jueves, 6 de marzo de 2014

La recurrente enfermedad de la Democracia

«La democracia fue la idea política más exitosa del siglo XX. ¿Por qué se ha metido en problemas y qué se puede hacer para curarla?» Con estas palabras da inicio un largo ensayo publicado por la revista «The Economist» (aquí). «La democracia pasa por momentos difíciles. Donde autócratas han sido expulsados de sus gobiernos, sus oponentes han sido incapaces en su mayoría de crear regímenes democráticos viables. Incluso en democracias establecidas, la visibilidad de los defectos de sus sistemas políticos se han vuelto preocupante y la desilusión por la política es moneda corriente». Vemos a regímenes que utilizan el lenguaje democrático y sus formas, para vivir dictatorialmente; también casos donde se destituyen autoridades elegidas democráticamente por su incapacidad técnica para gestionar una crisis real, como sucedió en Portugal e Italia. Otro ejemplo lo encontramos con la crisis de representatividad de algunas democracias europeas por la centralización de decisiones en los organismos europeos centrales. 
«What's gone wrong with democracy?»

 «¿Qué ha ido mal con la democracia?», ¿por qué este modelo político se enferma con frecuencia? Alexis de Tocqueville describió una de las causas en su famoso libro «Democracia en América». Si la Democracia se basa en la promoción del individuo y la igualdad de todos, para que éste logre lo que considera valioso, ¿cómo hacer para comprometerlo con el bien común compartido mínimo necesario para que logre sus metas personales? ¿Cómo interesarlo en los esfuerzos comunes que requieren la realización de la libertad individual? ¿Cómo enseñarle disfrutar de la felicidad por  bienes logrados sin que ese deleite debilite la capacidad de sacrificio que exige todo trabajo? Cuando una democracia funciona sólo para individuos, dice Tocqueville ésta «lo conduce sin cesar hacia sí mismo y amenaza con encerrarlo en la soledad de su propio corazón».

Otra causa la encontramos en que la Democracia, como todo proyecto político, exige re-aprenderse y re-inventarse una y otra vez. La democracia nunca es una conquista definitiva. No es como la luz eléctrica que una vez descubierta se convierte en el suelo desde el que se avanza científicamente. A nuestra generación –como a todas- le corresponde ese esfuerzo por diseñar y trabajar por las formas en que este tipo de organización política puede hacerse eficaz.

De forma tal que  lo normal de la democracia es que se enferme y que haya que curarla. ¿Y cuál es su medicina? La revista propone, primero, recuperar la tenacidad de los fundadores de las democracias contemporáneas; segundo, una nueva creatividad para adaptarse a la globalización y la cercanía y velocidad del internet; y junto con ello actualizar el diseño institucional de las instituciones públicas para que sea más flexible y sea capaz de mezclar la legitimidad institucional con capacidad técnica. 





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