miércoles, 31 de diciembre de 2014

Lo 5 mejores videos que vi este año



1. «How to fold a shirt»
Lo más útil que he visto este año. 


2. Fernando Nation Complete
¿Y cómo cambias la historia? Acostúmbrate a hacer tu trabajo?




3. In reverse
#PrayForSyria




4. White Chocolate Pear Skulls
Al ver este video caí en cuenta lo afortunado que soy. La vida me ha hecho muchos regalos. 





5. Nostalgia. 
Este año de regreso del beis me ha llevado de vuelta a donde empezó todo. Literal. Nací frente a ese estadio. El original lo vi aquí.





domingo, 21 de diciembre de 2014

¿Por qué quizá la Navidad ha sucedido realmente?

«Kissing The Face of God», de Morgan Weistling
¿Si pudiéramos inventar la historia de un hombre-dios, cómo sería el personaje? ¿Qué tipo de historia contaríamos? Hércules es un invento de la mitología. Quizá exprese valores humanos, pero su existencia no es real. Hércules, hijo de Zeus y de una reina mortal, en su infancia ya mató dos serpientes enviados por Hera para acabar con él. Y de adulto, le fueron encomendadas doce tareas para redimirse. Todas ellas una muestra fuerza, destreza y valor. ¿Qué más se puede esperar de un hijo de un dios, de un superhéroe? Matar al León de Nemea, despojarle de su piel; matar a la Hidra de Lerna; capturar al toro de Creta, robar las manzanas del jardín de Hespérides, etc.

¿Y qué tipo de historia ha de ser propia para contar una redención? En «Los juegos del hambre», por ejemplo, se diseña un reality show donde para sobrevivir hay que ser valiente y audaz. Sólo hace falta un amigo o una tragedia que nos empuje a continuar. Puestos a inventar, suena bien. Pero Hércules, Thor, o los Juegos del Hambre son creados por imaginación. Quizá una buena alegoría con mensaje ético, pero no historia real. 

El cristianismo anuncia que su héroe nace despojado de cualquier grandeza. Más aún, todo inicia con un niño que debe ser cuidado, al que se le ha de dar calor. Un Dios que está totalmente en nuestras manos, tan es así que ha de huir. La historia que narra la Navidad tampoco se parece a una competencia por sobrevivir. El Dios anunciado por el cristianismo diseñó y desarrolló la historia de una familia. Una esposa que tendrá un hijo. Un esposo preocupado por los suyos. Una prima que visita a su prima mayor que está por parir. Una familia que ha de pagar impuestos, buscarse la vida con el trabajo. Un carpintero que trabaja en un pueblucho para sacar adelante a los suyos.

¡Hey cristianos, ya puestos a inventar hubiera sido mejor elegir a un personaje tipo «Hércules» y una historia de redención más entretenida más parecida a los «Juegos del Hambre»

Sólo si la historia de navidad anuncia un acontecimiento que realmente ha sucedido, no queda de otra sino contar lo que realmente pasó. Sólo si la Navidad ha sido un acontecimiento histórico y real, tiene sentido interpretar la propia vida a la luz de lo que ahí se cuenta.

Si ese acontecimiento fue real, entonces este villancico puede sintetizar ese suceso. Si aquello así pasó, se justifica la sorpresa y ternura con la que se canta lo que ahí se narra. Sólo si es real, entonces el villancico entona la única respuesta que nos afina. La que nos pone a tono con lo anunciado.  

¡Feliz Navidad!

[Abajo está la letra]



Allá en el pesebre, 
su cama no es una cuna,
el niñito Jesús
recostó su dulce cabeza

Las estrellas en el cielo
bajaron su mirada para ver
al niñito Jesús
dormir en la paja. 

El buey ha mugido,
el bebé se despierta,
pero el niñito Jesús,
no llora en absoluto.

Te amo, Señor Jesús, 
mírame desde el cielo, 
quédate en mi cuna, 
hasta mañana, ya es noche. 

Vive cerca de mí, Señor Jesús, 
te pido que te quedes,
unido a mi por siempre, 
ámame, te lo pido.

Bendice a todos, tus amados hijos,
con tus tiernos cuidados,
y llévanos al cielo, 
para vivir ahí junto a ti.
Away in a manger,
no crib for a bed,
The little Lord Jesus
laid down his sweet head.

The stars in the sky
looked down where he lay,
The little Lord Jesus a
sleep in the hay.

The cattle are lowing,
the baby awakes,
But little Lord Jesus
no crying he makes.

I love Thee, Lord Jesus,
look down from the sky
And stay by my cradle
‘til morning is nigh.

Be near me, Lord Jesus,
I ask Thee to stay
Close by me forever,
and love me, I pray.

Bless all the dear children
in thy tender care,
And take us to heaven,
to live with Thee there.

jueves, 18 de diciembre de 2014

La Tregua de Navidad. Se cumplen 100 años.

La primera guerra mundial inició en agosto de 1914. 10 millones de personas morirían en ella. La línea de batalla entre Francia y Alemania se peleó en gran medida desde trincheras. Salir de ellas y exponerse era casi una muerte segura. Cada uno de los generales en conflicto pensaban que la guerra terminaría para navidad. Pero llegó diciembre y no se veía un final cercano. En la navidad de ese año, soldados alemanes e ingleses se encontraron en tierra de nadie, entre trincheras de enemigos,  para felicitarlos por las fiestas y pasar un rato de camaradería.

Podemos imaginar la escena. Soldados cansados con la ilusión e que en algún momento llegara la noticia que la guerra había terminado. Pero el equilibrio de fuerzas hizo claro que no pasarían en su casa. Llegó el invierno. La cercanía de las trincheras hacía posible que los soldados se gritaran entre sí.

En la noche de navidad, los soldados ingleses comenzaron a oír la melodía de villancicos cantados en alemán, cuya letra ellos conocían en inglés. Al principio pensaban que era una broma. Pero después, los británicos vieron velas y árboles de navidad sobre las fronteras alemanas. Esto les animó a unirse a cantar el mismo villancico pero en su idioma. Y ahí comenzó la famosa «Tregua de Navidad». Dos ejércitos en una lucha cantaban Noche de paz, cada uno en su idioma pero simultáneamente. Esa noche se desearon feliz navidad.

A la mañana siguiente, los soldados ingleses vieron acercarse a sus trincheras a un militar alemán, cruzando por tierra de nadie. Llevaba un pequeño árbol de navidad. Combatientes que habían sido prevenidos por la propaganda, que el de enfrente era un enemigo que sólo merecía la muerte. Se pronto vieron salieron de sus trincheras -no sin cierto temor de ser asesinados-, se acercaron y se dieron la mano para desearse feliz navidad. El caqui británico y el gris alemán, pronto quedaron mezclados. Así lo dice un soldado inglés. «Pueden creerlo. Por consentimiento mutuo dejamos de pelear. Fue curioso ver a los odiados enemigos riéndose, hablando y estrechando las manos»

Así lo describió Fran Sumter, un soldado inglés:
«Anoche los alemanes dejaron sus trincheras y comenzaron a gritarnos "Feliz navidad". Nosotros respondimos igual y comenzamos a cantar villancicos para otros. Cesó todo disparo... Entonces algunos de nuestros compañeros, se encontraron caminando con algunos alemanes a mitad del camino para desearse feliz navidad, saludarse y asegurarse que ese día [de navidad] no lucharían».
Cuando amaneció descubrieron cuerpos de soldados de una batalla que había tenido lugar dos semanas antes. Esto describe otro soldado inglés:
«El entierro en fosas comunes fue brutal y horroroso. Yo no ayudé, pero sí me uní a la cermonia de oración. El capellán Adams eligió las oraciones y un intérprete las tradujo al alemán. La primera lectura la hizo un cura inglés, y después le siguió un soldado alemán que estudiaba para ser pastor. Fue extraordinario y algo maravilloso de testificar. Los alemanes se formaron en una línea y los ingleses en otra frente a ellos. Y rezamos juntos. Pienso que nunca veré algo igual»
En tierra de nadie, unos enemigos se dieron la mano, cantaron villancicos y se felicitaron por la navidad. Algunos compartieron regalos y comida. Hubo intercambio no oficial de prisioneros, incluso partidos de fútbol. Se conserva una carta de un doctor, que describió el partido jugado entre algunos elementos del Régimen de Sajonia contra las tropas escocesas, arbitrados por un oficial alemán. Parece que los alemanes ganaron 3-2.

Soldados ingleses y alemanes se tomaron fotos en grupo, se presentaron a sus familias, se cruzaron direcciones postales. Un soldado alemán le pidió a un soldado inglés que pusiera en el correo una carta para su novia en Manchester, algo que después haría. 

Pasó la navidad y volvió la guerra. Terminaría cuatro años después, con 10 millones de muertos.

¿Qué había en estos soldados que no podamos tener nosotros? ¿Qué haría yo si estuviera en una posición similar de tener que decidir entre la guerra y la navidad? Sin duda, la tregua de navidad es una victoria del corazón humano. "Estos actos espontáneos de buena voluntad que directamente contradecían las órdenes del alto mando, y ofrecieron un sugerente y esperanzador -aunque breve- reconocimiento de humanidad compartida."

A todos les deseo una feliz navidad.



jueves, 11 de diciembre de 2014

Derechos Humanos: «Entre el mitin y la homilía».

AP Photo/Vadim Ghirda
«Si —salvo honrosas excepciones— los especialistas de filosofía del derecho se acercan con cohibido pudor al problema de los derechos humanos, se debe en buena parte a la incómoda sensación de estar pisando un resbaladizo terreno a caballo entre la homilía y el mitin.» [Andrés Ollero, "Cómo tomarse los derechos humanos con filosofía"]
Ayer fue día de los derechos humanos. Se cumplió un aniversario más de la aprobación en las Naciones Unidas de la Declaración Universal. Como todos los años entusiastas y detractores describieron una radiografía de estos derechos y si contamos con motivos para celebrarlos o no. Esos comentarios dependían de lo que significaba para ellos los derechos humanos y en consecuencia qué alcance se podría esperar. De esta forma, contaban con un parámetro para calificar este proyecto como algo eficaz o como pura retórica. Así, por ejemplo, en The Guardian, Eric Posner, profesor de derecho de la Universidad de Chicago, publicó hace días un análisis mas bien escéptico sobre estos derechos
«Muchos creerán que el derecho internacional de los derechos humanos es uno de nuestros grandes logros morales. Pero hay poca evidencia de su efectividad. Desde hace mucho tiempo necesitamos una aproximación radicalmente distinta». 
Parte del problema se origina con la inflación de un concepto que se ha puesto de moda.  Para darnos una idea, en 1948, el año en que se aprobó la Declaración Universal, el The New York Times utilizó esas palabras en apenas .31% de sus notas periodísticas de ese año (512 artículos). Durante 30 años no varió mucho ese porcentaje, que a partir de los 70s incrementa consistentemente hasta llegar al 2014 donde se ha utilizado en 2.49% de las publicaciones de ese diario. Un incremento del 800% respecto al año de la aprobación de la Declaración.


Como suena bien y es evocador, le hemos ido asignando distintos significados a la fórmula «Derechos Humanos». Precisamente por que lo utilizamos para referirnos a los que nos parece correcto, equilibrado y justo hacemos referencia a los derechos humanos cuando hablamos de ética, de política o de asuntos jurídicos. [La Suprema Corte de Justicia ya también ha dicho que la dignidad no es sólo un concepto moral, sino que también se proyecta al en el orden jurídico]. Quizá no caemos en la cuenta de que cada uno de estos ámbitos opera con categorías argumentativas distintas, promesas desiguales y modos de realizar diferentes. Como es imposible que todo aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de derechos humanos se haga realidad de una vez, de forma plena y definitiva, siempre habrá algún ámbito en los que los estos no sean una realidad, siempre encontraremos un espacio para la utopía. 

Queremos decir mucho con «Derechos Humanos». Esperamos mucho de ellos. Los usamos para todo. Y un algo que sirve para todo, no sirve para nada. Por todo ello quizá debamos ser menos ambiciosos con las esperanzas que depositamos en ellos. Los derechos humanos no son como las leyes de la física que sólo existen, se descubren y se aplican de la misma forma en todo tiempo. Ni tampoco son como un parque de diversiones en el que se llega a él y se permanece. Ni son una varita mágica. Las utopías cuando se toman demasiado en serio son peligrosas por que gastan la esperanza. Pero una vida demasiado realista, tampoco es humana, porque sólo ve a los pies. Tomarse demasiado en serio la utopía o la realidad, puede ser tan devastador como pasar de largo ante ellas. 

Chesterton describió esta tensión en «El Napoleón de Notting Hill», una novela cómica donde una broma de quien no se toma nada en serio, es tomada en serio por uno que no se toma nada a broma. En esa novela sucede algo similar a lo que pasa con el discurso de los derechos humanos: nada es peor que el tedio y la monotonía de una vida que no lucha por alguna utopía o del que sólo construye castillos en el aire. Nada es más peligroso que la seriedad extrema, ni nada más amenazador que el humor superficial. El precio a pagar por desvincular la utopía con la seriedad siempre es excesivo. 

Por que en derechos humanos, tan es importante el realismo del que trabaja con lo que tiene ante sí, como la grandeza de la utopía que pretende edificar. Por todo eso, para el movimiento contemporáneo de los derechos humanos, no hay nada más importante que esa tensión entre la risa y el respeto, entre la utopía y el esfuerzo.