hit. De cualquier manera, fue hit)
20 años de excelencia terminaron así: con un hit para ganar el partido en tu estadio; y con un infield-hit en el campo del mayor rival, en su último turno al bat. ¿A quién no le gustaría retirarse así: casi diseñado para un guión de película? ¿A quién no le gustaría terminar su vida profesional de forma que el último día de trabajo condense lo que fue toda una vida de trabajo? Daba la impresión como si el destino le hubiera preparado una despedida a la altura del pelotero: nada que reprocharle, hacerlo con estilo, como fruto de su ética por el trabajo, con admiración de sus compañeros y rivales.
Como saben, soy profesor universitario, y no pude dejar de preguntarme: ¿cómo se educa a alguien para que sea así? ¿Cómo preparar a mis alumnos para que les suceda algo parecido al final de su vida? He leído varias notas que intentan resumir lo que hizo grande a Derek Jeter como profesional del beisbol con la cuirosidad de saber si esta historia se podría «repetir», si se podía educar a alguien para que sucediera algo así.
Me encontré lo siguiente y quizá están sean cuatro cualidades que pueden enseñarse:
1. Trabajo constante y bien hecho. Los gringos lo llaman «ética del trabajo». Para darnos una idea, por cada hit que conectó en su carrera, se calcula que abanicó 99 swings entre los entrenamientos, calentamientos y los del propio partido. Por cada homerun, abanicó 1,300 veces.
2. El respeto por el juego y los rivales comienza en el vestidor y fuera del campo. En 20 años de carrera deportiva, en el equipo más rico de la liga, de la ciudad más difícil para ocultar algo de la prensa, Derek Jeter nunca se vio en una posición comprometida. Era parte de un esfuerzo por cuidar sus dones, respetar el juego y entregarse al equipo.
3. Sabía vivir lejos del beisbol. Jeter declaró que nunca entrenó un swing durante sus vacaciones. Noviembre y Diciembre los vivía fuera del beisbol. Como sabemos, cuando alguien falla en la vida, no es el jefe o el cliente quien ofrece ayuda y solidaridad: son la familia o los amigos. Estas relaciones se mantienen y construyen con trato en persona y dedicación de tiempo. Gracias a eso se divertía en el campo y enfrentaba tranquilo los momentos críticos: los riesgos de la profesión se veían en el contexto de una vida.
4. Por último, la suerte o el destino siempre ayuda al audaz y al osado. En el deporte suele decirse que uno ha de trabajar para reducir el impacto que pueda tener la suerte o el árbitro en el resultado final del juego. De acuerdo, pero en la carrera de Jeter, los golpes de suerte fueron aprovechados, precedidos y quizá hasta fabricados por su trabajo bien hecho en los entrenamientos y su discreción fuera del campo. La suerte sale en rescate del audaz.
Par terminar, una de las pancartas de los aficionados en Boston decía lo siguiente: «No llores por que ha terminado. Mejor sonríe por que ha sucedido».
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