lunes, 17 de septiembre de 2018

De Independencia, banquetas, parques... y tráilers.

Paseo Chapultepec (no tengo el autor de la foto. No la tomé yo)

"Las bestias tienen madrigueras; el ganado, establos; los carros se guardan en cobertizos y para los coches hay cocheras. Sólo los hombres pueden habitar" (Ivan Ilich) 

Dicen los filósofos que a cada generación le corresponde cuestionar, buscar los motivos y apropiarse de los valores y tradiciones que heredaron de la anterior. Celebrar la independencia forma parte de ese proceso. No solo recordamos un acontecimiento del pasado, atrapado en la memoria. Las fiestas de independencia reviven cada que cuestionamos aquél acontecimiento, buscamos los motivos que movía a aquellos hombres y mujeres para hacer nuestras esas convicciones, y entonces sí, celebrar en presente la independencia que hacemos nuestra.

Una forma de apropiarnos de esos valores de independencia es recuperar las banquetas y los parques. Parece trivial, pero los parques y las banquetas detonan el encuentro entre personas con una misión común. A partir de ahí buscamos junto con otros aquello que deseamos edificar. Los espacios compartidos no sólo sirven para trasladarnos de un sitio a otro con mayor o menor eficacia. Las banquetas y los parques son un lugar para habitar el mundo como personas con dignidad que existen junto a otros. Si procuramos que nuestras casas reflejen quienes somos y lo que aspiramos, así como nos preocupa que sean espacios habitables, dignos y bellos, ¿por qué no replicar esa necesidad en lo público? 

Cuando lo público no es nuestro, cuando no nos interesa humanizar el espacio común, entonces abandonamos los parques y las banquetas. Bajo esa lógica la vida común se reduce a no estorbar a nadie para moverse con eficacia de la casa al trabajo y de regreso. Y si el espacio público es feo, con mayor razón nos encerraremos en nuestras casas. Cuando el espacio público pierde nuestro interés porque no nos vemos reflejados en él, entonces somos una sociedad menos humana, con menor capacidad de diálogo y por eso con  menos futuro. Fuimos penosos testigos de esta degradación con el trailer abandonado lleno de cadáveres: aquellos restos humanos no son nadie, no valen nada y pueden dejarse abandonados en tierra de nadie. Donde no hay humanidad, no hay nada común qué cuidar y donde no se da vida en común, la persona pierde los referentes que le dan sentido.

Así que Independencia no se trata solo de celebrar algo del pasado. Se trata de reapropiarnos de un proyecto común, para habitar de forma libre y digna la ciudad donde vivimos. Es la única forma de habitar con dignidad. Una tarea que comienza reapropiándonos de los espacios públicos... como los parques y las banquetas.  

La idea la aparendí de mi maessstro, el @ProfesorDoval, en parte en su blog

lunes, 10 de septiembre de 2018

Williams y Osaka: un nuevo capítulo de una vieja discusión sobre lo justo

Tim Clayton/Corbis via Getty Images
El sábado pasado durante la final femenil del USOpen Serena Williams reclamó al juez de pista de tal manera que éste decretó un punto de castigo a favor de su contrincante, la japonesa Naomi Osaka. No soy aficionado al tenis, ni tengo la sensibilidad para valorar del todo lo sucedido. Lo reconozco. Así que pregunté a mis amigos tenistas, de ellos he logrado aclararme tres puntos:: 

Primero: Naomi Osaka dominaba el encuentro: era más ágil, más precisa y más letal que Williams. Muy probablemente habría ganado el partido. 

Segundo: por una parte es verdad que en el tenis varonil jugadores han recibido castigos y el problema no escala a más porque se ponen en cintura. Pero también es verdad que las reglas del decoro y del comportamiento son más estrictas con las mujeres. Esta disparidad es sexista e injusta y forma parte de una cultura de disparidad no del todo erradicada.

Tercero: El conflicto entre el juez y Williams, opaca y puede considerarse una forma injusta de desmerecer a Naomi Osaka, quien ahora pesa sobre su triunfo la sospecha de haberse beneficiado -sin ella buscarlo, por supuesto- de la situación; y cuya fiesta por su triunfo no brilló como debía.

Pero mi reflexión de hoy no es sobre tenis, sino sobre una pregunta más antigua: ¿es posible luchar contra una injusticia de cualquier modo? ¿Qué pasa cuando pretendo luchar contra una injusticia de forma injusta? Tucídides, un histriador griego del siglo V a.C. nos recuerda que la guerra es una maestra muy severa. Williams parece un ejemplo más de esta experiencia. Al calor de una lucha, nuestra respuesta a la injusticia podría estar causando otra injusticia no buscada directamente. Así que lo pregunto de nuevo, ¿la lucha contra una injusticia -el sexismo y el doble rasero al aplicar las normas del decoro-, puede plantearse cometiendo otra injusticia -desmerecer el esfuerzo deportivo de Naomi Osaka-? 

La respuesta de Sócrates es sin duda más fácil decirla que aplicarla: es mucho mejor padecer una injusticia que cometerla. Sufrir una injusticia no autoriza a luchar contra ella cometiendo otras. Como me conozco, probablemente yo no hubiera sido capaz de reaccionar adecuadamente en una circunstancia similar a Serena Williams. Así que solo tomo mi lugar como aficionado al deporte, simplemente me toca aprender a ver todas las aristas de un problema como este… y aprender.