jueves, 16 de octubre de 2014

Ayotzinapa y las «Reflexiones sobre la Violencia» de Hannah Arendt.

En el link, una colección de Burócratas de todo el mundo, del fotógrafo Jan Banning


El martes pasado (14-octubre) habría sido el cumpleaños 98 de Hannah Arendt, una de las filósofas más importantes del siglo pasado que murió en 1975. Como hemos comentado en otras ocasiones, Arendt cubrió para el New Yorker el juicio a Eichmann en Jerusalén en 1961 y su análisis fue publicado en el libro «Eichmann en Jerusalén. Un reporte sobre la banalidad del mal». El reto intelectual del libro, se dice en esta entrevista, consiste en entender y explicar qué pudo pasar para que en uno de los países más civilizados de la historia, en un momento de desarrollo cultural, económico, político y militar, cometiera atrocidades como las de la Alemania nazi.

Comenta una de sus biógrafas que Arendt se dio cuenta que mucha gente durante el nazismo no actuó por una maldad radical que intenta justificarse racionalmente, sino que lo hicieron por superficialidad, que es lo que ella llamaba «mal banal». No se refería a que el mal fuera trivial, como si estuviera en el nivel de quien se equivoca en el color de sus calcetines; sino que es posible cometer atrocidades a causa de una pasmosa superficialidad. «Y esto es grave, porque si metes presión en un ambiente superficial, es fácil que la gente se vuelva irreflexiva y actúe más por miedo o por impulso que por un verdadero sentido de las cosas».

Esta filósofa alemana publicó un libro que tituló «Sobre la Violencia», en el que analizó la naturaleza, causas y significado de la violencia. Me gustaría hacer referencia a un tipo de violencia que a primera vista no se conecta con lo sucedido en Guerrero: la burocratización de la vida pública. 
«En una burocracia completamente desarrollada no quedará nadie con quien uno pueda argüir, a quien se le pueda presentar las quejas, sobre quien puedan ejercerse las presiones del poder. La burocracia es la forma de gobierno en la que todos son privados de la libertad política, del poder de actuar, pues el gobierno de Nadie es el no-gobierno, y allí donde todos carecen igualmente de poder es donde tenemos una tiranía sin tirano.»
La sociedad burocratizada se estructura sobre las personas y las acostumbra a no pensar, sólo para seguir reglas. Un noble afán de administrar lo público con eficacia, puede funcionar como virus de la acción pública que por definición implica de personas libres que comprenden motivos, dialogan y se comprometen. En una sociedad burocratizada no actúan personas, sólo se mueven engranes programados. [Dice Homero que sus frases preferidas son «Yo no fui», «Cuando llegué ya estaba así» y «¡Qué idea tan brillante tuvo, jefe!»]

La burocracia mecánica y la violencia del sicario producen un efecto similar: disuelven la vida común, frenan la acción común, y gota a gota vacían nuestras instituciones sociales de personas con convicciones y las sustituyen por individuos sin raíces, fácilmente manipulables e inconscientemente superficiales. El miedo que produce la violencia, comprensiblemente, inhibe el compromiso de un ciudadano por lo que sucede en su entorno. Al crimen organizado le interesa «una sociedad desarticulada y aterrorizada, incapaz de cuestionar y desobedecer los dictados de las autoridades de facto». Así puede manipularlo. Y al burócrata también: que el ciudadano siga el proceso administrativo. Arendt denuncia esa desarticulación y la califica como violencia. 
«Lo que hace al hombre un ser político, escribe Arendt, es su capacidad de acción. Esta le permite unirse a sus semejantes, actuar en concierto con ellos y alcanzar metas y objetivos que nunca podría concebir, menos aún ansiar, si no tuviera esa capacidad: embarcarse en algo nuevo.»
Si ese tipo de acción desaparece o se inhibe, si la responsabilidad por lo público se enfría, entonces el poder se desvinculará de la razón y será sólo violencia Y la violencia no construye historia o cultura. En un ambiente así, será más fácil que la ciudadanía se enferme de la superficialidad con la que Arendt describió a Eichmann. 
Foto vista aquí

Quizá esta conclusión sea un poco injusta con las personas que son víctimas de la violencia, directa o indirecta, en Michoacán y Guerrero y padecen esa violencia; o con los servidores públicos que no se esconden en el organigrama. Mi intención es únicamente señalar que parte de las solución a la violencia consistirá en no cansarse y en no renunciar a la acción común que sea creativa y logre el encuentro entre personas.

Algunas ideas de Arendt las tomé de una entrevista a Teresa Gutiérrez -una biógrafa de Arendt- y la traducción al español de Alberto Loza al texto Reflections on Violence. También puede verse el libro «¿Qué es la política?» de Arendt

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